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­Auge y caída de EH Bildu: la dudosa estrategia electoral de los de Otegi
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ANÁLISIS

­Auge y caída de EH Bildu: la dudosa estrategia electoral de los de Otegi

La contumaz negativa de Pello Otxandiano para calificar de terrorista la andadura de ETA complica las posibilidades de la izquierda 'abertzale' para el domingo

Foto: Pello Otxandiano con Otegi a sus espaldas en un mitin en Tolosa. (EFE/Javi Colmenero)
Pello Otxandiano con Otegi a sus espaldas en un mitin en Tolosa. (EFE/Javi Colmenero)
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El guion electoral de EH Bildu ha saltado por los aires en el tramo final de la campaña vasca. Desde mucho antes de la convocatoria electoral, la consigna interna se resumía en no hacer ruido para homologarse al resto de partidos. Nada de maximalismos soberanistas, ni declaraciones altisonantes. Memoria de pez respecto al pasado: sólo debía alcanzar para criticar la gestión de la coalición PNV-PSE de los últimos ocho años, poniendo el énfasis en el supuesto desgaste de los servicios públicos, especialmente en el de Osakidetza (Servicio Vasco de Salud). Nada de mirar más atrás, para conjurar el riesgo de que alguien les recordara a ETA.

La Semana Santa y el triunfo copero del Athletic contribuyeron a que la campaña comenzara plana. Y el candidato a lehendakari de EH Bildu, Pello Otxandiano, se movió como pez en el agua en el estanque. Caracterizado por sus asesores de imagen como hombre sosegado, de tono monocorde y maneras exquisitas, pretendió situarse en la centralidad y arrebatársela al PNV. Las encuestas del fin de semana pasado avalaron esa estrategia, colocando a los de Otegi en una posición que ni hubieran soñado hace pocas semanas: por delante de la formación jeltzale en escaños e incluso en votos.

Parecían en disposición de hacerse con el grueso de quienes dieron la victoria a Podemos en las elecciones generales de 2015 y 2016 en Euskadi, rascando además de aquí y de allá. Aún sabiendo que no iban a poder gobernar por la negativa de los socialistas a investir a un candidato de la izquierda abertzale, el golpe en el tablero político vasco podía ser de órdago en caso de confirmarse las expectativas demoscópicas. Tocaban el sorpasso con la punta de los dedos y su euforia contenida así lo atestiguaba. Hasta que un periodista radiofónico preguntó a Otxandiano si consideraba terrorista la actividad de ETA y este sólo acertó a titubear con tal de no expresar lo que piensa realmente.

Giro de los acontecimientos

No es la primera vez que los portavoces de EH Bildu tratan de evadirse ante una interpelación periodística tan básica, enmarañando la respuesta a base de circunloquios. Sólo ha cambiado el momento. Es muy torpe hacerlo a cuatro días del cierre de una campaña electoral en la que todo apuntaba a una victoria. Y de la mano de un candidato a lehendakari cuya imagen pretendidamente inmaculada se ha construido durante meses con esmero, obrando casi un prodigio político. El jarrón chino se ha roto y el debate de ayer en la televisión vasca no sirvió para recoger los pedazos y recomponerlo. A Otxandiano se le vio desorientado. Más aún, perdido.

Foto: El candidato del PNV a 'lehendakari', Imanol Pradales (2i), durante el debate electoral, en la sede de EiTB en Bilbao. (Europa Press/H. Bilbao) Opinión

Los dos debates de ETB han sido un claro exponente de la evolución de los acontecimientos. Hace sólo una semana, en el del canal en euskera, el aspirante de la izquierda abertzale a la Lehendakaritza aparecía con ínfulas de estadista, lejos del barullo y llamando a tejer diversos consensos entre todos los partidos, salvo el PP y Vox. Ayer, por contra, se mostró alicaído, sin energía, pertrechado en generalidades varias y sin capacidad para traspasar la pantalla. A pesar de que sus declaraciones de la víspera apenas fueron objeto de debate y el resto de partidos se contuvieron, quedó patente que algo había cambiado. Que la estrella de Otxandiano ya no brillaba.

En ese contexto, fue Imanol Pradales el que mayores réditos obtuvo. Participó en el debate poco después de sufrir un ataque con spray de pimienta que le llevó al hospital tras un mitin en Barakaldo y que, incluso, le dejó sin visión durante unos minutos. Y lo hizo con determinación, ubicándose en la centralidad y exponiendo las costuras de la propuesta política de EH Bildu, no sólo en el apartado ético sino también en el de la falta de concreción de las propuestas, sin olvidar el intento de desarmar a la Ertzaintza o el perjuicio que podría llegar a causar a la economía vasca que llegue a Ajuria Enea.

Foto: El candidato de EH Bildu a 'lehendakari', Pello Otxandiano. (EFE/L. Rico)

El candidato jeltzale se mostró muy sólido. Y era el día de hacerlo. Porque la pugna es sólo entre dos. Los demás llevan tiempo braceando en una campaña de nicho. El PSE-EE, para aportar los escaños que den la mayoría absoluta a un gobierno con el PNV; el PP, para que eso no suceda y su previsible estancamiento se compense con un papel decisivo; Elkarrekin Podemos y Sumar, para seguir dando bocanadas de aire a costa de ahogar al otro; y Vox, con una agenda que en Euskadi es marginal y pretendiendo beneficiarse en Álava de un sistema electoral que iguala a los tres territorios al margen del número de electores de cada uno.

Cerca de medio millón de vascos siguieron el debate y, a buen seguro, un número significativo de indecisos despejó sus dudas. La sensación tras el minuto de oro final es que aún hay partido el domingo. Que a EH Bildu se le va a hacer muy largo el último tramo de la campaña y que al PNV incluso le convendría que se alargara unos días más.

El guion electoral de EH Bildu ha saltado por los aires en el tramo final de la campaña vasca. Desde mucho antes de la convocatoria electoral, la consigna interna se resumía en no hacer ruido para homologarse al resto de partidos. Nada de maximalismos soberanistas, ni declaraciones altisonantes. Memoria de pez respecto al pasado: sólo debía alcanzar para criticar la gestión de la coalición PNV-PSE de los últimos ocho años, poniendo el énfasis en el supuesto desgaste de los servicios públicos, especialmente en el de Osakidetza (Servicio Vasco de Salud). Nada de mirar más atrás, para conjurar el riesgo de que alguien les recordara a ETA.

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