La conservación de la naturaleza da una zancada: casi un tercio del planeta estará protegido en 2030

El ministro chino de Medio Ambiente y presidente de la conferencia, Huang Runqiu, ponían fin esta madrugada a la cumbre de biodiversidad de Kunming-Montreal picando enérgicamente con el mazo sobre la mesa presidencial. Un sonido que, sin embargo, quedaba solapado por el entusiasta aplauso de las casi 200 delegaciones participantes. Y no es para menos. El flamante Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal supone un paso de gigante para lograr detener la destrucción de la naturaleza y recuperar los espacios y las especies que hemos perdido durante décadas de desdén hacia los servicios que nos prestan los ecosistemas naturales y el alto valor de la biodiversidad que albergan.

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Hasta ahora, menos de un 17% de la superficie terrestre y apenas un 10% de los mares del planeta estaban amparados por alguna figura de protección. El documento aprobado la pasada madrugada en Canadá, al que muchos ya han empezado a nombrar como Acuerdo 30+30+30, fija sus principales objetivos en alcanzar la protección del 30% de la superficie terrestres y el 30% de los océanos para 2030, lograr que el 30% de los ecosistemas degradados sean restaurados y destinar 30 mil millones de dólares anuales a la conservación de la naturaleza.

Euforia europea

La delegación europea, encabezada por el comisario de Medio Ambiente de la UE, el lituano Virginijus Sinkevičius, no podía ocultar su euforia por los puntos de acuerdo alcanzado y hablaba directamente de un momento París por la naturaleza aludiendo a la histórica aprobación del Acuerdo de París sobre el clima en la cumbre celebrada en la capital francesa hace ahora siete años.

En opinión del comisario europeo, el nuevo marco de biodiversidad global supone “un plan para salvar toda la vida en la Tierra durante generaciones”. El pacto, que consta de cuatro objetivos principales y 23 metas, hace una mención especial a la necesidad de detener los daños causados por el uso de agroquímicos tanto en los suelos y las aguas como en la biodiversidad, especialmente en los insectos polinizadores. Para ello propone reducir a la mitad el uso de fertilizantes sintéticos, revisar el empleo de pesticidas y endurecer la normativa sobre su uso.

Cautela ecologista

Las organizaciones conservacionistas valoran positivamente que, tras años de retraso, el mundo cuente con un marco de acción común para detener la pérdida de biodiversidad, pero alertan de las dificultades que puede conllevar transformar en acciones concretas un texto al que acusan de demasiado genérico.

Para Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife, “hay avances relevantes en materia de conservación, como el compromiso de proteger y conservar el 30% de la tierra y los océanos para 2030 o las metas sobre financiación y los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales”. Sin embargo, aborda con demasiada ambigüedad una cuestión que requiere un mayor nivel de compromiso internacional, pues en su opinión “no es que no haya tiempo que perder, es que debemos recuperar el tiempo perdido para proteger la naturaleza y, con ello, nuestra propia salud”, algo a lo que “la falta de detalles y el lenguaje vago utilizado en algunas partes del acuerdo no ayuda”.