Los 400 metros que ahogan los negocios de Ferraz: "Me están temblando las canillas"
Desde que empezaron las protestas contra la amnistía, la facturación de los comerciantes depende de su ubicación. Fuera del cerco policial hay grandes colas de gente pidiendo cañas. Dentro, hay locales que empiezan a agonizar
Los negocios ubicados en los 400 metros del perímetro de seguridad de la calle Ferraz están en horas bajas. Desde hace casi 15 días, miles de personas se reúnen en Marqués de Urquijo contra el pacto de amnistía entre Sánchez y los independentistas. Por seguridad, la Policía Nacional cercó dicha calle hasta Buen Suceso: los manifestantes han llegado a lanzar botellas de cristal, petardos y demás elementos pirotécnicos. En torno a las seis de la tarde, no puede acceder nadie que no resida en dicha ubicación o que disponga de alguna acreditación especial. ¿El problema? Los negocios enmarcados justo en el perímetro. "Si esto sigue hasta diciembre, me van a matar. Y me refiero a tener que cerrar la persiana", señala Nabila Buraka, al frente de un restaurante, a este periódico.
La facturación de los locales depende de si están dentro o fuera de dicho perímetro. En estos 400 metros hay una farmacia, un salón de manicura, varios bares, un supermercado… algunos locales aseguran a este diario que están cerrando antes del horario habitual y otros optaron por echar el cierre algunos días. En cambio, justo al otro lado de las vallas (en Marqués de Urquijo) el panorama es justo el contrario. No hay jornada de protesta que no haya decenas de personas en las puertas de estos bares con banderas de España y botellines de cerveza.
El negocio de Buraka está en la calle Ferraz 37, frente a la sede del partido socialista. Explica a este diario que, cuando iniciaron las protestas, cerró para evitar altercados. La Policía recomienda a todos los comercios modificar su horario de apertura, pero desde la Delegación de Gobierno no existe una orden de cierre. Esto implica que no existe ningún tipo de subsidio. El domingo, Buraka decidió que no podía seguir perdiendo dinero. Es un restaurante especializado en eventos nocturnos.
Además, abrió el restaurante hace apenas cuatro meses. "En verano es mala fecha, pero lo hice contando con estar asentada estos meses. El 31 de octubre –coincidiendo con la festividad de Halloween– estaba lleno. Y la semana pasada fui cancelando reservas de 30 personas cada una y al final el domingo decidí abrir. Mis clientes son los agentes de las lecheras y los periodistas", explica a este diario. Lo que le da miedo es la Navidad: "Tengo el mes de diciembre lleno y ahora me están temblando las canillas".
Próximo a este local hay un salón de manicura. Este lunes, mientras cientos de personas coreaban "que te vote Txapote", un grupo de mujeres aprovechaba para arreglarse las uñas. Su dueña Mari Luz expone que sus clientas enseñan la reserva de la cita a la Policía para poder acceder al perímetro de seguridad. También le recomendaron cerrar, pero explica que tiene "nóminas que pagar".
Este fenómeno no es más que el reflejo de los efectos colaterales de las protestas –marcadas durante varias jornadas por la violencia– de los últimos días. La necesidad de establecer una zona de seguridad impide el libre paso de los ciudadanos. Y aunque el descontento se ha extendido a todos los rincones del país y las concentraciones se han multiplicado en gran parte de las ciudades españolas, es Madrid la ubicación donde más población se concentra y donde más se hacen notar las consecuencias.
Andrea Martínez bebe un botellín en la puerta de un bar de Marqués de Urquijo, al que fue por primera vez cuando empezaron las concentraciones. Ahora acude todos los días. Es una de las decenas de personas que abarrotan este negocio. "Una vez iba la Policía corriendo y nosotros nos metimos aquí dentro. Fue gracioso". La cara y la cruz de Ferraz.
Los negocios ubicados en los 400 metros del perímetro de seguridad de la calle Ferraz están en horas bajas. Desde hace casi 15 días, miles de personas se reúnen en Marqués de Urquijo contra el pacto de amnistía entre Sánchez y los independentistas. Por seguridad, la Policía Nacional cercó dicha calle hasta Buen Suceso: los manifestantes han llegado a lanzar botellas de cristal, petardos y demás elementos pirotécnicos. En torno a las seis de la tarde, no puede acceder nadie que no resida en dicha ubicación o que disponga de alguna acreditación especial. ¿El problema? Los negocios enmarcados justo en el perímetro. "Si esto sigue hasta diciembre, me van a matar. Y me refiero a tener que cerrar la persiana", señala Nabila Buraka, al frente de un restaurante, a este periódico.
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