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Los madrileños que llevan una doble vida: "De día trabajo como abogado y por la noche canto en un bar"
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Los madrileños que llevan una doble vida: "De día trabajo como abogado y por la noche canto en un bar"

En la Comunidad de Madrid, 318.473 personas tienen dos trabajos. Con uno de ellos logran pagar las facturas y el otro lo hacen por pasión. Estas son varias de esas historias

Foto: Fotograma de la serie Berlín donde aparece Gregory. (Netflix)
Fotograma de la serie Berlín donde aparece Gregory. (Netflix)

El repartidor que toca la batería por las tardes en un grupo de heavy metal. La funcionaria, en su tiempo libre y bajo seudónimo, escribe novelas de misterio. También hay un profesor de matemáticas que, cámara en mano, se lanza cada noche a la calle en busca de las instantáneas más espectaculares. O una doctora que no renuncia a sus buenos ratos componiendo al piano. En una ciudad como Madrid, hay mil y una maneras de llevar una doble vida. Algunas son tan sórdidas como las de ese matrimonio ejemplar del que habla Joaquín Sabina en el tema Doble vida: juez él y amante esposa ella, cada noche ambos se rinden a los placeres carnales en camas ajenas.

La inmensa mayoría, sin embargo, son bastante más sencillas. Agustina Del Buono, de 31 años, llegó a España hace doce meses y, desde entonces, trabaja en un consultorio jurídico de 9 a 19 horas. No obstante, tiene un secreto: desde entonces y hasta la una de la madrugada se entrega a crear prendas de ropa para su propia tienda. "No me molesta porque disfruto mucho de lo que hago. Al final, si no hay constancia, nunca voy a poder vivir de mi pasión", asegura.

Desde que tiene memoria, recuerda estar buscando retazos de telas para hacerle vestidos a sus muñecas. Los sueños de esa niña no han muerto, pero Del Bueno sabe que, por ahora, la única forma de conseguir abrir su propia tienda de ropa es compaginar el trabajo que le da de comer con su pasión. "Siento que vivo una doble vida porque hago cosas muy diferentes durante el día, me relaciono con gente completamente distinta en el despacho y en el momento en el que compro mis telas, pero sé que si trabajara solo en la oficina no sería feliz".

Foto: Una maestra tejedora, en pleno trabajo en la Fábrica de Tapices. (L.F.)

El tener que combinar una doble faceta profesional se está volviendo cada vez más común. En la Comunidad de Madrid, el año pasado 318,473 personas se dieron de alta en la Seguridad Social más de una vez, lo que quiere decir que compaginan dos o más trabajos, según datos de la Dirección General de Economía. Según un estudio realizado el año pasado por la plataforma de empleo Infojobs, "el 15% de los trabajadores españoles afirma compaginar actualmente más de un empleo o haberlo hecho en el último año". La mayoría de los encuestados recurren a esta medida por cuestiones económicas: un 40% por necesidad, ya que el sueldo no es suficiente. El resto buscan obtener un ingreso extra.

El profesor de OBS Business School y secretario general de Pimec, Josep Ginesta, explica que a medida que la economía genera oportunidades crece, el pluriempleo. "Pese a ello, España tiene una de las tasas de pluriempleo más bajas de la Unión Europea, está muy por debajo de la media". Ginesta expone también que no siempre tener dos trabajos es un foco de precariedad. "El perfil del pluriempleado está en el sector servicios en un 90%. El 56% son mujeres y el resto son hombres", afirma, y aclara que “en su mayoría son profesionales que quieren maximizar sus ingresos con su profesión, cómo los médicos”.

Hay también motivos más allá de la economía. En España, a muchas personas les toca tener dos trabajos: el que les paga las cuentas y el que hacen por vocación. Este es el caso de la actriz Verónica Gregory, de 31 años, que trabaja actualmente en la terminal ejecutiva del Aeropuerto de Barajas. Sin embargo, quisiera vivir de la interpretación, por lo que cada segundo libre que tiene lo dedica a ensayar, tomar clases y preparar las obras de teatro y películas en las que está trabajando. Gregory es conocida por interpretar a Sofía en Berlín, el spin-off de La Casa de Papel.

"Entré a trabajar en Barajas por una amiga, y después me gradué en la escuela de interpretación. Tenía claro que quería un trabajo que no me demandara mucho esfuerzo para poder centrar toda mi energía en conseguir mi sueño: ser actriz". Usualmente, sus jornadas laborales, sumando ambos trabajos, van de primera hora a media noche: "Ahora estoy produciendo y actuando en dos obras de teatro y en un cortometraje. Además, siempre estoy tomando clases y cuidándome mucho físicamente. El día siento que no me alcanza ni para tener vida social".

Siente que todos esos sacrificios de ahora van a valer la pena en el futuro. O eso espera. Creció en una familia en donde sus padres le inculcaron el amor por el cine, con lo que desde muy pequeña aprendió a analizar cada plano cuando veía una película: "Sé que lo importante para conseguir mi sueño es no parar hasta conseguirlo, y en el fondo sé que lo conseguiré".

Camarero y futbolista

Edgar Gallardo, de 26 años, trabaja como camarero, pero toda su vida ha soñado con ser futbolista. Llegó desde Venezuela hace seis meses, y es consciente de que el paso de los años poco a poco lo van alejando de las divisiones más importantes y de los grandes clubes. Sin embargo, está dispuesto a luchar por hacerse hueco en el competitivo fútbol madrileño. “Mi pasión por el fútbol se me despertó otra vez al ver la hinchada tan grande que hay aquí”, asegura. Hizo las pruebas y se unió a la Escuela Futbol Usera, donde entrena ahora todas las noches después de salir de trabajar.

placeholder Edgar Gallardo, en un partido de fútbol. (Cedida)
Edgar Gallardo, en un partido de fútbol. (Cedida)

Gallardo tiene una espina clavada. Cuando estaba terminando su carrera como administrador, le ofrecieron un contrato en un equipo de fútbol. Sin embargo, el miedo de pensar que solo una lesión podría acabar con su carrera le hizo optar por terminar sus estudios y dejar el fútbol como un pasatiempo.

En Madrid, el apoyo de su familia le ha hecho creer que es posible, ahora sí, cumplir su sueño. Por ahora, se levanta en las madrugadas a entrenar, después trabaja todo el día en un restaurante del barrio y cuando llega a casa se cambia y se va a entrenar hasta las once de la noche. El pasado domingo, fue la primera vez que tuvo un partido importante. No puede esperar a jugar el siguiente.

"He dormido muy poco en los últimos meses para poder llegar a todo. He aprovechado, literalmente, casi todas las horas del día"

Para Yael Meta, de 26 años, su reto diario es combinar su máster de acceso a la abogacía con la música. En el despacho trabaja de 9.00 a 19.00, y después se va a cantar desde las 20.00 hasta que la noche lo permita en eventos de improvisación: "He dormido muy poco en los últimos meses para poder llegar a todo. He aprovechado casi literalmente todas las horas del día".

"Desde pequeña siempre he estado vinculada a la música. Estudié en el conservatorio muchos años y aunque el violín no fue lo mío, en esa etapa de mi vida me di cuenta de que podía cantar y de que se me daba bien. Desde entonces no he parado", asegura Meta, que espera poder vivir de la música algún día.

placeholder Yael Meta, en su faceta como cantante. (Cedida)
Yael Meta, en su faceta como cantante. (Cedida)

A veces, cuando está hablando, siente que vive una doble vida. "Sobre todo cuando hablo de la música en el entorno del derecho y del derecho en el entorno de la música", confiesa. Y explica: "Normalmente, la gente ha hecho una sola cosa en su vida, se ha dedicado a algo en especial, y lleva años con ello. Yo he compartido el tiempo, lo que te hace tener dos cosas y al mismo tiempo te hace sentir que no tienes nada. Muchas veces aquí juega fuerte el síndrome del impostor, haciéndote sentir que no eres ni una cosa ni la otra".

La vida social de todos, sin embargo, se ha visto muy afectada. "He tenido muchos problemas porque al tener la cabeza en muchas cosas, estoy muy despistada. Al final la cabeza da para lo que da, y cuando fuerzas, se nota. Y me ha pasado de no poder hacer muchos planes ni poder quedarme en las horas que quedaban mis amigos o directamente no tener tiempo para tener vida social. Estos últimos meses he podido ver a mis amigos muy poco", recuerda Meta. Es el precio a pagar por vivir dos vidas en una en Madrid.

El repartidor que toca la batería por las tardes en un grupo de heavy metal. La funcionaria, en su tiempo libre y bajo seudónimo, escribe novelas de misterio. También hay un profesor de matemáticas que, cámara en mano, se lanza cada noche a la calle en busca de las instantáneas más espectaculares. O una doctora que no renuncia a sus buenos ratos componiendo al piano. En una ciudad como Madrid, hay mil y una maneras de llevar una doble vida. Algunas son tan sórdidas como las de ese matrimonio ejemplar del que habla Joaquín Sabina en el tema Doble vida: juez él y amante esposa ella, cada noche ambos se rinden a los placeres carnales en camas ajenas.

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