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Mexicanos y españoles se reconcilian en el Bicentenario de la Independencia
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LA ROJA FUE RECIBIDA CON ADMIRACIÓN Y RESPETO

Mexicanos y españoles se reconcilian en el Bicentenario de la Independencia

El empate entre las selecciones de España y México en el Trofeo del Bicentenario de la Independencia dejó contenta a la mayoría. A los mexicanos por

Foto: Mexicanos y españoles se reconcilian en el Bicentenario de la Independencia
Mexicanos y españoles se reconcilian en el Bicentenario de la Independencia

El empate entre las selecciones de España y México en el Trofeo del Bicentenario de la Independencia dejó contenta a la mayoría. A los mexicanos por haberles plantado cara a la campeona del mundo y a los españoles por no haberse estrenado con derrota en su debú en el estadio Azteca y en su primer partido tras conseguir la ansiada estrella en Sudáfrica. En el mítico y abarrotado recinto -con capacidad para 104.500 espectadores- se vivió una fiesta, se admiró la Copa del Mundo y se aplaudió a ambos conjuntos al abandonar el campo con sones de mariachi.

 

El trofeo, pese al empate a uno, se lo llevó la Roja, por ser la invitada. Diseñado por artesanos plateros mexicanos y la Federación Mexicana de Fútbol (Femexfut) con motivo de la histórica efeméride, reproduce símbolos nacionales como el águila y el nopal y, por supuesto, un balón. Con un peso de 12 kilos y elaborado en plata y oxidiana, sólo lo tienen en sus vitrinas el Toluca como campeón del denominado Torneo del Bicentenario -la pasada liga- y ahora la selección española.

Algún comentarista deportivo intentó calentar el ambiente clamando venganza por “300 años bajo el yugo español” y el partido se presentó en promocionales de radio como una reedición de la lucha por la independencia “pero esta vez con un balón”. Pero triunfó el ambiente festivo, la camaradería y la hermandad entre dos países en forma de aficionados que compartieron camisetas y símbolos de los dos combinados. México agradeció además a España el esfuerzo de traer al primer equipo recién aterrizado de sus vacaciones, los halagos dedicados al Tri -como se conoce al combinado mexicano por la bandera tricolor-, al Azteca, al país, el “orgullo” declarado por haber sido llamados a jugar el Trofeo del Bicentenario de la independencia y el haber ofrecido la copa a la Virgen de Guadalupe en su basílica.

La patrona de México y la emperatriz de América, a quien La Virgen de Guadalupe, a la que Villar confesó que había pedido ganar el Mundial, recibió una camiseta firmada por los campeones y la Copa del Mundo para alborozo de sus clérigos, que no dudaron en alzarla y sahumarla con incienso.

Los mexicanos no sólo han agradecido que vengan “los verdaderos campeones” -antes de que se conociera la lista de convocados y ante la protesta de clubes como el Barça se habló de fraude por la posibilidad de que se enviase a un equipo de suplentes-, sino el respeto al rival y las corteses respuestas ante preguntas algo capciosas como el significado del hecho histórico de la independencia de la Nueva España. Tanto los jugadores como “Bigotón” Del Bosque –como se le conoce aquí- se mostraron orgullosos de jugar en un estadio “mítico” como el Azteca y algunos alardearon de ello subiendo fotos en Twitter tras el entrenamiento del martes. El orgullo mexicano se infló y hasta los más reticentes se rindieron a los encantos de la Roja.

“Gracias por su visita ¡¡campeón!! México se enorgullece de tenerlo en el majestuoso estadio Azteca”, despidieron en las pantallas a los internacionales españoles. Antes de comenzar el encuentro, Manolo “El del bombo” besó el césped y recorrió parte del campo acompañado de l mascota mexicana del Mundial de 1986. Además, se aceptó de buen grado que se le hiciera el pasillo al campeón del mundo, algo inusual en este paíss.

El empate contentó a todos

La marea verde y negra -colores con los que juega el Tri- que inundó el estadio donde Brasil y Argentina levantaron la Copa del Mundo en 1970 y 1986, respectivamente, disfrutó, celebró e hizo atronar el campo al grito de “México” y con las ruidosas vuvuzelas. Los españoles, en franca minoría, sufrieron hasta que la selección empató en el último minuto. Al final, aficionados de ambos equipos dijeron a El Confidencial sentirse satisfechos con el resultado. “Era muy difícil ganar al campeón, pero ahí hemos estado” o “España no podía perder en su primer partido con la estrella, así que el empate está bien”, comentaron mexicanos y españoles.

Las entradas no eran precisamente baratas para un amistoso aunque fuese ante el campeón del mundo: entre 12 y 74 euros; aún así, los reventas han hecho honor al mes en curso y pedido por entradas de 36 euros hasta 182. Más de un centenar fueron detenidos, pero no frenó el negocio.

Durante su breve estancia en el DF los campeones del mundo sintieron el afecto de la afición y no sólo de la española. A las puertas del lujoso hotel Camino Real Pedregal les ha esperado desde su llegada y en sus desplazamientos un nutrido grupo de mexicanos dispuestos a obtener un autógrafo o una fotografía. Uno de los nombres más gritados ha sido el del capitán, Iker Casillas, quien ha devuelto saludos y sonrisas por doquier. Incluso en la rueda de prensa previa al encuentro algún periodista mexicano vistió la camiseta roja.

De los más de 350 periodistas acreditados, 40 eran españoles. Algunos compañeros mexicanos se sintieron decepcionados al comprobar que entre ellos no estaba la “guapa novia de Casillas”, Sara Carbonero, que esta vez no se desplazó con su medio. Fue a la única que se echó de menos, además de a Iniesta y Torres. Pero ni eso impidió la fiesta.

El empate entre las selecciones de España y México en el Trofeo del Bicentenario de la Independencia dejó contenta a la mayoría. A los mexicanos por haberles plantado cara a la campeona del mundo y a los españoles por no haberse estrenado con derrota en su debú en el estadio Azteca y en su primer partido tras conseguir la ansiada estrella en Sudáfrica. En el mítico y abarrotado recinto -con capacidad para 104.500 espectadores- se vivió una fiesta, se admiró la Copa del Mundo y se aplaudió a ambos conjuntos al abandonar el campo con sones de mariachi.

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