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"Ante un huracán, la demanda de efectivo sube el 500%, nadie quiere dinero digital"
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BRETT SCOTT

"Ante un huracán, la demanda de efectivo sube el 500%, nadie quiere dinero digital"

Brett Scott es un exbróker del mercado de derivados que ha cosechado fama internacional al enfrentarse a todo aquello que un día representó

Foto: Brett Scott, autor del libro 'Hackeando el futuro del dinero'.
Brett Scott, autor del libro 'Hackeando el futuro del dinero'.

En un mundo cada vez más digital, el debate sobre la desaparición del dinero en efectivo es inevitable. La penetración de las 'fintech' en una sociedad cada vez más tecnológica lleva a pensar que dentro de no mucho tiempo las monedas o billetes serán solo piezas en los museos. Un avance que, 'a priori', parece suponer solo ventajas. Pero, sin embargo, podría no ser oro todo lo que reluce.

Al menos eso es lo que está tratando de hacer ver Brett Scott, un exbróker del mercado de derivados que ha cosechado fama internacional al enfrentarse a todo aquello que un día representó. No en vano, se ha convertido en un conocido activista financiero y tras sus artículos en 'The Guardian' ha dado un paso más con el libro 'Hackeando el futuro del dinero', en el que denuncia el interés de los bancos en la desaparición del dinero en efectivo y los riesgos que supone un mundo que solo se mueva con dinero digital, en tanto que quedaremos a merced de las entidades financieras.

PREGUNTA. Defiende que el fin del dinero en efectivo nos dejará a merced de los bancos... ¿Qué poder ganarán que no tengan actualmente?

RESPUESTA. Hoy en día, los bancos tienen el control del crédito, así como de la economía productiva. En una sociedad en la que el efectivo desapareciera, estaríamos obligados a utilizar el sistema bancario para cualquier transacción económica, por lo que los bancos estarían al tanto de cada uno de los pasos que diéramos, con acceso a información muy delicada. Tendrían mucho más control, una mayor vigilancia sobre todo lo que hacemos e, incluso, podrían censurar y bloquear todo aquello que no les guste, impidiéndonos pagar en determinadas situaciones.

Foto: Dinero físico. (iStock)

P. ¿El dinero electrónico no podría ser un mal menor frente al blanqueo de capitales y el control de actividades delictivas?

R. En absoluto se trata de un mal menor. A través de los pagos digitales se pueden formalizar los sistemas económicos y combatir las actividades delictivas, es cierto, pero el precio a pagar por ello es la concesión de un mayor poder a la banca y a los intermediarios de pago, que no rinden cuentas. A esto, habría que añadir que el usuario quedaría más expuesto a nuevos riesgos, como los fraudes o los ciberataques, y tendría una mayor dependencia de este tipo de plataformas. Por ejemplo, si hubiese problemas de electricidad a nivel general, ¿cómo podría el usuario realizar sus compras, incluyendo las de primera necesidad?

Nos dicen que el pago digital puede evitar el fraude, pero olvidamos que los bancos tienen divisiones que ayudan a los clientes a evadir impuestos

Es más, yendo un paso más allá, estamos dando por hecho que, con la economía digital, el sector financiero va a dar solución con toda seguridad a las actividades delictivas, y esto no tiene por qué ser así. En el caso de los impuestos, por ejemplo, nos aseguran que mediante el pago digital se puede evitar el fraude fiscal, pero nos olvidamos de que hoy en día los bancos tienen divisiones enteras que ayudan a los clientes a evadir impuestos. Eso no se va a solucionar acabando con el dinero en efectivo.

P. La desaparición de monedas y billetes, ¿a qué capas de la población afectaría especialmente?

R. Aunque en circunstancias extremas todo el mundo se vería perjudicado, las capas más afectadas por la desaparición del efectivo serían principalmente aquellas con menor poder adquisitivo. En una sociedad donde existiera únicamente el pago digital, si eres pobre y no tienes cuenta bancaria, quedarías totalmente excluido de la economía.

Para entenderlo mejor, suelo hacer una comparación con el sistema de transporte. Idealmente, desearíamos tener un sistema en el que conviviesen bicicletas y coches, pero si desaparecen las bicicletas, las personas sin acceso a los coches únicamente podrán caminar. Evidentemente, en esta comparación, el pago en efectivo sería la bicicleta, que es más lenta pero a la vez más accesible e inclusiva para la población.

P. ¿Cree que el cambio de dinero metálico a electrónico realmente va a influir negativamente en el día a día de personas normales y corrientes?, ¿cómo va a hacerlo?

R. Limitar las posibilidades al pago digital podrá parecer a corto plazo una opción más cómoda, ya que no sería necesario ir al cajero automático o a la sucursal bancaria para sacar dinero en efectivo, pero en el fondo entraña muchos riesgos para el usuario. Como decía antes, una persona pobre que no tuviera cuenta bancaria directamente se quedaría fuera del sistema y no tendría modo alguno de pagar absolutamente nada. La exclusión sería, por tanto, la principal consecuencia que notaría el usuario en su día a día.

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P. ¿Cree que la llegada del dinero electrónico va a ocasionar un mayor desequilibrio entre países desarrollados y países emergentes?

R. Si el dinero electrónico se posiciona como única opción de pago, sí, ese desequilibrio entre países desarrollados y emergentes va a aumentar. En definitiva, ocurriría lo mismo que explicaba anteriormente sobre la exclusión pero a gran escala, llegando a afectar a naciones enteras.

P. ¿Hay motivaciones ocultas detrás de este proceso? ¿Por parte de quién o quiénes?

R.El efectivo, que es dinero estatal, compite directamente con el sistema digital, que es el dinero de los bancos. Debido a esta competencia, los bancos tienen un incentivo natural para librarse del efectivo, ya que además desean reducir sus costes y automatizar todos los procesos. Con esta finalidad, denuestan la utilización del 'cash', asegurando que es un método de pago que favorece la evasión fiscal, al tiempo que hacen un alegato a favor del pago digital, calificándolo de moderno y futurista. Pero, eso sí, dan a conocer solamente las bondades y ocultan las desventajas que tiene, como son la vigilancia, la censura y la exclusión.

P. ¿No cree en el papel que juegan los bancos centrales y demás reguladores para evitar un posible abuso por parte de los bancos?

R. Desde los gobiernos y bancos centrales se están dando cuenta de las consecuencias de librarse del efectivo. Necesitamos dinero desconectado y las administraciones deberían protegerlo.

P. ¿Cuál sería el sistema ideal, a su juicio?

R. La clave está en un sistema económico en el que exista un balance de elementos y se mantenga la combinación de pago en efectivo y digital, para que cada uno pueda tener la libertad de elegir una u otra opción cuando lo considere oportuno. Además, es importante que los ciudadanos estén informados de los pros y contras de ambos.

Ante un apagón o una crisis bancaria, los ciudadanos descubrirán de repente lo útil que es el efectivo porque sigue funcionando cuando el gran sistema cae

Hay que tener en cuenta que, en este sentido, existe una gran desigualdad, ya que el sistema de efectivo está regulado por los bancos centrales, mientras que los sistemas de pago digital están controlados por bancos y empresas privadas de pago. Estos últimos disponen de elevados presupuestos para promover el pago digital, pero los bancos centrales no dedican presupuesto a fomentar el efectivo, produciéndose una gran desinformación.

En definitiva, lo ideal es que se potencie un sistema alternativo basado en la democracia y el bien común, y en el que exista un equilibrio entre los criterios económicos y los objetivos sociales y medioambientales.

P. Entonces, ¿usted se consideraría un defensor de las criptodivisas, en tanto que el Blockchain es un sistema creado para saltarse a los intermediarios en las transacciones?

R. Las comunidades que apoyan las criptodivisas consideran que el bitcoin brinda más confianza que el sistema financiero, pero yo no estoy de acuerdo. Una sociedad en la que solo hubiese criptomonedas tendría un sistema monetario más rígido y estático, pero la realidad es que vivimos en un mundo dinámico.

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Además, las criptomonedas entrañan más riesgos para los usuarios, ya que no son realmente una moneda de uso, sino un 'token', el equivalente digital de un simple trozo de papel en blanco. En el sistema financiero internacional que tenemos, se necesita mucho más que eso.

P. ¿Es realmente posible frenar su avance?

R. El pago digital es una opción que va a seguir estando ahí, pero es necesario evitar que se quede como la única vigente. Hay que entender la batalla del efectivo como una estrategia destinada a proteger al capitalismo tanto de sí mismo como de otros capitalismos nuevos, como es el de la vigilancia, que puede tomar el control por completo. El objetivo no es lograr un cambio radical, sino detener algo que no se está haciendo bien y que puede terminar llevándonos a una realidad mucho peor.

Foto: Foto: Jonas Leupe (Unsplash). Opinión
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P. ¿Qué puede hacer la sociedad para impedir la desaparición del dinero en metálico?

R. No creo que el dinero en metálico vaya a desaparecer. Ante un apagón o una crisis bancaria, los ciudadanos descubrirán de repente lo útil que es el efectivo porque sigue funcionando cuando el gran sistema cae.

Por ejemplo, el año pasado tuve la oportunidad de conversar con trabajadores de la Reserva Federal Estadounidense (Fed) y, según me contaron, cuando se aproxima un huracán, la primera consecuencia es una demanda súbita de dinero en efectivo de hasta el 500%. Nadie quiere dinero digital ante una amenaza.

Es importante que seamos conscientes de ello y de las graves consecuencias que tendría que existiera únicamente el pago digital. Continuar usando efectivo a diario es una buena forma de luchar contra la gentrificación del pago.

En un mundo cada vez más digital, el debate sobre la desaparición del dinero en efectivo es inevitable. La penetración de las 'fintech' en una sociedad cada vez más tecnológica lleva a pensar que dentro de no mucho tiempo las monedas o billetes serán solo piezas en los museos. Un avance que, 'a priori', parece suponer solo ventajas. Pero, sin embargo, podría no ser oro todo lo que reluce.

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