El proyecto de Constitución de Chile se ha estrellado en un referéndum con amplia participación y rápidamente salen sectores afines al Gobierno a dejar claro que Boric y lo suyos no han cometido error alguno, que es todo culpa de los medios de comunicación chileno. Argumento un tanto peculiar si se tiene en cuenta que el mapa mediático chileno es el mismo que había en las pasadas elecciones cuando ganó la izquierda. 'La Grieta' en Argentina está más inflada que nunca tras el atentado a Cristina Fernández de Kirchner. ¿Quién tiene la culpa de la crispación creciente los últimos diez años? Los sectores afines al gobierno lo tienen claro: los medios de comunicación.

¿A quién culpaban Donald Trump y sus partidarios de su derrota electoral? Al villano favorito: los medios de comunicación. En España este discurso antimedios goza de gran predicamento desde hace tiempo. En los años ochenta brotó a un lado del escenario la corriente que podríamos denominar como 'el federiquismo', que durante años ha diagnosticado que todo lo malo que ocurre en este país es culpa de los medios de comunicación. El censo de crímenes atribuidos por esta corriente a los medios ha sido considerable (el terrorismo, el Plan Ibarretxe, el Estatut, que no se supiera la verdad del 11-M, la caída de Redondo, la llegada al poder de Zapatero o el procés) y el gran culpable de todas las maldades: el Grupo PRISA en general y Cebrián y Polanco en particular.

Como reproducirse es ley de vida, surgió hace poco de este corriente, otra, hermana siamesa del anterior, que bien podríamos llamar 'el pablismo'. Se presenta como antagónica, cuando su argumentación es más bien clónica. La culpa de todo lo malo que pasa en España es de los medios de comunicación: Pablo Casado no cayó de la presidencia del Partido Popular por otra cosa sino por una conspiración de los medios de comunicación y si Unidas Podemos no arrasó con 300 escaños en las elecciones generales de 2015 no fue por otra cosa que por las maniobras de pérfidos periodistas españoles. ¿Por qué un político va a perder tiempo haciendo autocrítica si puede culpar de todo a los medios?

Qué duda cabe que el discurso antimedios tienen en la vanidad de muchos periodistas, que de tanto repetir lo influyentes que son se lo han acabado creyendo, su mejor aliado. Las corrientes antimedios arremeten con frecuencia contra los accionistas de los medios, pero nunca critican la práctica periodística de anteponer al informar al nicho ideológico sobre hecho verificado. Siendo esta polarización lo que más daño ha hecho al sector mediático es lo único que los presuntos antimedios, evitan criticar. Es lógico, es de lo que viven.