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México, la tierra de los coches blindados
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LA VIOLENCIA CONVIERTE A LA SEGURIDAD EN UNA INDUSTRIA EMERGENTE

México, la tierra de los coches blindados

El auge de la inseguridad en México es un problema, pero también un negocio. El aumento de secuestros, asaltos, asesinatos y robos a particulares y empresas

Foto: México, la tierra de los coches blindados
México, la tierra de los coches blindados

El auge de la inseguridad en México es un problema, pero también un negocio. El aumento de secuestros, asaltos, asesinatos y robos a particulares y empresas ha disparado la demanda de seguridad privada en forma de escoltas, vigilantes, vehículos y ropa blindados y hasta microchips insertados bajo la piel que permiten la localización por satélite del secuestrado. Por esta razón prolifera una industria que cuenta con unas 10.000 empresas en el país, aunque no todas son fiables ya que sólo 2.000 están registradas oficialmente. Muchas recurren a ex militares y ex policías.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fija el gasto en seguridad privada en el país en unos 130.000 millones de dólares anuales, lo que supone el 15% del PIB y casi la mitad del presupuesto federal para este año. Según datos del Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP) recogidos por la revista Proceso, la industria de la seguridad factura unos 2.194 millones de dólares al año y da empleo a alrededor de 210.000 personas; la demanda crece un 30% anual. El Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad (ICESI) asegura que la mitad de los hogares mexicanos cuenta con medidas de protección contra la delincuencia.

Sólo el sector farmacéutico pierde cada año cerca de 157 millones de dólares por el robo de medicamentos que acaban en el mercado negro, un 2% de las medicinas del sector privado del país, según la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica; los asaltos a los camiones que transportan éstas y otras mercancías se repiten por las carreteras de la República sin que las fuerzas nacionales de seguridad puedan hacer mucho por evitarlo, por lo que las empresas recurren a los servicios privados.

El negocio del blindaje llegó a México en 1973 restringido a las patrullas policiales. En 1995 se extendió a vehículos particulares. A día de hoy, México es el principal armador de autos blindados de Latinoamérica, seguido por Colombia y Brasil. Existen cinco niveles de blindaje para hacer los vehículos resistentes a armas cortas –usadas por la delincuencia común- o a todo tipo de armas de mano, incluidas las largas, que son las utilizadas por los cárteles y sus brazos armados. Aunque varias empresas del sector automotriz fabrican automóviles blindados, también hay compañías que acondicionan vehículos normales y el mercado de segunda mano crece. En 1994 había tres empresas de blindaje y actualmente son más de 70 las registradas ante la Secretaría de Seguridad Pública.

El costo del blindaje oscila entre 10.000 y 95.000 dólares. Además de cristales a prueba de balas y la protección del habitáculo de los pasajeros, la batería, el tanque de combustible y las ruedas, se dota a los vehículos de sistemas para repeler ataques: expelen gas lacrimógeno y cortinas de humo, derraman aceite para dificultar la persecución, las manijas se electrifican, y se instalan faros cegadores y sistemas de encendido a control remoto. Sólo en el Distrito Federal hay 30.000 autos blindados y se equipan 150 al mes, según datos de la Asociación Intercontinental de Blindadores (AIB) en El Economista. Los Estados más azotados por la narcoviolencia, como Chihuahua, Sinaloa o Michoacán son los que registran un mayor número de blindajes.

Intacta tras 350 balas

La eficacia de un blindaje de nivel 5 quedó demostrada en el ataque sufrido el 24 de abril por la consejera de Seguridad Pública de Michoacán, Minerva Bautista. Su vehículo recibió 350 impactos de bala de diverso calibre y granadas, pero ella resultó ilesa. La empresa que lo blindó, Transportadora de Protección y Seguridad, exhibe la camioneta acribillada en su planta de Santa Catarina (Nueva León).

También se blindan fachadas de edificios, habitaciones en viviendas, cajeros de bancos y cabinas para el personal de vigilancia de urbanizaciones. Y ropa. La Ciudad de México cuenta desde 2006 con la única boutique del mundo de ropa blindada, de la mano del considerado Armani del blindaje, el colombiano Miguel Caballero. En uno de los barrios más exclusivos del DF, junto a tiendas de grandes diseñadores, Caballero compagina seguridad y moda: camisas, guayaberas, trajes, ropa interior, abrigos, cazadoras, chalecos y chaquetas de piel para hombres y mujeres; prendas livianas (pesan alrededor de 1,2 kilos), discretas y personalizadas, ya que se hacen a mano y a medida. Los precios de oscilan entre 290 y 2.900 dólares y, gracias a la fibra de aramida, protegen de balas de cualquier calibre. Los tradicionales chalecos antibalas quedan ya para el personal de seguridad, la Policía o los militares.

Entre sus clientes hay presidentes latinoamericanos, jueces y príncipes europeos y, en México, secretarios de Estado, gobernadores, diputados, fiscales y empresarios. Sus ventas en el país se incrementaron un 17% en 2009 y, aunque distribuye a 15 países, entre el 20 y el 30% de su mercado está en México.

Lo más exclusivo en seguridad personal es el microchip que, insertado bajo la piel y del tamaño de un grano de arroz, permite la localización vía satélite de la persona, lo que resulta muy útil en casos de secuestro. En México -el primer país del mundo en raptos, seguido de Iraq, según la organización holandesa Pax Christi- sólo lo instala la empresa Xega de Querétaro, única también en América Latina en prestar este servicio. Su coste es de 3.670 dólares más anualidades de 1.872 dólares, y sus principales clientes son políticos, empresarios, líderes de opinión y artistas.

Pero los cárteles y los grupos organizados de delincuencia mejoran sus armas y sus recursos conforme avanza la tecnología de defensa. El ex presidente del Senado y ex aspirante a la presidencia de México Diego Fernández de Cevallos portaba este chip cuando fue secuestrado el 14 de mayo, pero sus captores se lo extrajeron con unas tijeras que usaba para el arreglo de su barba y fue encontrado a unos 40 kilómetros de su rancho. El también abogado continúa en paradero desconocido.

Cámaras ocultas en relojes, plumas, llaveros o hasta desodorantes; dispositivos para la localización por satélite de vehículos; escoltas para flotillas de transporte y servicios de guardaespaldas completan este prolijo y pujante negocio. Ante el incremento de la inseguridad y la violencia, las compañías privadas y las fuerzas estatales invierten cada vez más en productos de seguridad de mayor tecnología. Según el Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial, la demanda de seguridad empresarial creció en México un 84% durante el primer trimestre de este año; a las puertas de cualquier restaurante de cierta categoría del DF se acumula un mayor número de escoltas. La inseguridad es una lacra en este país, pero también un negocio. 

El auge de la inseguridad en México es un problema, pero también un negocio. El aumento de secuestros, asaltos, asesinatos y robos a particulares y empresas ha disparado la demanda de seguridad privada en forma de escoltas, vigilantes, vehículos y ropa blindados y hasta microchips insertados bajo la piel que permiten la localización por satélite del secuestrado. Por esta razón prolifera una industria que cuenta con unas 10.000 empresas en el país, aunque no todas son fiables ya que sólo 2.000 están registradas oficialmente. Muchas recurren a ex militares y ex policías.

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