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¿Déficit de naturaleza? El síndrome de las grandes ciudades como Madrid
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¿Déficit de naturaleza? El síndrome de las grandes ciudades como Madrid

La falta de vitamina D, la obesidad, enfermedades respiratorias, la hiperactividad o el incremento de los casos de asma infantil están ligados a esta carencia. Las consecuencias se agravan en los niños

Foto: Parque del Retiro, Madrid. (Unsplash)
Parque del Retiro, Madrid. (Unsplash)

Casi todos los ciudadanos que habitan en una ciudad mediana o grande tienen déficit de naturaleza. Y vivir en una población pequeña tampoco te garantiza tener superávit. Aunque residas en Madarcos (uno de los pueblos más pequeños de la Comunidad de Madrid, con 57 vecinos censados, según el INE de 2021) si te levantas cada mañana, te metes en el coche, vas al trabajo, regresas a casa y no sales hasta el día siguiente, también sufrirás este síndrome. Vivir en un entorno natural claramente ayuda, pero lo que cuenta es la filosofía de vida. Integrar en la rutina diaria el contacto con la naturaleza. ¿Sirve abrazar al árbol mas cercano al portal? No. ¿Se soluciona con una escapada dominguera al campo o a la sierra o con un viaje a Costa Rica? Tampoco.

Por tanto, más allá del proyecto 'Plan Alcorques Cero', que hace unos días presentó el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en el distrito de Ciudad Lineal, lo que importa es, como explica a El Confidencial José Antonio Corraliza, catedrático de Psicología Ambiental de la Universidad Autónoma de Madrid, salir de la vida robotizada en la que gran parte de la población está inmersa.

Foto: Imagen: EC Diseño/CSA.

Puede parecer una cosa menor, pero determinadas dolencias están vínculadas a estas carencias. “La falta de vitamina D, la obesidad, enfermedades respiratorias, el incremento de los casos de asma infantil, la hiperactividad o los trastornos por déficit de atención” están relacionados con el síndrome de déficit de naturaleza, que el profesor Corraliza define como “esa situación de persistente desconexión con la estimulación natural. Hemos dejado de contemplar paisajes, de entrar en contacto con la vegetación de nuestro entorno o de percibir los cambios que se producen con el paso de las estaciones”.

La afección en niños

Este déficit de naturaleza apunta aún más preocupante en los niños. Los chavales han ido cambiando “el viento fresco” por la calidad de conexión del WIFI. “Con muy poca frecuencia realizamos actividades en el exterior, en contacto directo con la estimulación natural”. Dice José Antonio Corraliza que este síndrome “revela algo vital, que estábamos olvidando. El ser humano es una especie más que mantiene contacto con las otras formas de vida que le rodean y que la tecnología no puede aportar”.

Por tanto, si no sirve abrazar al árbol de la acera y tampoco la excursión a la sierra o las vacaciones en Costa Rica, ¿qué se puede hacer? Pasear por un parque después de trabajar, leer en un banco soleado, hacer deporte al aire libre, observar en la naturaleza urbana (vegetales, aves o insectos) el cambio de las estaciones, contemplar otras formas de vida… “Hay que naturalizar la vida cotidiana” para que, como estudia Corraliza, “nuestro sistema nervioso no eche de menos la naturaleza que nos ha visto y permitido evolucionar. Gran parte del éxito adaptativo de la especie humana tiene su origen en el contacto con la estimulación natural. Es una vinculación emocional inconsciente” que estamos cercenando con el síndrome.

Foto: Baobab en el Parque Nacional Tarangire, Tanzania (Andoni Canela)

Los estudios demuestran que “los niños que viven cerca de entornos naturales y con una vida más naturalizada tienen mayor capacidad para hacer frente a eventos estresantes, como el fallecimiento de un ser querido o la sobrecarga de actividades diarias en el colegio”. Y aquí figura otra clave para mejorar el déficit de naturaleza, sobre todo en los niños. “La imperiosa necesidad de naturalizar la vida infantil. En la escuela no sólo hay que crear un contexto natural y una concienciación ecológica, que también son conceptos muy importantes. Hay que proporcionar experiencias que ayuden a recuperar el contacto y la estimulación de entornos naturales”. En los planes de estudios de los colegios “hay que abrir espacios para que muchas actividades se puedan desarrollar en contacto con la naturaleza”. Esta modernización del concepto educativo “sería un recurso estratégico para mejorar la salud infantil y recuperar recursos psicológicos que ayuden a afrontar la sobreestimulación y el estrés diario”.

El diseño urbano

La operación 'Plan Alcorques Cero', que se ha iniciado en el número 374 de la Calle López de Hoyos, en el distrito de Ciudad Lineal, donde se ha plantado el primer ejemplar de roble del proyecto, pretende regenerar la masa arbórea de la ciudad y replantar los 11.216 alcorques vacíos que cumplen los requisitos para el desarrollo de la planta.

Foto: Estas iniciativas supondrán una revolución para las ciudades. (Unsplash)

Madrid es una de las ciudades europeas con más zonas verdes y con más árboles por habitante. Y ese puede ser un buen comienzo para la renaturalización del día a día. Desde el departamento de Psicología Ambiental de la Universidad Autónoma de Madrid, el catedrático José Antonio Corraliza apunta a “la relevancia que la infraestructura verde urbana tiene para la salud y el bienestar de los ciudadanos. El equipamiento verde urbano no es un adorno en la estructura espacial de la ciudad. Es el reflejo de una necesidad psicológica, una estimulación, un recurso que ayuda a recuperarnos de los eventos estresantes y a alcanzar óptimos niveles de bienestar y salud”.

En definitiva, concluye Corraliza, “la naturaleza no es sólo la contemplación de paisajes idílicos y salvajes, sino una parte de nuestro equilibrio psicológico”. La medicina está en los parques y jardines urbanos, “una infraestructura verde que ayuda a minimizar el síndrome del déficit de naturaleza”.

Casi todos los ciudadanos que habitan en una ciudad mediana o grande tienen déficit de naturaleza. Y vivir en una población pequeña tampoco te garantiza tener superávit. Aunque residas en Madarcos (uno de los pueblos más pequeños de la Comunidad de Madrid, con 57 vecinos censados, según el INE de 2021) si te levantas cada mañana, te metes en el coche, vas al trabajo, regresas a casa y no sales hasta el día siguiente, también sufrirás este síndrome. Vivir en un entorno natural claramente ayuda, pero lo que cuenta es la filosofía de vida. Integrar en la rutina diaria el contacto con la naturaleza. ¿Sirve abrazar al árbol mas cercano al portal? No. ¿Se soluciona con una escapada dominguera al campo o a la sierra o con un viaje a Costa Rica? Tampoco.

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