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Italia teme perder con la caída de Gadafi un socio de 12.000 millones de euros
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ENTRE GADAFI Y BERLUSCONI EXISTE MUY BUENA SINTONÍA

Italia teme perder con la caída de Gadafi un socio de 12.000 millones de euros

Hace sólo seis meses Muamar el Gadafi desplegaba en Roma su espectáculo: tienda de campaña en el jardín de una villa, guardia de amazonas vírgenes, 30

Foto: Italia teme perder con la caída de Gadafi un socio de 12.000 millones de euros
Italia teme perder con la caída de Gadafi un socio de 12.000 millones de euros

Hace sólo seis meses Muamar el Gadafi desplegaba en Roma su espectáculo: tienda de campaña en el jardín de una villa, guardia de amazonas vírgenes, 30 caballos pura sangre y lección sobre el islam a varios cientos de muchachas. Era la escenificación del momento cumbre en las relaciones entre Italia y Libia, bendecidas por los 12.000 millones de euros de intercambio comercial registrados en 2009. Hoy la estrecha amistad entre ambos países, escocida por el colonialismo pero amplificada por la buena sintonía personal entre Gadafi y Silvio Berlusconi, ha dado paso al miedo: los italianos otean lo que ocurre al otro lado del Mediterráneo con el temor a perder un excelente socio económico y a sufrir las consecuencias de la incipiente guerra civil. El Gobierno de Roma piensa que puede producirse un “éxodo bíblico” desde el país magrebí en el que lleguen a sus costas hasta 300.000 refugiados.

 

Italia es el principal socio comercial de Libia. Cubre el 20% de las importaciones que hace la nación norteafricana, lo que supone un negocio de 3.300 millones de euros. En su territorio operan 180 empresas transalpinas, que cuentan con 1.500 empleados italianos desplegados, la mayor parte de los cuales han sido repatriados en estos últimos días. Grandes corporaciones como la petrolera Eni, la constructora Impregilo, la automovilística Fiat o la armamentística Finmeccanica tienen inversiones o contratos relacionados con Libia. Por eso han sido de los valores más castigados en la Bolsa de Milán desde que estallaron las revueltas.

La alianza económica entre los dos países tomó impulso en el verano de 2008. Aquel año Berlusconi firmó con Gadafi un acuerdo de amistad en Bengasi que cerraba la heridas del colonialismo. Il Cavaliere se comprometió a invertir 200 millones de dólares anuales durante 25 años en el país magrebí a cambio de que el Coronel impidiese que zarpasen más embarcaciones cargadas de inmigrantes hacia Italia y diera a este país acceso preferencial a sus ricas reservas de hidrocarburos.

Debido a las revueltas que vive la nación norteaficana, el ministro de Defensa italiano, Ignazio La Russa, anunció ayer que el tratado se encuentra suspendido ".de facto"

El dinero que Berlusconi prometió a Gadafi debía sufragar grandes proyectos de infraestructuras, como la gigantesca autovía planeada para cruzar el país de este a oeste discurriendo de forma paralela a los 1.750 kilómetros de costa. Este proyecto, como la mayoría de las contratas derivadas del acuerdo, han ido a parar a empresas italianas. El premio gordo de la autovía le tocó a una división de Eni, la firma transalpina más expuesta en Libia. En este país extrae la mayor parte de su petróleo y buena parte de su gas. Cuenta además con otros importantes proyectos en obra civil e infraestructuras. Como el resto de inversiones e iniciativas italianas, de momento están todas congeladas.

Unicredit y Libia

Los intercambios económicos entre ambas naciones no son unidireccionales. En los últimos años varios organismos estatales libios, todos dependientes en mayor o menor medida del régimen de Gadafi, han realizado importantes compras en empresas italianas de primer fila. La presencia más significativa del país magrebí se da en el gigante bancario Unicredit. El fondo Lybian Investment Authority (LIA) cuenta con el 2,59% de su accionariado, a lo que hay que sumar el 4,9% que tiene la Banca Central Libia. Este 7,49% resultante convierte a los libios en los principales accionistas de Unicredit.

Una participación más reducida pero igual de estratégica es la de LIA en Finmeccanica, de la que posee el 2,01%. Esta empresa acumula pedidos del país magrebí por valor a 1.000 millones de euros, entre los que se encuentran 16 helicópteros y un sistema de control fronterizo. En un curioso lavado de manos la Prensa italiana asegura que Gadafi no está utilizando el material militar vendido por Finmeccanica en la mortal represión a su pueblo.

La presencia libia en el accionariado de firmas importantes de Italia se completa con el 1,5% del accionariado de Eni que posee el Lybian Energy Fund y con el 7,5% del club de fútbol de la Juventus que tiene la Lybian Arab Foreign Investment Company.

El futuro de las mutuas inversiones de los dos países son una incógnita, la misma que afrontan Gadafi y todos sus compatriotas.

Hace sólo seis meses Muamar el Gadafi desplegaba en Roma su espectáculo: tienda de campaña en el jardín de una villa, guardia de amazonas vírgenes, 30 caballos pura sangre y lección sobre el islam a varios cientos de muchachas. Era la escenificación del momento cumbre en las relaciones entre Italia y Libia, bendecidas por los 12.000 millones de euros de intercambio comercial registrados en 2009. Hoy la estrecha amistad entre ambos países, escocida por el colonialismo pero amplificada por la buena sintonía personal entre Gadafi y Silvio Berlusconi, ha dado paso al miedo: los italianos otean lo que ocurre al otro lado del Mediterráneo con el temor a perder un excelente socio económico y a sufrir las consecuencias de la incipiente guerra civil. El Gobierno de Roma piensa que puede producirse un “éxodo bíblico” desde el país magrebí en el que lleguen a sus costas hasta 300.000 refugiados.

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