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De Greenspan a Yellen: la Fed de 2014 se mira con temor en el espejo de 2004
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el reto de la normalización monetaria

De Greenspan a Yellen: la Fed de 2014 se mira con temor en el espejo de 2004

Hace hoy diez años, la Fed de Greenspan comenzó su "mesurada" subida de los tipos. Una década después, la Fed de Yellen lo tiene muy presente...

Foto: De izquierda a derecha, los cuatro últimos presidentes de la Fed: Janet Yellen, Paul Volcker, Alan Greenspan y Ben Bernanke
De izquierda a derecha, los cuatro últimos presidentes de la Fed: Janet Yellen, Paul Volcker, Alan Greenspan y Ben Bernanke

Ocurrió un 30 de junio. ¿De qué año? De 2004. Hoy, por tanto, se cumplen 10 años exactos. Ese día, a las ocho y cuarto de la tarde -hora española-, la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, anunciaba una subida de los tipos de interés oficiales. Los elevaba del 1 al 1,25%. Era el primer incremento desde el año 2000. Precisamente porque los aumentos no habían abundado en los últimos tiempos, el entonces presidente de la entidad, Alan Greenspan, quiso tranquilizar a los inversores, a los banqueros, a los empresarios y a los hogares. Los mimó precisando que no se iniciaba un ciclo de rápidas y bruscas subidas, sino que comenzaba un proceso de aumentos "mesurados".

Los tipos venían de estar en el 1%, el nivel más bajo en medio siglo en EEUU, durante un año. Y esa promesa de que solo iban a subir poco a poco envió un claro mensaje: tranquilos, no arruinaremos la recuperación. Pero había un problema: la recuperación ya estaba en marcha -en 2003 el crecimiento había aumentado hasta el 2,8% y en 2004 l o hizo al 3,8%-, y ese lento repunte de los tipos garantizaba que los costes de financiación iba a continuarsiendo históricamente bajos. De hecho, los tipos reales no llegaron a ser positivos -es decir, a situarse por encima de la inflación- hasta bien entrado 2005, con lo que la política monetaria de la Fed continuó siendo eminentemente expansiva.

Todo ello conformó un cóctel que el tiempo reveló explosivo: crecimiento económico sin inflación, por un lado, ybajos costes de financiación que estimulaban el crédito,la compra de casas y la escalada de otros activos financieros -bolsa y renta fija-, por otro.

Ese error de cálculo de Greenspan ocupa un lugar muy destacado en el escalafón de responsabilidades de la crisis. Pero no es el motivo por el que ese precedente está ahora más fresco que nunca. Si es así se debe a que, más pronto que tarde, la actual presidenta de la Fed, Janet Yellen, se va a enfrentar a la misma tesitura que Greenspan hace 10 años. Bueno, a la misma no: o otra con una complejidad superlativa, puesto que afronta el reto de desmontar un experimento monetario sin precedentes.

De algún modo, Greenspan ya lleva tiempopresente en la estrategia de salida de la Fed. El economista jefe de Nomura Research Institute, Richard Koo,sostienedesde hace mesesque el actual tapering de la Fed -es decir, el proceso en el que viene reduciendo el tercer programa de compras de activos (QE3) paso a paso, con reducciones de10.000 en 10.000 millones-está inspirado en las "mesuradas" subidas de tipos de Greenspan.

De algún modo, y consciente de la bancocentraldependencia de los mercados, primero el sucesor inmediato de Greenspan, Ben Bernanke, y ahora Janet Yellen, se están ocupando de mimar a los inversores y los agentes económicos y financieros con ese recorte paulatino del QE3. Y a su vez, este proceso certifica que más adelante, cuando llegue el momento de subir los tipos, seguirá la misma estrategia. Es decir, la versión 2.0 de la mesurada subida de los tipos de Greenspan llega por partida doble una década después: primero con el QE3 y luego con el precio del dinero.

Pero aún hay más. Aunque fue mesuradoy lento, el ciclo iniciado por Greenspan en 2004 deparó dos años de incrementos de los tipos, que los llevaron del 1 al 5,25%. Y ahí emergieron los efectos secundarios: para una economía acostumbrada a convivir con unos bajos intereses, hasta una gradual subida de los tipos es mucho para las empresas y los hogares.

Por eso todo indica que Yellen se lo pensará más de dos veces a la hora de iniciar el repunte del precio del dinero. Querrá estar segura de que la recuperación está asentada y de que esas empresas y esos hogares podrán soportar ese encarecimiento de los tipos. Y ahí es donde crece otra de las dudas actuales: ¿esperará tanto la Fed que llegará tarde?

"La Fed sigue analizando erróneamente la conveniencia de la política monetaria actual, tanto desde el punto de vista económico como financiero. La economía crecerá por encima del potencial en el año en curso y en los dos siguientes y, en 2016, se espera que la tasa de paro caiga por debajo de la natural", avisan los expertos de Intermoney. Desde su punto de vista, ese error de cálculo ya tiene manifestaciones peligrosas. "Por el lado de los mercados, estamos viendo como el fuerte auge del valor de los activos financieros amenaza la estabilidad. La evidencia de burbuja del crédito es más palpable y preocupante", advierten.

Entonces, ¿por qué no hace algo ya? "La entidad monetaria tiene las manos atadas, ha mantenido la política monetaria expansiva demasiado tiempo y una retirada acelerada a día de hoypodría llevarse por delante todo el trabajo realizado. La Fed no tiene más remedio que realizar una salida muy progresiva y esperar que la burbuja pierda peso por sí sola, con el respaldo de la recuperación", sentencian desde Intermoney.O dicho de otro modo:Yellen, como antes Greenspan, ha quedado presa de sus palabras y su política. Esta vez no es diferente.

Ocurrió un 30 de junio. ¿De qué año? De 2004. Hoy, por tanto, se cumplen 10 años exactos. Ese día, a las ocho y cuarto de la tarde -hora española-, la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, anunciaba una subida de los tipos de interés oficiales. Los elevaba del 1 al 1,25%. Era el primer incremento desde el año 2000. Precisamente porque los aumentos no habían abundado en los últimos tiempos, el entonces presidente de la entidad, Alan Greenspan, quiso tranquilizar a los inversores, a los banqueros, a los empresarios y a los hogares. Los mimó precisando que no se iniciaba un ciclo de rápidas y bruscas subidas, sino que comenzaba un proceso de aumentos "mesurados".

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