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Los riesgos de especular con el mercado de CO₂ son más políticos que económicos
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Los riesgos de especular con el mercado de CO₂ son más políticos que económicos

El espectacular repunte de los créditos de carbono ha atraído la atención de los inversores, pero estos activos especializados no se libran de las limitaciones

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Además de materias primas, los créditos de carbono de la Unión Europea son herramientas políticas. Esta característica ha favorecido el espectacular repunte que han vivido durante el último año, pero también limita la capacidad de especulación financiera del mercado.

El régimen de comercio de derechos de emisión de la UE (RCDE) es el mayor mercado regulado de derechos de emisión del mundo. Todos los años, los grandes contaminadores europeos de determinados sectores, entre los que destaca la producción de electricidad, deben canjear un crédito por cada tonelada de carbono emitida. Los derechos de emisión repartidos son cada vez menos, y los créditos restantes se venden en subasta. Al principio, los precios del mercado se mantuvieron bajos, pero han ido subiendo desde que se implementó una reforma en 2018. El pasado martes, su valor ascendía a los 82 euros, o 93 dólares, frente a los 34 euros de hace un año.

Con el fin de animar a las empresas a que operen de forma más limpia, el número total de créditos se reducirá cada año, mientras que se espera que la demanda aumente, al menos a corto plazo, con el incremento de la electrificación y la extensión del programa. Parece la fórmula perfecta para una apuesta unidireccional, y corre el rumor de que podría darse una situación del estilo de un estrangulamiento de posiciones cortas ('short squeeze') a medida que las empresas se convierten en compradoras forzadas de un número cada vez menor de créditos.

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Lo que deben recordar los inversores es que la política también podría invertir la tendencia de la oferta. Aunque se venden como materias primas, los créditos de carbono no son entidades físicas. Las reglas del mercado se pueden ajustar si los precios no se ajustan a los objetivos de la UE.

Junto con una regulación más estricta y las subvenciones del Pacto Verde europeo, los créditos de carbono son una herramienta clave para descarbonizar la economía de la UE. Muchos esperan que, con el tiempo, el precio de los créditos supere los 100 euros por tonelada, generando fondos adicionales para la transición. Para Europa, la descarbonización es una oportunidad de situarse a la vanguardia de la próxima revolución industrial, además de una necesidad medioambiental.

Con este objetivo en mente, el RCDE parece funcionar lo suficientemente bien como para que la Unión construya sobre él. Recientemente, ha propuesto la creación de un "mecanismo fronterizo de ajuste de carbono", con el que se reclamaría una tasa sobre las importaciones provenientes de regiones sin impuestos sobre el carbono. También está expandiendo el mercado: se espera que el RCDE actual cubra los envíos, y se está elaborando uno nuevo para la construcción y el transporte que reflejara los diferentes gastos y retos asociados.

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No obstante, es crucial para los políticos de la UE que las empresas no dejen de ser competitivas durante la transición, por lo que el RCDE aún está en desarrollo. Es probable que intervengan si surgen problemas a la hora de mantener el equilibrio entre la transición y la competitividad.

Las regulaciones actuales permiten la inyección de derechos de emisiones adicionales si el precio supera tres veces la media de los dos años anteriores en seis meses. Pero seis meses es mucho tiempo, y si el precio del carbono sube lo suficiente como para amenazar a su base industrial, la Unión podría cambiar las reglas del juego.

En la UE, la toma de decisiones suele tardar años, pero, ante algunas crisis, el bloque ha actuado con rapidez. El aumento del precio del carbono a niveles desorbitados podría considerarse una crisis. Los precios de la energía son un tema candente, en especial desde que surgió el movimiento de los chalecos amarillos en Francia, en 2018. Las autoridades usaron otras herramientas para hacer frente a la crisis energética de este invierno, debido sobre todo a que se espera que sea temporal y a que los precios de las emisiones de carbono no fueron la causa. Un aumento significativo de estos precios probablemente provocaría una respuesta diferente, sobre todo si se debe a la especulación.

Los inversores hacen bien al usar los créditos del RCDE para protegerse del aumento de los costes del carbono y apostar por la transición verde, pero todo tiene un límite. Si intentan colarse demasiados, podrían arruinar la fiesta.

*Contenido con licencia de 'The Wall Street Journal'.

Además de materias primas, los créditos de carbono de la Unión Europea son herramientas políticas. Esta característica ha favorecido el espectacular repunte que han vivido durante el último año, pero también limita la capacidad de especulación financiera del mercado.

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