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El concepto de felicidad, camino de ser una variable más para medir las economías europeas
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EL GOBIERNO BRITÁNICO MEDIRÁ EL BIENESTAR DE LOS CIUDADANOS

El concepto de felicidad, camino de ser una variable más para medir las economías europeas

David Cameron, primer ministro británico, acaba de anunciar que su Gobierno medirá el bienestar de sus ciudadanos -más allá de sus riquezas- a través de una

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El concepto de felicidad, camino de ser una variable más para medir las economías europeas

El director de la Oficina Nacional de Estadísticas, Jil Matheson, ha apoyado la iniciativa de Cameron y ha reconocido la existencia de "un creciente reconocimiento internacional en el hecho de que medir el bienestar nacional y el progreso son necesarios para el desarrollo, más que fijarse únicamente en el PIB".

El plan cuenta ya con el respaldo de 30 miembros de la Cámara de los Comunes con el argumento de que promover la felicidad y el bienestar de los ciudadanos es un objetivo legítimo e importante del Gobierno. Algunos sondeos previos realizados por organizaciones no gubernamentales han indicado, por su parte, que la felicidad en el Reino Unido se ha mantenido sin grandes cambios en los últimos 25 años.

Parece arriesgado lanzar una propuesta acerca de la felicidad nacional en una época tan revuelta como la actual en el Reino Unido. En un marco de recortes generalizado y crispación (sólo hace una semana que los estudiantes protagonizaban multitudinarias revueltas en Londres) lo lógico es pensar que la encuesta sobre felicidad no va a ser muy halagüeña, pero en realidad la mayoría de los estudios realizados al respecto coinciden en que hay poca correlación entre la riqueza nacional (económicamente hablando) y lo contentos que se sienten los ciudadanos con su vida.

La nueva moda

La iniciativa de Cameron no es nueva. Nicolás Sarkozy ya se preocupó por estos indicadores “espirituales” del estado de una nación y en febrero de este mismo año le pidió al premio Nobel Joseph Stiglitz y a un grupo de expertos internacionales que encontrasen nuevas formas de medir el progreso económico teniendo en cuenta el bienestar social.

Por su parte, Stiglitz presentó un informe muy crítico con la forma en la que el PIB, una medida bruta de actividad económica, se está usando como indicador del bienestar social ya que, según ejemplifica, un aumento del consumo de petróleo podría disparar las cifras de crecimiento cuando solamente refleja más atascos y contaminación, cosas opuestas en principio al bienestar social.

Pero tampoco Sarkozy era pionero en esto. En realidad ambos toman como referencia el Índice de Felicidad Bruta del reino de Bután, un pequeño reino sumergido en las montañas del Himalaya que, preocupándose por la felicidad de sus ciudadanos y potenciándola, ha conseguido escalar suficientes puestos en un par de años como para pasar prácticamente de la Edad Media a estar en condiciones de cumplir los Objetivos del Milenio estipulados por la ONU.

La felicidad invade también los gadgets

Quizá algún día una gran base de datos nacional a través del teléfono móvil o las redes sociales ayude a los Gobiernos a tomar decisiones que se basen más en la felicidad de los ciudadanos que en meros indicativos económicos. Mientras tanto, la economía seguirá siendo el único indicativo ‘válido’ de la felicidad de cada cual, a pesar de aquello que se dice de que el dinero no da la…

El director de la Oficina Nacional de Estadísticas, Jil Matheson, ha apoyado la iniciativa de Cameron y ha reconocido la existencia de "un creciente reconocimiento internacional en el hecho de que medir el bienestar nacional y el progreso son necesarios para el desarrollo, más que fijarse únicamente en el PIB".

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