Regeneración hídrica y otras medidas para garantizar el agua en una España cada vez más seca

El 24 de octubre se celebra el Día Internacional contra el Cambio Climático, una fecha que busca concienciar y movilizar a la sociedad acerca de los efectos del calentamiento global sobre el planeta. También es la antesala de la Conferencia anual de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28), que tendrá lugar del 30 de noviembre al 12 de diciembre en Dubái.

Uno de los efectos de los que hablamos es el impacto directo que está teniendo el cambio climático sobre los recursos hídricos, tanto en su disponibilidad —que es cada vez menor— como en su calidad; ambos factores determinantes para la salud de los ecosistemas y las personas. El reto actual se centra en garantizar su disponibilidad en el futuro, un desafío que requiere el desarrollo de soluciones innovadoras que permitan mitigar los efectos del cambio climático y también el impulso de ciudades más sostenibles.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua 2023, celebrada el pasado mes de marzo, se adoptó la Agenda de Acción para el Agua, un plan en el que se incluyeron 689 compromisos como la digitalización del ciclo integral del agua para gestionar su demanda de forma más eficaz, mejorar las infraestructuras, desarrollar nuevas capacidades operativas o aplicar la tecnología para potenciar el aprovechamiento de los nuevos recursos hídricos como la regeneración de las aguas residuales o la desalinización, entre otros. Para llevar a cabo todo ello, se estimó la necesidad de una financiación de 300.000 millones de dólares.

La situación actual en España

España se sitúa como uno de los países más afectados de la Unión Europea por los episodios de sequía que se producen en el territorio, que cada vez son más frecuentes. Los datos hablan por sí solos: según el informe sobre la gestión de la sequía de 2023, el 14,6% del territorio está en emergencia por escasez de agua y el 27,4% en alerta.

“El año hidrológico 2022-23 está teniendo un carácter generalmente seco en el conjunto de España, debido a que la precipitación media se sitúa un 17,1% por debajo del valor normal de referencia de los mismos meses del periodo 1991-2020”, se indica en el estudio. Aunque la DANA de septiembre mejoró la humedad del suelo y recuperó el volumen de almacenamiento hídrico, no ha solucionado los problemas existentes. Todo esto se traduce en diferentes afectaciones en el sector agrario, especialmente en los cultivos extensivos y los pastos, con una reducción en torno al 40% en la producción de cereales en otoño-invierno respecto a 2022.

En el marco de los planes hidrológicos 2022-2023, “el Ejecutivo prevé una inversión de 11.839 millones para impulsar la desalación y la reutilización, así como la eficiencia de los recursos, a través de la mejora de las conducciones e infraestructuras de regulación. A esta dotación se suman, además, 3.060 millones del Perte de digitalización del agua, que impulsa el uso de nuevas tecnologías y big data, lo que supondrá un avance cualitativo en la gestión del agua y la sequía”, se indica en el informe del Gobierno.

Impulsar la innovación

En lo que a regeneración del agua se refiere, en España uno de los proyectos que ya se está llevando a cabo es el de la transformación de las depuradoras tradicionales en ecofactorías, por parte de Agbar, del grupo Veolia. Su objetivo es regenerar agua para nuevos usos en la agricultura, como el riego agrícola; además de en la industria y en las propias ciudades, con el riego de parques y jardines o la limpieza de las calles. Algunos de los proyectos más destacados de esta transformación son la ecofactoría BioSur de Granada, gestionada por Emasagra (parte de Agbar) y la del Baix Llobregat, en Barcelona, de Aigües de Barcelona. En el caso de Baix Llobregat, el uso principal es el prepotable, enviando el agua depurada y regenerada al río, arriba de la potabilizadora de Sant Joan Despí. Esto supone que el 25% del agua que consumen los municipios gestionados por Aigües de Barcelona proviene, actualmente, de agua regenerada. Por otro lado, las ecofactorías también valorizan los residuos para nuevos recursos; por ejemplo, los lodos de depuración como abono en agricultura, y producen energías renovables con el fin de conseguir el autoabastecimiento de la planta.

Respecto al papel de la digitalización, Agbar cuenta con la red Dinapsis para la gestión del agua y la salud ambiental de los territorios. Para ello, hace uso de tecnologías punteras como la monitorización en remoto o la algoritmia basada en inteligencia artificial que convierten los datos en información útil para la toma de decisiones en torno a los recursos hídricos. Actualmente, hay una decena de estos centros repartidos en el territorio nacional, cada uno de ellos especializado en función del lugar en el que se ubica para acelerar la innovación del ecosistema local.

Estas dos acciones permiten impulsar la transformación del ciclo del agua a través de servicios que optimizan las operaciones y fomentan la salud ambiental con planes como la descarbonización o la gestión de espacios verdes. Su base es la economía circular que, al contrario que los sistemas actuales de producción y consumo lineal, imita a la naturaleza y elimina de la ecuación el concepto de residuo para acercarnos a un futuro más sostenible en el que se reduzca la presión sobre los recursos hídricos.