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"La educación en España tiene más problemas que el dinero"
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JAVIER DE FELIPE CREE QUE "SI SOLO ESTUDIÁSEMOS LAS ENFERMEDADES SERÍAMOS CAPACES DE CURAR MUCHAS MENOS"

"La educación en España tiene más problemas que el dinero"

ENGANCHADO AL CEREBRO Los pasillos de su laboratorio en el Instituto Cajal, adscrito al Centro Superior de Investigaciones Científicas, son intrincados como los surcos de un

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"La educación en España tiene más problemas que el dinero"

ENGANCHADO AL CEREBRO

Los pasillos de su laboratorio en el Instituto Cajal, adscrito al Centro Superior de Investigaciones Científicas, son intrincados como los surcos de un cerebro, pero el neurobiólogo Javier de Felipe (Madrid, 1953) asegura que no es una metáfora. Tampoco lo es su despacho, aunque la abundancia de todo tipo de cachivaches –desde partituras a cráneos pasando por cuadros abstractos y microscopios– recuerde al visitante que todo lo imaginable está relacionado con este órgano. Javier de Felipe, un biólogo adicto a lo neurológico, nos habla allí de su investigación pionera sobre el alzhéimer, de su colaboración con la NASA y de su participación en el proyecto internacional Blue Brain, que pretende crear la primera simulación informática de un cerebro completo. 

¿Cómo acaba un estudiante de biológicas estudiando el cerebro?

Es sencillo: probando muchas cosas hasta que una le engancha. A mí me gustaba la investigación y cuando salí de la universidad fui preguntando de laboratorio en laboratorio. Pasé por botánica, genética, bioquímica... Hasta que caí en el Instituto Cajal y empecé a investigar sobre el sistema nervioso, que era algo que no había estudiado nunca y me atrapó desde el primer día.

Es frecuente oír que el cerebro humano es, hasta donde sabemos, la estructura más compleja del universo. ¿No te abruma la responsabilidad de tener que desentrañar sus misterios?

No, no mucho, pero porque cada uno se ocupa de una pequeña fracción de cada misterio (ríe). Para mí estudiar el cerebro es apasionante por una razón: somos nuestro cerebro. Si consiguiésemos trasplantarlo a otro cuerpo distinto del propio, nos estaríamos trasplantando a nosotros mismos. La esencia de nuestra humanidad está en él.

Suele decirse que es la corteza cerebral, si no me equivoco, la que nos convierte en humanos.

Sí. Aunque el cerebro funciona como un todo, la corteza está relacionada con aquellas capacidades que nos distinguen de los animales, como la abstracción, el lenguaje, la planificación...

¿Somos animales, solo que más sofisticados, o somos algo distinto de ellos?

Ese es un debate muy viejo. Unos compañeros piensan que el ser humano es quien es dentro del reino animal porque su cerebro es más complejo. Otros, sin embargo, creen que al ser humano lo definen sus singularidades cerebrales, aquellos elementos que son únicos en él. Todas las especies tienen esas singularidades, cada una las suyas, pero las nuestras están más relacionadas con la inteligencia y la cultura. Personalmente me inclino por la segunda opción, aunque es un debate complicado. Seguramente no tendrá respuesta hasta que no conozcamos mejor el propio sistema neuronal. 

Al que le pasa como al lecho marino, que lo desconocemos pese a tenerlo tan cerca. Por eso circulan tantas leyendas sobre él...

Como la de que solo funciona un pequeño porcentaje del cerebro, eso que se dice de que solo trabajamos con el 10% de nuestra capacidad.

Exacto. ¿Y de dónde sale ese mito?

No lo sé, pero seguramente tiene que ver con un tipo de información que procesamos inconscientemente y que, de momento, no sabemos para qué es. Y también con la capacidad potencial del cerebro, que es un órgano poderosísimo. En el futuro nos permitirá hacer muchas cosas que aún no hacemos no porque no pueda, sino porque no hemos aprendido a hacerlas.

¿Como por ejemplo?

No sé, insisto en que no se han inventado (ríe). Pero piensa que nuestro cerebro sapiens es el mismo desde hace 200.000 años y, sin embargo, los primeros síntomas de nuestra capacidad de abstracción, unas formas geométricas que están en la Cueva de Blombos, en Sudáfrica, datan de hace solo 100.000 años. No aprendimos a hacer arte hasta hace 41.000 años, cuando alguien pintó los negativos de las manos y los discos rojos de la Cueva del Castillo, en Cantabria. Y ya no digamos el lenguaje o la música, que son muy modernos. Todo eso lo adquirimos gracias a la evolución cultural, pero el cerebro era capaz de hacerlo mucho tiempo antes.

Y eso que los neurobiólogos tienen fama de deterministas…

Somos muy deterministas, pero la cultura es clave en nuestro funcionamiento mental. Hay que pensar en el cerebro como si fuese agua, por ejemplo. Está formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, pero no es una suma de hidrógeno y oxígeno sin más: es agua, algo diferente de la suma de sus partes. El cerebro es igual.

Ramón y Cajal afirmó que “todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”. ¿Qué quiso decirnos con esto?

Que el cerebro es plástico y puedes moldearlo. Cuando aprendes a tocar la guitarra, por ejemplo, creas nuevas conexiones que, con el tiempo, te permiten tocar el instrumento. El cerebro se esculpe a nuestro antojo, pero le ocurre como a los músculos, que no crecen de la noche a la mañana, sino a través del ejercicio. Es algo positivo y bien documentado, pero también peligroso. El fanatismo también se inculca y también moldea el cerebro y nuestra forma de pensar.

Una de los extremos más fascinantes de su laboratorio es que despliega todo tipo de tecnología, desde el microscopio hasta las simulaciones informáticas… ¿Cómo pueden las simulaciones, como las que se ponen en marcha en el proyecto Blue Brain,ayudarnos a comprender el cerebro?

Las simulaciones informáticas son críticas para la neurología. Es imposible calcular cómo funciona un sistema de neuronas, porque cada una se conecta con las demás a través de una, dos y hasta veinte conexiones, y por supuesto hay que contar con que hay miles de millones de ellas. Pero un ordenador sí puede hacerlo, y de esa forma predecir mediante neuronas virtuales cómo funciona un conjunto de ellas. Es complicado, porque mezcla matemáticas, informática y biología, pero muy prometedor. Una de las posibilidades que plantea es aplicar la tecnología a la propia informática y crear ordenadores neuromórficos que funcionen como un cerebro.

Una pregunta a bocajarro, a ti que sabes de esto. ¿Curaremos algún día el alzhéimer?

Curar no se puede curar, porque es imposible devolver al enfermo al estado en el que estaba antes de sufrir el trastorno. Cuando tienes alzhéimer pierdes una serie de conexiones en el cerebro y tu memoria se borra; no es que la olvides, es que desaparece, y por tanto no puede recuperarse. Pero parar sí podremos pararla y estoy seguro de que lo haremos.

Y sin embargo te he oído decir que es "la enfermedad del futuro".

Sí, porque la sociedad envejece y es una enfermedad asociada a la vejez. Seguirá siendo una enfermedad, pero en su caso particular pararla sería casi un éxito completo, porque el alzhéimer es lento y apenas se nota durante los primeros veinte años en que la sufres. Olvidas cosillas, pero muy poca cosa. Si consiguiésemos detener la enfermedad en esa fase, la vida del enfermo sería prácticamente igual que la de alguien sano.

Para curar las enfermedades de la vejez cada día tenemos más claro que hay que estudiar el cerebro de los niños…

Sí, porque es cuando el cerebro resulta más moldeable, cuando crea circuitos y se ajusta con ellos al entorno en el que vive. Por eso en neurología cada vez le damos más importancia de la educación, que es la que esculpe el cerebro de los niños y los convierte, dependiendo de cómo sea, en personas creativas y adaptables o en personas rígidas que lo van a tener más complicado en la vida.

Hablando de futuro. Tú investigaste los efectos de la vida en el espacio en el cerebro para intentar saber cómo cambiaremos cuando vivamos allá fuera. ¿Alguna conclusión interesante?

Muchas. Entre otros experimentos enviamos ratas jóvenes al espacio, cuando su maduración cerebral estaba en curso, y volvieron cuando había acabado. Descubrimos que su cerebro era distinto, que había cambiado creciendo en el espacio y que seguía siendo diferente mucho tiempo después. En otras palabras: que se habían adaptado al espacio. Por eso suelo comentar que, si eso ocurre en las personas, quizá vivir fuera de la Tierra nos transforme neurológicamente y nos convierta en otra especie, el homo sapiens spatii, el ser humano del espacio. Hoy parece ciencia ficción, claro.

A eso voy. ¿Por qué preocuparse de estudiar los cambios que sufrirá el cerebro cuando el hombre conquiste el espacio con la cantidad de incógnitas que aún persisten en la Tierra?

Porque en la ciencia todo es importante. Las conclusiones de este estudio, que establecen la tesis de la plasticidad neuronal a corto plazo, contribuyen también al desarrollo de otras investigaciones. Si investigásemos solo lo que está relacionado directamente con las enfermedades, seguramente seríamos capaces de curar muchas menos.

¿Nos acordamos de la investigación...

...solo cuando estás enfermo, sí (ríe).

Iba a decir "solo para lo patológico", pero veo que lo tienes claro.

Sí, porque ocurre mucho y es una lástima. Mucha gente habla contigo cuando sabe de alguien que está enfermo, a veces ellos mismos, y te dicen que hay que investigar más. Claro que hay que hacerlo, pero debemos darnos cuenta antes, no solo cuando le vemos las orejas al lobo. La investigación es fundamental en nuestra sociedad y crítica para la salud humana, pero aun así hay quien prefiere que el dinero se invierta en otras cosas.

¿Por ignorancia?

Y porque da la impresión de que muchas investigaciones, al no llevar a descubrimientos o invenciones brillantes, son en balde. Eso no es así, y menos en biología. No obtener un resultado es, en sí, un resultado, ya que te permite que tú y tus colegas descartéis esa vía y lleguéis a la que hay que llegar. Entre los científicos, en todo caso, los hay buenos, los hay regulares y los hay malos. Por eso no basta solo con que queramos potenciar la investigación: también debemos esforzarnos en dar a conocer resultados y en divulgar.

¿Qué tal se investiga hoy en España?

Afortunadamente yo no me puedo quejar, porque tengo un laboratorio de película, pero soy una excepción. Y es una lástima, porque hay científicos fabulosos en España que no disponen de los recursos que necesitan.

¿Hay fuga de cerebros en el estudio del cerebro?

Mucha. Y siempre la ha habido, en realidad, desde Ramón y Cajal, aunque ahora se ha acentuado enormemente. Las condiciones de trabajo en muchos países de Europa y en Estados Unidos simplemente no pueden compararse con las nuestras. Empezando, lógicamente, por la financiación. Es muy frustrante, sobre todo sabiendo, como sabemos, que hay muchos científicos españoles líderes en sus respectivos campos y que sería tan sencillo como que pudiesen trabajar en su país, cosa que por cierto están deseando.

¿La financiación privada es una alternativa real para la investigación?

Sí, pero en España ocurre lo mismo: no hay dinero para nada. Además la investigación privada está más relacionado con la patología y la farmacología, persigue casi siempre un objetivo concreto y eso hace que sea más limitada. Y con el mecenazgo ocurre igual. Si tú trabajas para una institución filantrópica que estudia la esclerosis múltiple, estudias esclerosis múltiple. Punto. Está muy bien, lógicamente, pero el modo ideal de hacerlo sería a través del campo. Investigar sobre enfermedades neurológicas, en general, y no constantemente sobre una. Es más fructífero, pero con capital privado no suele hacerse.

¿Crees que si tuviéramos una cultura científica más aguda los recortes a la investigación encontrarían más resistencia?

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