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Cuba, bajo la lupa internacional
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SE RECRUDECE LA PRESIÓN AL DESGASTADO RÉGIMEN

Cuba, bajo la lupa internacional

La muerte de Orlando Zapata, la firme decisión de Guillermo Fariñas de seguir sus pasos si no se libera a 26 presos políticos enfermos y las

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Cuba, bajo la lupa internacional

La muerte de Orlando Zapata, la firme decisión de Guillermo Fariñas de seguir sus pasos si no se libera a 26 presos políticos enfermos y las marchas reprimidas de las Damas Blancas han vuelto a poner a Cuba bajo el escrutinio internacional. El castrismo afronta una oleada de críticas a las que, por primera vez, se han sumado voces que hasta ahora habían apoyado al régimen comunista. A ello se añade una grave crisis económica en la que escasean alimentos básicos como pan y arroz.

La isla caribeña se encuentra en una nueva encrucijada, pero hay poco optimismo acerca de que la presión que le llega desde distintos puntos del planeta logre algún resultado. Se ha esfumado el espejismo de que algo podía cambiar con la llegada de Raúl al poder hace dos años y su anuncio de “cambios estructurales” en el sistema que no se han materializado. “La ansiada transición ha sido un nuevo engaño al pueblo cubano”, manifiesta a El Confidencial el periodista y escritor español Jorge Moreta, autor del libro “Cuba, más allá de Fidel” (Altair).

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Orlando Zapata murió a los 42 años tras 85 días en huelga para que lo tratasen como prisionero de conciencia. Pertenecía al “Grupo de los 75” opositores condenados en 2003 a 28 años de cárcel por “atentar contra la integridad del Estado y conspirar a favor de Estados Unidos”. Se convirtió así en el segundo preso disidente cubano fallecido por este tipo de protesta, tras la muerte de Pedro Luis Boitiel en 1972 después de 53 días de ayuno.

El régimen insiste en que Zapata era un “delincuente común” y que Fariñas es una persona “agresiva” que sufre un “claro desajuste de su personalidad”; Fidel Castro fue mucho más benevolente con otros famosos ayunos voluntarios que ensalzó como el de Evo Morales en 2009 y el que en 1981 le costó la vida al activista del IRA Bobby Sands.

Pese a los intentos de desprestigio cubanos, las críticas por la situación de los derechos humanos en la isla se han multiplicado en las últimas semanas desde Estados Unidos, la Organización de Estados Latinoamericanos o la Unión Europea. Además, según Moreta, Cuba está “en bancarrota” y mientras importa el 80 % de los alimentos que consume -cada día más escasos- el 55 % de las tierras cultivables están baldías. Y tiene nuevos enemigos: internet y la blogosfera cubana, de la que el escritor destaca a Yoani Sánchez (http://www.desdecuba.com/generaciony/). Pese a las restricciones técnológicas y económicas -una hora de acceso a la red cuesta 1,5 dólares, inaccesible para la mayoría de los cubanos- es un movimiento creciente. Estados Unidos está dispuesto a contribuir al permitir a sus empresas dar servicio de internet en la isla por ser un “derecho básico”.

Los apoyos de la isla

Sin embargo, Cuba no está sola; el silencio, cuando no el apoyo, de varios Gobiernos latinoamericanos evidencia una situación bien diferente en el continente con respecto a Europa.

El presidente brasileño, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, -de visita en Cuba cuando murió Zapata- lamentó su muerte pero comparó a los disidentes cubanos con presos comunes, lo que le ha valido numerosas críticas. El director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos de Brasil (IBASE), Cándido Grzybowsky, le recordó en “O Globo” que “los buenos índices de educación y sanidad y los resultados de los deportistas cubanos no eluden el debate de los derechos humanos”.

Al Gobierno que preside Cristina Fernández le ha reprochado su silencio “Clarín” en un editorial que le recuerda que así “avala tácitamente procedimientos políticos que teóricamente condena”. De otros, como Venezuela, Bolivia o Nicaragua no se espera que resquebrajen su fervorosa admiración a los Castro, por lo que el opositor Guillermo Fariñas, en huelga de hambre y sed desde el 24 de febrero, pidió a los Gobiernos latinoamericanos en una entrevista en Radio Fórmula de México que “aislen al frente radical de izquierda” del continente y que “nadie quede callado” en estos momentos. Bien al contrario, el boliviano Evo Morales y el uruguayo José Mújica han salido en defensa del castrismo.

El dirigente de la República Dominicana, Leonel Fernández, guarda silencio por su manifiesta amistad con los hermanos Castro, al igual que el nicaragüense Daniel Ortega, que exhibe orgulloso en su web oficial fotos con Fidel.

La respuesta de México se considera demasiado tibia. Lamentó tarde la muerte de Zapata y mostró su preocupación por la salud de Fariñas, pero matizó que “ningún país debe por sí mismo erigirse en juez de la situación imperante en otros países”. El Senado ha aplazado hasta después de Semana Santa una declaración de exigencia de respeto a los derechos humanos después de que el embajador cubano en el país advirtiese de que acarraería consecuencias en las relaciones bilaterales.

El más contundente ha sido el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, quien censuró al régimen cubano por la muerte de Zapata y dijo que si Cuba liberase a sus presos políticos “tendría más autoridad para reclamar respeto”. También el mandatario de Ecuador, Rafael Correa, ha aseverado que en Cuba “deben cambiar muchas cosas”, aunque cree que la primera debe ser el “criminal bloqueo estadounidense”.

El paraguayo Fernando Lugo se ha ofrecido a mediar en el caso Fariñas, pero aclarando que no es partidario de “injerencias”. Sebastián Piñera se comprometió, tras tomar posesión como presidente de Chile, a hacer todo lo posible para la recuperación de la democracia y el respeto a los derechos humanos en Cuba.

Gobiernos de izquierdas, mandatarios que ven a Fidel como un referente o que prefieren no tenerle como enemigo e intereses económicos y políticos se entremezclan en las complejas relaciones latinoamericanas. El ingreso de Cuba en la Cumbre de Río en 2008 de la mano de Lula le abrió un panorama más favorecedor ante sus vecinos, que han asumido la reprobación del embargo como una posición común, rechazan que la situación de los derechos humanos en la isla justifique su aislamiento y repudian el intervencionismo estadounidense.

Mientras se avanza en un panamericanismo al margen de EEUU, crece el convencimiento de que los países de la región no deben ser censurados por otros a los que reprochan que no apliquen el mismo rasero a otros Estados.

Petición de cambios desde dentro

Y mientras el movimiento “OZT. Yo acuso al Gobierno cubano” -que pide la excarcelación de los presos políticos cubanos y el respeto de los derechos humanos- suma intelectuales, artistas y políticos de todo el mundo, “Granma” alardea en su portada de una “marea solidaria indetenible” a favor del régimen castrista plasmada en el llamamiento “En Defensa de Cuba”, iniciativa contra “la conjura de la derecha internacional y del Parlamento Europeo”.

Obviamente, no se ha hecho eco de la primera crítica que se conoce al cantautor cubano Silvio Rodríguez quien, aún reiterando su apoyo al proceso revolucionario iniciado en la isla hace 51 años, afirmó que el país demanda cambios “a gritos”. Su compañero Pablo Milanés, quien en alguna ocasión ha expuesto leves discordancias, reclamó los cambios “prometidos y no cumplidos” por Raúl Castro. Más allá ha ido su compatriota y escritora Ena Lucía Portela, hasta ahora única integrante de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en firmar el manifiesto “Yo acuso al Gobierno cubano”. La UNEAC ha pedido detener “una nueva agresión (mediática) contra un país bloqueado y acosado sin piedad”.

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La muerte de Zapata y la vigésimo tercera huelga de hambre de un Fariñas dispuesto esta vez a morir no han caído pues en saco roto. Su suicidio por motivos políticos ha dado alas dentro y fuera del país a una disidencia herida de muerte desde 2007, cuando el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, rechazó reunirse con la oposición en una visita a Cuba abriendo así una pauta de actuación seguida por otros países europeos en pro de una mejor relación con el país. Ahora se entiende menos que quienes la dictadura considera “mercenarios” a sueldo de EEUU sean capaces de morir por dinero y no por ideales.

También, aunque muy discretamente, se han avivado las voces divergentes de las bases del aparato que abogan por ciertos cambios en el sendero de la revolución.

“Orlando Zapata no ha muerto en vano”, asevera Jorge Moreta, quien destaca las condenas y las exigencias para la inmediata liberación de los 200 presos de conciencia que, según Amnistía Internacional, hay en Cuba. Además, el tiempo juega en contra de un Consejo de Estado cuya media de edad es de 71 años: “Un grupo de jubilados al frente de un país a la deriva”, en palabras del escritor. “¿Qué pasará cuando muera Fidel? Que lo enterrarán. Raúl, siguiendo la tradición familiar, se aferrará al poder hasta al fin de sus días. Ojalá que entonces se aparte a la actual cúpula de poder y Cuba descubra a su particular Adolfo Suárez, capaz de liderar una transición hacia la democracia”.

La muerte de Orlando Zapata, la firme decisión de Guillermo Fariñas de seguir sus pasos si no se libera a 26 presos políticos enfermos y las marchas reprimidas de las Damas Blancas han vuelto a poner a Cuba bajo el escrutinio internacional. El castrismo afronta una oleada de críticas a las que, por primera vez, se han sumado voces que hasta ahora habían apoyado al régimen comunista. A ello se añade una grave crisis económica en la que escasean alimentos básicos como pan y arroz.