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"La economía debe servir a los ciudadanos, no los ciudadanos a la economía"
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XULIO RÍOS SOSTIENE QUE CHINA "NO SE CONVERTIRÁ EN LA PRIMERA POTENCIA SIENDO EL PAÍS MÁS INJUSTO DEL MUNDO"

"La economía debe servir a los ciudadanos, no los ciudadanos a la economía"

PEDAGOGÍA CHINA Sabe de China más que casi cualquier español y más incluso que muchos chinos. Xulio Ríos (Moaña,

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"La economía debe servir a los ciudadanos, no los ciudadanos a la economía"

PEDAGOGÍA CHINA

Sabe de China más que casi cualquier español y más incluso que muchos chinos. Xulio Ríos (Moaña, 1958) es licenciado en Derecho y dirige Observatorio de la Política China, el Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional IGADI y el Fondo Galego de Cooperación e Solidariedade y ha publicado una infinidad de libros sobre divulgación política y relaciones internacionales –el último de ellos, China pide paso. De Hu Jintao a Xi Jinping–. Sobre China precisamente y sobre sus "muchas singularidades" Ríos prefiere no enunciar con rotundidad sus afirmaciones, sino exponer las contradicciones que acontecen en el país –"como en todas partes", apunta en un par de ocasiones– y dejar que sea su interlocutor quien decida, caso de que haya que decidir. Para él, la pedagogía es lo primero, como lo es la propia realidad. Y la ideología es algo que viene después.

Casi te puedo preguntar el tiempo que hace en Pekín, porque acabas de estar allí

He estado y acabo de volver, sí. La última vez estuve viviendo allí entre 2006 y 2010 y la verdad es que no me importaría regresar.

¿A pesar de la contaminación?

A pesar de la contaminación, sí, que por cierto ha empeorado últimamente. Pero piensa que China es mucha China. Es enorme y en el interior y en el oeste quedan regiones que están aún poco menos que en la Edad Media. Al conocerlas te das cuenta de lo que se ha dejado atrás el progreso.

¿Y en la capital no?

En Pekín también, claro, pero cada vez menos. En el corazón de la ciudad, cerca de Tian'anmen, hay un barrio de hútòng, de los pocos que quedan ya en la ciudad. Hay algún movimiento cultural, artistas, pintores, etcétera, pero sobre todo vive gente muy humilde. No sé cuánto durará, la verdad, ni cuánto tardarán en poner allí rascacielos, porque es un bocado suculento, en particular en una ciudad tan grande.

Ya está cerca de los 20 millones de habitantes

Y de esos 20 millones, 7 son emigrantes rurales. Por primera vez en toda la historia china el año pasado, en 2012, la población urbana superó a la rural. El 25% de los chinos, sin embargo, vive en las nuevas ciudades de emigrantes y el proceso es tan reciente que no hay una clase aún verdaderamente urbana. Por eso yo suelo decir que son ciudades grandes ciudades rururbanas, no del todo urbanas.

¿Y eso es bueno o malo?

El problema es que, en China, el urbanizador es un proceso violento y arrollador, que no se integra con lo que estaba antes sino que lo barre. Hace diez años tú llegabas a Pekín y veías gente cortándose el pelo por la calle, personas paseando en pijama por la noche... Estaban como en una aldea, aunque una muy grande (ríe). Esas cosas se pierden en parte por este proceso urbanizador y en parte por el crecimiento económico. Muchos son hoy nuevos ricos y no les parece propio de su categoría pasearse más en pijama.

¿Y no se puede hacer mejor?

Es complicado, lógicamente, nadie dice que no lo sea. Pero también se han cosechado muchos éxitos. Según los cálculos de la Academia de Ciencias Sociales el coste de esta integración de los emigrantes rurales equiparándolos en derechos a los residentes urbanos es de 7.000 euros por persona. China tiene 3,3 billones de dólares en reservas y un endeudamiento que para sí lo querría España, pero aun así es una cifra importante. Y piensa que el país aspira al nivel de desarrollo urbano occidental con un problema muy singular: acoge al 22% de la población mundial pero solo tiene un 6% de tierra cultivable. Y después de movilizar a una masa humana equivalente a toda la población de Europa, en China no se pasa hambre. Es casi un milagro.

Las cifras macroeconómicas también le sonríen. China creció un 7,8% en el último trimestre de 2012 y varios estudios afirman que crecerá otro 8% en 2013

China crece mucho, pero es un crecimiento muy frágil. En diez años ha pasado de ser la sexta potencia económica a ser la segunda, pero con un índice de desarrollo humano que la sitúa en la posición 101. El salto es enorme, pero muy desequilibrado.

A eso voy. ¿China está creciendo de forma sostenida o se trata de un boom?

El objetivo de los dirigentes chinos es duplicar el PIB en 2020 respecto al de 2010 y situarse así como primera potencia económica por delante de Estados Unidos. Eso requiere una tasa de crecimiento en torno al 7,5% u 8% anual, que es la que tienen, por lo que podemos decir que es un objetivo espectacular, pero también muy realista. Eso sí: debe superar algunos retos, fundamentalmente el tecnológico, el ambiental y conseguir que crezca su demanda interna. Eso va exigir unas inversiones públicas fortísimas y una transformación fundamental, ya que China tiene que abandonar su fórmula de las pasadas cuatro décadas, que es la mano de obra barata.

¿Y lo hará?

Ya lo está haciendo. En China los salarios crecen hoy entre el 13% y el 20% anualmente, y eso solo en el sector privado. ¿Te acuerdas de los que tenemos aquí?

Prefiero no acordarme

(Ríe) Claro. En China los salarios crecen, pero de momento no se aprecia el mismo nivel de crecimiento en las infraestructuras, en la educación, en la sanidad...  Y las desigualdades sociales siguen siendo muy, muy profundas. Hay un crecimiento económico pasmoso, pero de muy poca calidad. Es un éxito en las cifras macroeconómicas, pero nada más. En mi opinión, China no llegará a ser la primera potencia del mundo siendo el país más injusto del mundo.

¿Crees que esto implica también riesgos políticos?

Sí, puede hacer derrapar todo el proceso. Muchos chinos piensan que el crecimiento ha beneficiado a muy pocos. Y así es, porque hay una oligarquía dominante que se ha apropiado de los beneficios del progreso y la inmensa mayoría está al margen.

¿Es el modelo que está repitiendo en África? Porque China tiene una gran presencia en el continente y hay quien lo llama colaboración Sur-Sur

Porque desde aquí a veces queremos simplificar las cosas y ponerles un nombre en lugar de entenderlas. China tiene en África cerca de un millón de trabajadores, es su mayor socio comercial desde 2009 y mantiene allí una política de inversiones muy compleja, creando sobre todo infraestructuras a cambio de acceder a los recursos energéticos. Hay una intención clara de aumentar su presencia estratégica y su influencia en este tipo de lugares creando tensiones, sobre todo, con las potencias que ya estaban allí, como Estados Unidos en América Latina o Europa en África. Hay que analizar el fenómeno caso por caso, país por país, pero en general, China, como Occidente antes que China, ha tenido mucho más en cuenta sus propios intereses que los de los africanos y ha hecho en el continente lo mismo que hace en su propio país.

¿Debe el 'primer mundo' temer a los BRICS?

No sé si debe, pero lo que sí es cierto es que los BRICS –Brasil, India, China, Rusia y Sudáfrica– ya están cambiando el orden de las cosas. Bolivia, por ejemplo, ya tiene parte de sus reservas en yuanes en lugar de dólares. Y estos días, en Durban, los BRICS se han reunido y han impulsado la idea de crear un Banco del Desarrollo que pudiera hacerle frente e incluso superar al Fondo Monetario Internacional. ¿Sería un instrumento de poder? Seguramente. Pero también es verdad que le ahorraría a los países en desarrollo parte de los muchos sufrimientos que les ha impuesto el FMI.

Y aquí es cuando deberíamos valorar la cualidad comunista de todo esto

Lo del comunismo es un tema muy abstracto. ¿China es una economía capitalista? En el sentido clásico no, claro, porque no es una economía de mercado, sino con mercado, que es distinto. ¿Es, por tanto, una economía socialista? Pues tampoco, pese a que hay planificación y que el corazón de la misma sea, que lo es, el Partido Comunista Chino. Es una experiencia muy singular que no se puede catalogar en la tipología rigurosa que conocíamos hasta ahora.

Entonces no la cataloguemos: evaluémosla

¡Eso es más complicado todavía! (ríe). El beneficio de las primeras quinientas empresas privadas medianas del país no alcanza ni la mitad de una de las grandes multinacionales públicas chinas, que controla directamente el Partido. Puede no gustarnos, pero piensa en nuestros países, en lo que estamos viviendo en Europa y Occidente. Aquí los Estados se han debilitado hasta niveles escandalosos. Han vendido sus joyas de la corona en el proceso de crecimiento, normalmente a grandes amigos y a grandes capitalistas, y el Estado ha encogido tanto que no tiene poder de poner coto a los mercados. Y hoy son los mercados quienes les dicen a nuestros gobiernos lo que tienen que hacer, y si no lo hacen, nos castiga. Esto en China no es así.

O sea, que la crisis nos obliga a reevaluar el modelo chino

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