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"Igual escucháis que ETA no fue para tanto...": la carta de la Fundación Blanco a los jóvenes
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con motivo del 23 aniversario de su asesinato

"Igual escucháis que ETA no fue para tanto...": la carta de la Fundación Blanco a los jóvenes

Dirige una misiva a quienes "no conocen" al edil del PP asesinado para que las nuevas generaciones sean conscientes de "las consecuencias del terrorismo" ante el intento de blanquear a ETA

Foto: Ciudadanos portan carteles en apoyo a Miguel Ángel Blanco durante su secuestro en julio de 1997. (EFE)
Ciudadanos portan carteles en apoyo a Miguel Ángel Blanco durante su secuestro en julio de 1997. (EFE)

“Queridos jóvenes: Miguel Ángel Blanco tenía 29 años cuando fue secuestrado un 10 de julio de 1997, había nacido en Ermua, se había licenciado en Económicas, le gustaba la música, tocaba la batería en un grupo, tenía familia: su madre Consuelo Garrido y su padre, Miguel Blanco, y una hermana menor, Marimar. Miguel Ángel se sentía vasco y español en una tierra en la que por sentirte vasco y español podían asesinarte”.

Con estas palabras sobre la figura de Miguel Ángel Blanco comienza la carta abierta que la Fundación en memoria del concejal secuestrado y asesinado por ETA ha dirigido a los jóvenes que "no conocen quién fue" el edil del PP en Ermua para que sean conscientes de todo lo que representó este crimen, que provocó un enorme clamor social que supuso un antes y un después en la lucha contra el terrorismo y en defensa por las libertades en España.

Foto: Marixol Iparragirre Genetxea, alias 'Anboto'.

“A lo mejor escucháis que el terrorismo no fue para tanto, o que ETA tuvo su justificación, o que no es necesario condenar los crímenes terroristas, que lo importante es el futuro. Condenar a ETA, sus crímenes y su ideología totalitaria es muy importante por calidad democrática y porque se lo debemos a las víctimas del terrorismo”, refleja la Fundación en la misiva para advertir a los jóvenes del intento de ‘blanqueamiento’ de la banda terrorista, que hace nueve años declaró el alto el fuego permanente.

A las puertas de cumplirse el 23 aniversario de su asesinato, la Fundación Miguel Ángel Blanco se ha visto en la necesidad de dirigir esta carta abierta a los jóvenes evocando la figura del edil asesinado en julio de 1997 porque “cada vez son más los ciudadanos que, por edad, no vivieron aquella rebelión cívica que supuso el gran clamor de los españoles, y especialmente de los vascos, contra ETA”, según apuntan fuentes de la entidad. Transmitir a las nuevas generaciones la memoria y la dignidad de las víctimas es –defiende– “fundamental para evitar alteraciones de la Historia y preservar la calidad democrática de nuestro país”.

"La triste realidad es que hay generaciones que desconocen las consecuencias del terrorismo y el significado de la memoria de las víctimas"

Si bien desde hace unos años se estudia la historia del terrorismo y las víctimas en el segundo ciclo de ESO y Bachillerato, la Fundación Miguel Ángel Blanco lamenta que “la triste realidad es que hay generaciones de jóvenes españoles que desconocen cuáles han sido las consecuencias del terrorismo y qué significado tiene la memoria de las víctimas”. Por ello, la misiva se enmarca dentro del trabajo que esta entidad viene realizando para, según espeta a los jóvenes, “paliar este desconocimiento y para que entendáis por qué es importante conocer, respetar y apreciar a las víctimas, a todas las víctimas del terrorismo que, como Miguel Ángel Blanco, son un símbolo de libertad y de principios éticos y políticos fundamentales para la democracia que disfrutamos todos”.

Ante el desconocimiento que existe entre la juventud sobre una banda terrorista que dejó las armas cuando los jóvenes de hoy eran todavía pequeños y no eran conscientes de su sangrienta trayectoria, la misiva les deja constancia que ETA “ha condicionado la historia reciente de nuestro país y ha ocasionado miles de víctimas: asesinados, heridos, extorsionados, amenazados, exiliados…”. Miguel Ángel Blanco –recuerda– fue “una de las 854 víctimas mortales de ETA”. A este respecto, alerta de que, si bien la “democracia española, con el sacrificio y la profesionalidad de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, ha sido capaz de derrotar la ofensiva criminal de ETA”, aún “sigue pendiente que sus herederos políticos reprueben su historia criminal, sigue pendiente más de 300 casos de asesinato sin resolver, sigue pendiente la construcción de un relato compartido que no legitime a ningún tipo de terrorismo”.

"Hoy todavía se justifica, comprende o relativiza la historia criminal de ETA y hoy, en el País Vasco y Navarra, se producen acciones violentas y actos de exaltación del terrorismo que humillan a las víctimas en las que participan jóvenes"

“Hoy todavía se justifica, comprende o relativiza la historia criminal de ETA y hoy, en el País Vasco y Navarra, se producen acciones violentas y actos de exaltación del terrorismo que humillan a las víctimas en las que participan jóvenes”, constata tras haber puesto de manifiesto en líneas anteriores lo que supuso a nivel social el asesinato de Blanco: “Por edad, muchos de vosotros no vivisteis aquellos días de julio de 1997 que cambiaron la percepción social del terrorismo y que constituyeron una rebelión cívica: seis millones de españoles participaron en las cientos de manifestaciones, concentraciones, actos, declaraciones institucionales, etc, que tuvieron lugar entre el 10 y el 14 de julio de 1997. Fueron días imborrables en la memoria para muchos ciudadanos”.

En la misiva, encabezada con el título “la resistencia de la dignidad”, se glosa al “joven comprometido social y políticamente” que era Miguel Ángel Blanco y se resalta lo que constituye su figura para la lucha contra el terrorismo: “representa la libertad y la democracia constitucional que nos ampara, la tolerancia, el derecho a sentirse vasco y español, a ser como cada uno quiera ser respetando las reglas de convivencia democrática y los derechos humanos, los valores y principios con los que ETA quiso acabar”.

La carta hace un relato de todo lo que sucedió durante las 48 dramáticas horas que transcurrieron desde su secuestro y el ultimátum de ETA al Gobierno de asesinar al concejal si no se llevaba a cabo un acercamiento global de los presos terroristas a cárceles de Euskadi hasta que se conoció que un terrorista –Francisco Javier García Gaztelu ‘Txapote’– le había descerrajado dos disparos a sangre fría en la cabeza “desoyendo el clamor popular”, lo que provocó la muerte del edil popular al día siguiente, el 13 de julio de 1997. "En las calles, en las plazas, en la clase política, en las instituciones, hubo unidad, todos estuvimos unidos contra ETA, defendiendo la justicia y la dignidad para las víctimas, solo Herri Batasuna, partido que apoyaba a ETA, no condenó el atentado. La familia de Miguel Ángel, sus compañeros y amigos fueron un ejemplo de entereza y fortaleza y generaron una empatía social nunca antes tan generalizada. En las manifestaciones se gritaba: 'Vascos sí, ETA no'; 'BASTA YA, todos contra la violencia'; 'Sin pistolas no sois nada'; 'ETA, aquí tienes mi nuca'. Muchos jóvenes participaron y todos juntos nos rebelamos ante la barbarie que nuevamente imponía ETA. Las imágenes de aquellos días sobrecogen, son recuerdos que vuestros familiares, seguro, recuerdan con emoción", rememora.

Foto: Mural dedicado al edil del PP asesinado por ETA en 1997. (Fundación Miguel Ángel Blanco)

“ETA nos robó la vida de Miguel Ángel pero no nos robó la dignidad, supimos estar a la altura”, destaca la Fundación, que, no obstante, lamenta que hasta el asesinato de Miguel Ángel Blanco “nos dimos cuenta de que las víctimas habían estado muy solas y que debíamos protegerlas y reconocerlas; de que la unidad social era el único camino, de que la defensa del Estado de derecho era nuestra única arma democrática contra el terrorismo, de que no podíamos admitir como iguales a los grupos sociales y partidos políticos que no condenaran el asesinato de un joven inocente lleno de sueños, proyectos, ilusiones que había sido asesinato vilmente para imponer una ideología totalitaria que utilizaba la vida humana como moneda de cambio”.

Por ello, en “estos momentos socialmente tan duros por los que atravesamos”, la Fundación evoca la figura de Miguel Ángel Blanco para trasladar a los jóvenes que “su ejemplo puede ayudaros” de cara a hacer frente a actitudes que “atentan contra los derechos y libertades de todos los ciudadanos que tanto nos ha costado asentar”. “Las víctimas del terrorismo son un referente moral de toda la sociedad española. Conocer su historia y sus testimonios es un aprendizaje de vida, de tesón, de valentía, de supervivencia ante la adversidad”, resalta.

"Os necesitamos para seguir recordando a las víctimas y para construir una sociedad en la que no tenga cabida la justificación de la violencia política"

La misiva, de dos folios, termina con un llamamiento a los jóvenes a asumir los principios de la memoria, la justicia, la verdad y la dignidad por ser “claves" para fortalecer una convivencia libre y en paz. “Os necesitamos para seguir recordando a las víctimas y para construir una sociedad en la que no tenga cabida ni la práctica ni la justificación de la violencia política. Para no caer en el riego del sectarismo, el fanatismo identitario, la exclusión del diferente. En 1997 aprendimos que hay causas por las que merece la pena comprometerse y que la defensa de la dignidad de las víctimas del terrorismo es una de ellas. Todas las víctimas necesitan ser respetadas, no humilladas, y defendidas en su derecho a la Justicia y a la Verdad. La defensa de la democracia es tarea de todos, también vuestra. Os necesitamos para continuar esta tarea”, finaliza la carta abierta.

“Queridos jóvenes: Miguel Ángel Blanco tenía 29 años cuando fue secuestrado un 10 de julio de 1997, había nacido en Ermua, se había licenciado en Económicas, le gustaba la música, tocaba la batería en un grupo, tenía familia: su madre Consuelo Garrido y su padre, Miguel Blanco, y una hermana menor, Marimar. Miguel Ángel se sentía vasco y español en una tierra en la que por sentirte vasco y español podían asesinarte”.

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