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"Cada día quiero estar más lejos de los políticos y no darles la foto fácil"
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DAVID GARCÍA, JUDOKA PARALÍMPICO, HARÁ UNA TRAVESÍA POR EL DESIERTO EN FAVOR DE LOS ENFERMOS DE ESCLEROSIS

"Cada día quiero estar más lejos de los políticos y no darles la foto fácil"

EN TODOS LOS FRENTES Es administrativo, activista, deportista de élite con cuatro Juegos Paralímpicos a sus espaldas –Sídney, Atenas, Pekín y Londres–

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Es administrativo, activista, deportista de élite con cuatro Juegos Paralímpicos a sus espaldas –Sídney, Atenas, Pekín y Londres– y este verano, por si fuera poco, hará una travesía por el desierto del Sáhara para echar una mano a los afectados por esclerosis. Lo de estar en todos los frentes no es una forma de hablar cuando se trata de David García –Almería, 1981–, judoka y deficiente visual, aunque rechaza en todo momento que, en su caso, estemos hablando de "caridad". Es responsabilidad social, asegura, y sentido común, más necesarios que nunca en tiempos complicados. Eso y ganas de meterle el dedo en el ojo a los políticos a ver, dice, "si hacen algo de una vez".

En septiembre te vas a Marruecos a cruzar el desierto. Yo estaría muerto de miedo.

Es una travesía dura, nadie dice que no. No hablamos de correr y ya está, sino de correr en uno de los entornos más duros del mundo, que es el Sahara. Impresiona, pero lo hacemos también para echar una mano, y eso siempre anima.

Para echar una mano a los afectados por esclerosis de Almería, ¿verdad?

Exacto. Todo lo que han aportado los patrocinadores a mi compañero Javier Martínez y a mí se va para la Asociación de Esclerosis Múltiple de Almería con el objetivo de conseguir una furgoneta para el traslado de las personas afectadas por la enfermedad y ya hemos comprometido casi el 95% de lo que necesitamos, así que estamos satisfechos.

¿Da más miedo que unos Juegos Olímpicos?

No sé qué decirte, aunque unos Juegos son más gratos. En deporte, poder representar a tu país es lo máximo y supone la recompensa a mucho trabajo. Unos Juegos no tienen nada que ver un Mundial o unos Europeos: es otro nivel. Piensa que en otros torneos van los mejores de cada país, pero a los Juegos van los mejores del ranking mundial.

Tengo entendido que también has donado parte de los beneficios que haces con el deporte a organizaciones involucradas en la lucha contra el cáncer.

En Londres comprometí el 50% del premio con una asociación, en efecto.

Un premio de dinero público, entiendo.

Sí, claro. Nunca lo había hecho antes, no de forma tan directa, pero estamos en una época tan complicada tenemos que colaborar todos.

Forma directa para ti, David. Si uno lo piensa, es una manera muy indirecta de que el dinero público llegue a este tipo de causas.

Sí, pero en el fondo son cantidades pequeñas. Por el oro hablamos de 24.000 o 25.000 euros, 20.000 por la plata y 18.000 euros por el bronce, más o menos, y es la mitad de esa cantidad. En realidad la idea de fondo es hacer el gesto visible para que cada vez más deportistas conozcan el caso y se animen a hacer lo mismo. Hay gente que tiene becas o sueldos desorbitados, y no está de más echar una mano, aunque sea un poquito. También tenemos que convencerlos a ellos.

¿Y no se desespera uno intentándolo? Porque conocemos muy pocos casos como el tuyo...

Sí, a veces desespera, pero vamos a ver: ahora mismo en España hay niños que pasan hambre. Es así. Cuando colaboras lo ves: niños que van al cole sin desayunar, niños que se desmayan... Es algo terrible que está ocurriendo hoy, ahora, en nuestro país.

¿Y por qué nos cuesta darnos cuenta?

Porque no lo vemos, porque no lo aceptamos... Aunque cada día, por suerte, hay más concienciación con el tema de la comida. Hace poco participé en una recogida para Caritas en Madrid y reunimos dos toneladas de comida.

No está mal. ¿Cómo se convence a la gente para que le dé comida a otra gente que no conoce?

Con un poquito de imaginación se hace. Organizamos una exhibición deportiva y una clase especial y, como inscripción, les pedimos simplemente que trajeran un kilo de comida. También conseguimos algún patrocinador que nos dio bicicletas, equipos de música, MP3s, cosas así, y lo rifamos a cambio, de nuevo, de comida. Y así sacamos 2.500 kilos en una tarde. Se hace, con imaginación se hace.

Y alguien que ha ido a cuatro Juegos Olímpicos, como tú, y que tiene que estrechar tantas manos de políticos, ¿no se siente tentado de aprovechar la ocasión y pedirles cosas a ellos?

Sí, pero es que cada vez estrecho menos manos de esas. Cada día que pasa quiero estar más lejos de los políticos, desde luego de la mayoría de ellos. No quiero participar en la foto fácil. Si voy a algún evento es para decir algo, porque me interesa estar allí por alguna razón.

Pero hay que apelar a ellos, David. Si no, no avanzamos.

Totalmente de acuerdo. Y ojo: son los que hemos votado. A la hora de repartir culpas, los ciudadanos no estamos libres de ellas. Pero el paso para mejorar las cosas, en particular pensando en quienes lo están pasando peor, lo tienen que dar ellos, eso es cierto. Puedes hacer mil campañas y mil recogidas, que si ellos no hacen nada, estamos en las mismas. Y por desgracia en este país la gente está cada día más desamparada.

Pensemos tácticamente: ¿cómo conseguimos que los gobernantes se impliquen de verdad en la protección de los que están en una situación límite?

Es tan simple como que se pasen un día por un colegio y vean a los niños desnutridos que ya hay en España, por ejemplo. O por la calle y que hablen con familias con algunos de sus miembros dependientes. Que vean lo mal que lo están pasando.

David, tú eres una persona que ha tenido que superar sus propias dificultades. ¿Piensas que precisamente por eso puedes sacarle más los colores?

Seguramente, sí. Es algo complicado, porque por un lado no me gusta nada lo de la publicidad en mi propia persona, pero por otro se trata de conseguir la visibilidad de algunos problemas, como el tema de la esclerosis o lo de los niños, y demostrar que un ciudadano común, como yo, siempre puede echar una mano.

Ciudadano común pero también un deportista de élite.

¡Pero tengo una casa que pagar, como cualquiera! Si demuestro algo, que no me corresponde a mí decirlo, es que si yo lo hago, puedo hacerlo cualquiera. No me importa que suene crudo: si el más desgraciado del mundo, con más dificultades y con menos recursos, puede echar una mano, con tiempo o con dinero, entonces todo el mundo puede. Y ante esto los políticos están en la obligación de estar primero con esa gente: con los que más lo necesitan. Y después, todo lo demás.

¿Y con quiénes están hoy?

Con los banqueros, claro. Y con quien tiene dinero. Eso lo sabe todo el mundo.

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