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Lo que este señor con una pata de lomo explica sobre el cambio de vecindario del barrio de Salamanca
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Transformación paulatina de la milla de oro

Lo que este señor con una pata de lomo explica sobre el cambio de vecindario del barrio de Salamanca

Los negocios del Mercado de Torrijos entraron este miércoles a recoger todo el género. El 6 de diciembre recibieron un burofax que les advertía del comienzo de unas obras que les impediría trabajar. El principio del fin viene de largo

Foto: Nicolás sacando el lomo del negocio. (A. Farnós)
Nicolás sacando el lomo del negocio. (A. Farnós)

David López llegó puntual al que hasta ahora había sido su puesto de trabajo. La pollería del Mercado de Torrijos, en pleno Barrio de Salamanca, abrió sus puertas hace ahora 35 años. López se crio entre huevos, pechugas y fieles clientes del día a día. Hoy, él y su empleado Nicolás bajaron durante una hora todo el género acumulado en las cámaras de frío. Arrastraron multitud de cajas por unas escaleras hasta la última planta. "Esto es una pata de lomo", explica Nicolás. "Aquí 30 decenas de huevos", calcula David. Y así, entre disgustos y cabezas bajas, recogieron todo el arsenal que tenían preparado para la campaña de Navidad.

Lo de este miércoles es solo la punta de lanza de un largo proceso. El pasado 6 de diciembre recibieron un burofax —de la socimi Numulae que se hizo con el mercado—alertando de que iban a empezar las obras en el edificio. ¿Y ahora qué? La vida se les puso patas arribas.

Este lunes, dos hombres altos vestidos de negro les advirtieron de que no podían acceder a sus puestos. Tapiaron el acceso. El abogado de los comerciantes denunció la situación ante el juzgado de guardia y pidió medidas cautelares para que puedan continuar con su actividad laboral. Se espera que el juez se pronuncie sobre dichas medidas en los próximos días. Hay otros procedimientos judiciales abiertos en la vía civil.

placeholder David con una caja de huevos. (A. Farnós)
David con una caja de huevos. (A. Farnós)

Mientras, y como si del sitio de Baler se tratase, los comerciantes del Mercado de Torrijos intentan resistir como pueden (los puestos de la planta baja todavía pueden operar). Lucharán, dicen, hasta el final. Los últimos de Filipinas resistieron durante más de un año; los últimos de Torrijos llevan amenazados desde hace tres, cuando un fondo de inversión se hizo con el 90% del Mercado. Desde entonces han sufrido cortes de luz, agua y del aire acondicionado en verano. Ahora, apenas quedan ocho de los más de 40 comerciantes de antaño. Los cuatro de la primera planta recibieron este martes una autorización para subir a recoger sus productos.

Rosa, una clienta habitual de Federico —frutero de la planta baja—, lleva desde 1990 comprando en el Mercado. "Es una injusticia", señala a este periódico. El vecindario es consciente del atropello progresivo que ha sufrido el edificio. Bien lo sabe también Estrella, propietaria de la otra frutería. "Lo último que pensamos es que querían hacer desaparecer un mercado de abastos", señala refiriéndose al cambio de titularidad del inmueble en 2005. Por entonces, era propiedad del Ayuntamiento de Madrid.

placeholder José firmando la autorización para subir a la charcutería. (A. Farnós)
José firmando la autorización para subir a la charcutería. (A. Farnós)

Al final, el consistorio vendió el edificio de 13.000 metros cuadrados por 45,6 millones y 44 de los comerciantes conformaron una sociedad en febrero de 2011. Con la llegada del covid, la socimi —dedicada a la compra de bienes inmobiliarios— consiguió hacerse con la mayoría de los locales. Pero a Estrella, Federico y David, entre otros, no les salían las cuentas con lo que les ofrecían y decidieron continuar trabajando.

El futuro de la pollería, las dos carnicerías y la charcutería de arriba está en el aire. José es un empleado de esta última, propiedad del Museo del Jamón, y que cuenta con otros locales a los que derivar el género sin que haya pérdidas. Los de la planta baja saben que tarde o temprano llegará su hora. ¿El plan? "Construir un gimnasio de alto standing y una sección de productos gourmet", explica Estrella. Reconoce que le ofrecieron trasladar su frutería —de la que es propietaria— arriba, pero en régimen de alquiler. No es algo que tenga en mente. La socimi también planteó a la pollería, carnicerías y charcutería trasladarse abajo, en unos locales que no son suyos. Están "acharratados" y son "inservibles", aseguran los afectados.

Foto: Gentrificación en el barrio de Salamanca: los ricos latinos dan un vuelco a los negocios. (iStock)

El Barrio de Salamanca vive desde hace años un sustancial cambio demográfico gracias a los grandes inversores latinoamericanos. La intención de convertir la milla de oro madrileña en el nuevo Miami lleva meses dando de qué hablar. Se habla, incluso, de gentrificación; un término generalmente asociado a barrios que nada tienen que ver con el poder y el alto standing que ostenta la milla de oro.

placeholder La frutería de Estrella. (A. Farnós)
La frutería de Estrella. (A. Farnós)

Esto tiene un impacto directo en el tipo de comercio que interesa en la zona. Poco a poco, el interés de los nuevos residentes moldea a su gusto el negocio que los rodea. En este reportaje de El Confidencial, se explica que el 69% de los nuevos locales están destinados a la moda. Los nuevos restaurantes, además, están especializados en la alta cocina. Eso, unido al incremento del turismo de lujo, culmina en un atropello progresivo de las tiendas tradicionales.

"Con la llegada de los nuevos vecinos latinoamericanos al Barrio de Salamanca, las tiendas de la zona han tenido que adaptarse a sus gustos, a su forma de comprar… Yo creo que es algo positivo para la zona, pero al mismo tiempo ha dejado de ser el barrio de toda la vida", aseguró Ana Calderón, CEO de A.Be.C. Realtor a El Confidencial en este reportaje. El mesón tradicional deja paso a restaurantes modernos dirigidos a este tipo de propietario.

placeholder La furgoneta cargada con el género. (A. Farnós)
La furgoneta cargada con el género. (A. Farnós)

Madrid se está teniendo que adaptar a un público que no compra verdura fresca, ni patas de lomo, ni decenas de huevos. "Yo conozco a mis clientes, son como amigos, sé quiénes son sus hijos y sus nietos, y hay una relación personal", explica Estrella. ¿Y estos nuevos vecinos se acercan al Mercado? “Bueno, hay de todo… Yo a quien atiendo es a quienes trabajan en sus casas”, explica David.

David López llegó puntual al que hasta ahora había sido su puesto de trabajo. La pollería del Mercado de Torrijos, en pleno Barrio de Salamanca, abrió sus puertas hace ahora 35 años. López se crio entre huevos, pechugas y fieles clientes del día a día. Hoy, él y su empleado Nicolás bajaron durante una hora todo el género acumulado en las cámaras de frío. Arrastraron multitud de cajas por unas escaleras hasta la última planta. "Esto es una pata de lomo", explica Nicolás. "Aquí 30 decenas de huevos", calcula David. Y así, entre disgustos y cabezas bajas, recogieron todo el arsenal que tenían preparado para la campaña de Navidad.

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