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Un mundo cero emisiones: oportunidades y muertos en el camino hacia 2050
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5 BILLONES ANUALES DE INVERSIÓN

Un mundo cero emisiones: oportunidades y muertos en el camino hacia 2050

No hay revolución sin sacrificios y el ambicioso objetivo de lograr que el mundo llegue a cero emisiones de dióxido de carbono en 2050 supone adoptar desde ya medidas dolorosas

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Desde hace años se viene hablando del cambio climático, del calentamiento global y de la necesidad de políticas activas que frenen su avance. Un mensaje que va calando en la conciencia colectiva, pero que requiere de acciones más drásticas para evitar que la temperatura global suba en 1,5 grados. No hay revolución sin sacrificios y el ambicioso objetivo de lograr que el mundo llegue a cero emisiones de dióxido de carbono en 2050 supone adoptar desde ya medidas dolorosas que van a repercutir, directa e indirectamente, sobre todos los aspectos de la vida, especialmente sobre el económico.

Esta semana, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha dado a conocer un extenso informe con más de 400 hitos para marcar el camino que tiene que seguir el sector global de la energía hacia el objetivo 'Net Zero by 2050' y la conclusión más llamativa y una de las que más implicaciones tiene pasa por no invertir más en proyectos de energías fósiles ni en la creación de nuevas plantas de carbón.

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Esto tendría un efecto inmediato en el mercado del petróleo, que ya venía arrastrando más de 6 años la reducción de la inversión con el impacto directo que ello tiene en la producción global y, por extensión, en el precio del barril, que a día de hoy se mueve en el entorno de los 65 dólares. En su informe la AIE defiende que no se hagan nuevas prospecciones de petróleo o gas natural, lo que para dentro de 30 años va a suponer una caída de la oferta de petróleo de la Organización de Países Exportadores (OPEP) del 52% y que esta se concentre en pequeños productores de bajo coste.

Esto obliga a las empresas del sector a acometer una reconversión total en la que va a haber claros ganadores y perdedores. Tanto es así que el organismo calcula que para 2030 es necesario haber subido el gasto en inversión a 5 billones anuales para conseguir reconvertir todo el sector energético mundial. Con ello hay que conseguir que la demanda global sea para ese año un 8% inferior a la actual, pero con una economía habrá crecido para entonces más del doble y una población 2.000 millones de personas superior a la actual.

Pasar de un modelo en el que petróleo, carbón y gas suponen el 78% a otro en el que el 90% de la generación eléctrica proceda de fuentes renovables

Y es que se busca pasar de un modelo en el que actualmente el petróleo, carbón y gas natural suponen el 78% a otro en el que el 90% de la generación eléctrica proceda de fuentes renovables y el resto sea nuclear. Para ello se tiene que acometer "un desarrollo inmediato y masivo de todas las energías limpias disponibles", asegura el organismo. Esto pasa por sumar cada año 630 Gw más de solar hasta 2030 y 390 Gw anuales más de eólica, lo que supone multiplicar por cuatro el crecimiento récord que han experimentado en 2020.

A esto hay que sumar que el informe apunta entre sus hitos que para 2035 ya no se vendan coches de combustión y que en 2040 todo el sector eléctrico alcance las cero emisiones, lo que supone, incluso, acabar con las centrales de carbón como backup de renovables.

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Pero todo esto no se puede conseguir con la tecnología disponible en estos momentos. De hecho, para 2050 al menos la mitad de la reducción de emisiones se habrán conseguido gracias a tecnologías que ahora se encuentran en prototipos. Identificarlas supone una oportunidad de inversión excepcional para subirse a la ola de la nueva revolución que va a cambiar la historia. Por no hablar de los millones de puestos de trabajo que la AIE estima que se van a crear con este proceso. No en vano, este camino hacia 2050 va a sumar 0,4 puntos porcentuales anuales al crecimiento de la economía mundial.

Un proceso no exento de peligros. En términos de mercado, la volatilidad del precio y suministro por el aumento de la dependencia de minerales clave para la fabricación de baterías, máquinas, motores, molinos de viento, paneles solares, etc., es uno de esos riesgos a los que nos enfrentamos. También que no se consiga lograr al mismo tiempo un suministro energético estable y asequible, que tenga acceso universal y que facilite un crecimiento robusto sin desigualdades.

Desde hace años se viene hablando del cambio climático, del calentamiento global y de la necesidad de políticas activas que frenen su avance. Un mensaje que va calando en la conciencia colectiva, pero que requiere de acciones más drásticas para evitar que la temperatura global suba en 1,5 grados. No hay revolución sin sacrificios y el ambicioso objetivo de lograr que el mundo llegue a cero emisiones de dióxido de carbono en 2050 supone adoptar desde ya medidas dolorosas que van a repercutir, directa e indirectamente, sobre todos los aspectos de la vida, especialmente sobre el económico.

Agencia Internacional de la Energía (AIE) Petróleo