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¿Qué acabó con ETA? Los vascos atribuyen a la movilización ciudadana la principal causa
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¿Qué acabó con ETA? Los vascos atribuyen a la movilización ciudadana la principal causa

La ciudadanía otorga un papel más bien secundario a la eficacia de la Ertzaintza y de las FSE en el final del terrorismo, ya que sitúa la actuación policial como quinta contribución más importante

Foto: Aznar lidera la manifestación masiva que tuvo lugar el 12 de julio de 1997 en Bilbao contra ETA y para pedir la liberación de Miguel Ángel Blanco. (Reuters)
Aznar lidera la manifestación masiva que tuvo lugar el 12 de julio de 1997 en Bilbao contra ETA y para pedir la liberación de Miguel Ángel Blanco. (Reuters)

Ramón Gómez es incapaz de concretar las veces que tuvieron que salir por patas de las concentraciones silenciosas que se celebraban a mediados de los años noventa ante la Paloma de la Paz de San Sebastián para exigir la liberación de los empresarios secuestrados por ETA Julio Iglesias Zamora o José María Aldaya, ante la lluvia de piedras, monedas o mecheros de los radicales. No eran muchos quienes todos los jueves se ponían el lazo azul ante la escultura de Néstor Basterretxea y se atrevían a plantar cara a ETA entre las contramanifestaciones organizadas a escasos metros por el entorno etarra. “ETA, mátalos”, ‘Gora ETA” o “Aldaya, paga y calla”, gritaban los radicales en su acoso a los pacifistas ante la pasividad de la Ertzaintza que hacía de cordón. Los incidentes y las batallas campales se sucedían de forma habitual. “Llegamos a pasar mucho miedo”, rememora el exportavoz del PP en el ayuntamiento donostiarra.

Lo que sucedía habitualmente ante la escultura levantada como símbolo contra la violencia ejemplifica a las claras la asfixiante presión que ejercía con total impunidad el entorno etarra, que durante muchos años se adueñó de las calles del País Vasco entre el miedo y el silencio de gran parte de la ciudadanía. Las concentraciones contra ETA eran “durísimas” por la presión radical. Pero todo cambió el 10 de julio de 1997, cuando ETA secuestró y asesinó a Miguel Ángel Blanco en el plazo de 48 horas, lo que activó una rebelión ciudadana que marcó un antes y un después en la lucha contra el terrorismo. Fue lo que se ha bautizado como el principio del fin social de ETA. La ciudadanía perdió el miedo, se lanzó a la calle a gritar “asesinos” a ETA y sus simpatizantes, dando lugar a una repulsa que se reprodujo con cada posterior asesinato de la banda terrorista.

Foto: La Ertzaintza retira una pancarta de la ilegalizada Segi en San Sebastián. (EFE)

Ahora, con la perspectiva de lo sucedido en el pasado, la ciudadanía vasca otorga un papel trascendental a esta movilización social en el final del terrorismo. El rechazo social en la calle a ETA constituye para los vascos la principal razón que ha empujado a la banda terrorista a cesar su violencia violenta. Así lo refleja el segundo informe del Memorial de Víctimas del Terrorismo, que aborda la cuestión de “la sociedad vasca ante la memoria y el final del terrorismo”. La movilización de la sociedad civil obtiene la mayor puntuación a la hora de valorar la contribución de los diferentes protagonistas al final del terrorismo, con un 6,5 sobre 10.

Los vascos no otorgan gran relevancia a la acción política en el fin de ETA: minusvaloran la Ley de Partidos, las políticas antiterroristas o los pactos

En este sentido, el informe constata que los vascos otorgan un papel más bien secundario a la eficacia de la Ertzaintza y de las FSE en el final de ETA, ya que sitúan la actuación policial como quinta contribución más importante. Antes, los vascos apuntan a la “evolución interna” de ETA y de la izquierda ‘abertzale’ (segunda opción), los movimientos cívicos de resistencia (tercera) y la acción de organizaciones de víctimas (cuarta) como causas que han empujado a la banda terrorista a dejar las armas. Tampoco la sociedad vasca otorga un gran valor a la acción política, ya que cuestiones como la instauración de la Ley de Partidos, que llevó a la sombra institucional al brazo político de ETA, las políticas antiterroristas o los pactos de los partidos contra el terrorismo ocupan los últimos lugares con una nota que oscila entre el 3,4 y el 4,2.

En todo caso, pese a que la movilización social ha sido el factor clave para el final del terrorismo, seis de cada 10 vascos reconocen que no han participado nunca en las iniciativas convocadas por grupos pacifistas o las instituciones en contra de ETA mientras la banda terrorista estuvo operativa. El porcentaje que no secundó las diferentes movilizaciones es similar tanto entre los no nacionalistas (56%) como entre los nacionalistas (61%).

Seis de cada 10 vascos reconocen que no han participado nunca en las movilizaciones en contra de ETA mientras la banda terrorista estaba activa

El 30% asegura haber acudido a alguna movilización “alguna vez” y solo un 7% afirma haber participado en “bastantes ocasiones”. La mayor movilización procede del electorado del PP (65%), por delante de Podemos (49%), PNV (48%) y PSE (46%). A este respecto, dos de cada 10 votantes 'abertzales' admiten haber secundado alguna de las manifestaciones en contra de la banda terrorista. Por su parte, el 76% de la población no ha participado nunca en actos convocados por la izquierda ‘abertzale’ o su entorno (en favor de la amnistía, del acercamiento de presos de ETA al País Vasco o contra la ilegalización de Batasuna, por ejemplo). El 62% de los nacionalistas nunca ha respaldado en la calle una reivindicación ‘abertzale’, mientras que el 12% de los no nacionalistas sí lo ha hecho en alguna ocasión.

Foto: Amigos de Carlos Sáenz de Tejada, uno de los dos guardias civiles asesinados en 2009 en el último atentado mortal de ETA en España, se concentran en Burgos en repulsa por su muerte. (EFE)

El informe del Memorial de Víctimas del Terrorismo, que sucede al inicial trabajo que abordó la estrategia del miedo de ETA y sus efectos en las urnas, ha sido elaborado por el Euskobarómetro, el equipo de investigación del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), a partir de 1.200 entrevistas en domicilios a mayores de 18 años entre el 2 de mayo y el 2 de junio.

Es mayoritario el sentir de que la sociedad vasca tuvo una actitud "favorable" hacia las víctimas: así lo piensa el 42%, frente al 27% que cree lo contrario

El pasado 13 de julio se cumplieron 20 años de la muerte del joven concejal del PP de Ermua (recibió dos tiros en la cabeza el 12 de julio, nada más expirar el ultimátum dado por ETA al Gobierno de José María Aznar para acercar a todos los presos a cárceles vascas, pero su defunción se certificó en la madrugada del día siguiente). Su familia recibió el fuerte apoyo de la ciudadanía. Otras víctimas anteriores no gozaron de ese respaldo y tuvieron que llevar su dolor en silencio y soledad. A día de hoy, es mayoritario el sentir de que la sociedad vasca mantuvo una actitud “favorable” hacia las víctimas de ETA. Así lo piensa el 42% de la ciudadanía, frente al 27% que considera que la actitud fue desfavorable.

En todo caso, la percepción que se tiene en la actualidad sobre la actitud que mantuvo la sociedad vasca ante determinados colectivos amenazados por ETA mientras la banda terrorista estaba activa está muy dividida. El estudio muestra a una ciudadanía equidistante, ya que son prácticamente los mismos quienes consideran que se actuó de forma favorable o desfavorable con los amenazados por ETA y con los integrantes de los grupos cívicos enfrentados a la banda terrorista. Por su parte, es mayoritaria la valoración de que se actuó de forma “desfavorable” hacia la Ertzaintza y las FSE.

Existe división sobre cómo tratar el pasado de violencia: el 44% apuesta por pasar página y el 43% pide cultivar la memoria del dolor de las víctimas

También existe división en relación a cómo tratar el pasado de violencia. ¿Cómo abordar el final del terrorismo y el sufrimiento causado con ETA inactiva desde hace más de cinco años? El 44% apuesta por pasar página sobre el pasado, mientras que el 43% aboga por cultivar y promocionar la memoria del sufrimiento de las víctimas de la banda terrorista. Las posturas se han igualado en lo dos últimos años después de que los partidarios de defender la memoria del sufrimiento de las víctimas hayan crecido siete puntos en este periodo en relación a los resultados de un Euskobarómetro de entonces. Un 46% del electorado nacionalista prefiere no mirar atrás sobre lo ocurrido, frente al 41% que respalda no cerrar el pasado.

Sí es mayoritaria la demanda de que las víctimas del terrorismo merecen un reconocimiento público, ya que así lo estima oportuno el 83% de los encuestados. También existe consenso generalizado en torno a la escasa probabilidad de la vuelta al terrorismo de ETA, que es descartada por un 70% de la población. El 13% considera “probable” que la banda terrorista u otro grupo disidente vuelvan a usar la violencia, por el 7% de indecisos y el 10% que no contesta.

Ramón Gómez es incapaz de concretar las veces que tuvieron que salir por patas de las concentraciones silenciosas que se celebraban a mediados de los años noventa ante la Paloma de la Paz de San Sebastián para exigir la liberación de los empresarios secuestrados por ETA Julio Iglesias Zamora o José María Aldaya, ante la lluvia de piedras, monedas o mecheros de los radicales. No eran muchos quienes todos los jueves se ponían el lazo azul ante la escultura de Néstor Basterretxea y se atrevían a plantar cara a ETA entre las contramanifestaciones organizadas a escasos metros por el entorno etarra. “ETA, mátalos”, ‘Gora ETA” o “Aldaya, paga y calla”, gritaban los radicales en su acoso a los pacifistas ante la pasividad de la Ertzaintza que hacía de cordón. Los incidentes y las batallas campales se sucedían de forma habitual. “Llegamos a pasar mucho miedo”, rememora el exportavoz del PP en el ayuntamiento donostiarra.

Terrorismo Miguel Ángel Blanco
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