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Las preguntas que hay detrás de la moda de las tiendas de detectives en Madrid
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Las preguntas que hay detrás de la moda de las tiendas de detectives en Madrid

El negocio de los detectives privados crece cada vez más en Madrid, donde esta explosión ha provocado que hasta las tiendas de espías sean tendencia

Foto: El dueño de 'La tienda del espía' en Madrid. (L.F.)
El dueño de 'La tienda del espía' en Madrid. (L.F.)

El cine y la literatura han llenado de misterio la figura del detective privado. Al pensar en los profesionales de este oficio, el género negro nos ha regalado la imagen del intrépido expolicía expulsado del cuerpo por sus malas artes, pero al que todo el mundo le reconoce un amplio conocimiento de los bajos fondos de la ciudad, donde la información se mueve entre tugurios llenos de humo y de hombres de almas rotas que apuran el último sorbo de su whisky on the rocks.

La realidad, sin embargo, es muy distinta. El sector de la investigación privada está muy regulado y crece cada vez más en grandes ciudades como Madrid. Nada de bajos fondos, de whisky ni de hombres que se mueven de acá para allá en gabardina ni de nada que huela a Vázquez Montalbán. “Somos la mejor herramienta para conseguir información. La mayoría de nuestras investigaciones acaba siendo pruebas en los juicios”, asegura el gerente de Fontanals Cabré Detectives, Daniel Fontanals, que lleva en el negocio desde 1990.

Foto: Uno de los detectives entrevistados con la cámara de vídeo que utiliza en los seguimientos. (Foto: Guillermo Martínez)

Las personas que acuden a este tipo de servicios lo hacen en busca de confirmar o desmentir una sospecha: suele ser siempre algún tipo de deslealtad. Las más comunes hoy en día: infidelidades, bajas laborales o incumplimientos de contratos de alquiler en la capital.

Sin embargo, antes de llegar a contratar un detective privado, muchos optan por hacer el trabajo sucio ellos mismos. Para ellos una opción son negocios como La tienda del espía (Alcalá, 143), que se ha vuelto tendencia entre las microinfluencers madrileñas de TikTok. Allí venden todo tipo de aparatos y artilugios para lograr coger con las manos en la masa a la presa escogida. Porque, recuerden: no basta con confirmarlo, hay que probarlo.

Uno de los objetos más vendidos de la tienda del espía es una figura del Papa que puede parecer un simple objeto de decoración adecuado para cualquier fan de Francisco I. Sin embargo, contiene un micrófono espía, una cámara y una grabadora. “La llevan mucho cuando sospechan de los cuidadores de algún familiar enfermo”, asegura el dependiente.

placeholder Esta tienda vende todo tipo de artilugios para espiar. (L.F.)
Esta tienda vende todo tipo de artilugios para espiar. (L.F.)

El director de la tienda, Antonio Durán, de 53 años, asegura que todos los días entran decenas de personas por su puerta en busca de la verdad: “Llegan y les pido que me cuenten su problema para poder entender exactamente lo que pueden llegar a necesitar para poder comprobar sus sospechas”.

Las historias que más se repiten son las de cuernos, malos tratos y robos internos, pero sobre todo casos de deslealtad dentro de las empresas. “Toda relación se basa en la confianza, y muchas veces uno se siente traicionado. Esa sospecha es el motor para empezar la investigación. Y de esas investigaciones vivimos nosotros”.

Durán decidió abrir su negocio hace 33 años de la mano de su mujer en un momento en el que los móviles solo servían para hacer llamadas. “Ahora, todo el mundo tiene un móvil con una grabadora o una cámara, pero con eso no se logra un buen trabajo. Llaman mucho la atención”, afirma.

Foto: El exárbitro José María Enríquez Negreira, en una imagen de 1990. (EFE)

Ser muy sigiloso y discreto es la clave del éxito en este tipo de casos. Llevar en la mano un simple reloj de la tienda de Durán, que a simple vista parece una pulsera más, supone contar con una cámara oculta, un micrófono espía y hasta con un localizador de personas y objetos. Como si se tratara de un moderno Q, el científico que proporciona a James Bond todos sus artilugios, Durán presume, ufano, de su tecnología: “Es un buen regalo para descubrir una infidelidad”, asegura riéndose.

Pero todos estos objetos, ¿son legales? La respuesta de Durán es afirmativa: “Todo lo traemos de afuera, casi siempre de China, y está homologado. Eso sí, lo que hagan los clientes con eso ya no es mi problema”.

Durán asegura que su negocio es rentable. De hecho, ha abierto cuatro tiendas más en toda España, y sabe que no se va a quedar sin trabajo mientras tenga clientes que sientan la deslealtad cerca y busquen probarlo. Va casi en la condición humana.

Cuando todo falla, llega la hora de los detectives

Si el cliente no consigue probar por sus propios métodos lo que intuye que está pasando, el siguiente paso es recurrir a un profesional. La figura del detective privado se rige en España por la Ley de Seguridad Privada de 2014, y todos asumen un estricto código deontológico. Además, ahora para ser detective hay que cursar un grado de cuatro años.

El número de detectives privados ha aumentado en un 80% en la última década en España, de 3.523 en 2017 a los 4.691 en 2021 (último dato disponible). Estos trabajan en 1.164 despachos privados, según el Ministerio del Interior.

placeholder El escaparate de la tienda. (L.F.)
El escaparate de la tienda. (L.F.)

Daniel Fontanals es detective desde que tiene memoria. “Mi padre, que también era detective, me llevaba con él a sus investigaciones. Al fin y al cabo, quién va a sospechar de un tío con un bebé”, recuerda. Hace cuatro años, cuando su padre falleció, él decidió asumir la empresa familiar: “Para la gente, esto es raro, pero para mí es lo más natural”.

En su empresa, Fontanals Cabré detectives, trabajan con grandes empresas y abogados. “Mi especialidad son las bajas laborales. Muchas empresas sospechan que no es real lo que sus empleados les han contado, y mi trabajo es comprobarlo”, asegura. Verificar una baja laboral puede costarle 2.000 euros a la empresa.

En Madrid, son especialistas en el sector inmobiliario. “En esta ciudad, la gente siempre tiene muchos problemas con la vivienda y el incumplimiento de sus contratos”, dice. Los casos que más se presentan son propietarios que sospechan que sus pisos los han convertido en pisos turísticos e inquilinos que subalquilan habitaciones o que han convertido sus casas en prostíbulos.

Foto: El doctor Francisco J. Martín-Valentín estudia unas inscripciones en la tumba del visir. (Cortesía del IEAE)

Después de llevar toda la vida en el sector, hace unos años vio que cada vez más personas buscaban sus servicios para captar infidelidades. Así que decidió abrir una segunda empresa llamada Red Pills Detectives que se dedica exclusivamente a probar la fidelidad de las parejas. “Descubrir que tu pareja te está siendo infiel cuesta desde 200 euros”, afirma.

“Siempre hago una primera reunión con el cliente en donde se establece un plan y les pido que me llamen en el momento en que su pareja haga algún plan o movimiento sospechoso: ahí entra mi labor de seguimiento. Muchas veces las pruebas que conseguimos terminan siendo fundamentales para el juicio”, asegura. Dentro de su trabajo hay límites, aunque sus clientes le piden que se los salte todos los días: “No, no podemos hackear el teléfono de tu mujer”, asegura.

Fontanals ha dedicado las últimas semanas en Madrid a entrenar con todos los aparatos necesarios a una detective que está dando sus primeros pasos en este mundo: “Tiendas como las del espía para mí se me quedan pequeñas”, asegura.

El sector está en crecimiento. Fontanals asegura que las empresas se han dado cuenta de lo útiles que son los detectives privados y cada vez los contratan más para solucionar sus problemas. “Damos soluciones reales. Antes la gente no hablaba de ir al psicólogo, ahora está de moda. Con nosotros pasa igual”, dice.

El cine y la literatura han llenado de misterio la figura del detective privado. Al pensar en los profesionales de este oficio, el género negro nos ha regalado la imagen del intrépido expolicía expulsado del cuerpo por sus malas artes, pero al que todo el mundo le reconoce un amplio conocimiento de los bajos fondos de la ciudad, donde la información se mueve entre tugurios llenos de humo y de hombres de almas rotas que apuran el último sorbo de su whisky on the rocks.

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