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El carmín que pasó al olvido: la batalla de la cochinilla canaria por sobrevivir
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"LLEGÓ PROCEDENTE DE MÉXICO"

El carmín que pasó al olvido: la batalla de la cochinilla canaria por sobrevivir

La falta de agua, el apoyo institucional y la especulación dificultan un mercado que agoniza. El archipiélago canario es el único territorio europeo donde se usa este insecto para su comercialización

Foto: El oro líquido de Lanzarote. (L. M.)
El oro líquido de Lanzarote. (L. M.)

En 2010 se detectó por primera vez en La Palma y, 9 años después, continuó su expansión en Tenerife. En 2020 llegó a Lanzarote y en 2023, a Gran Canaria. La cochinilla basta del carmín o silvestre (Dactylopius opuntiae) llegó a Canarias procedente de México para quedarse y obligar al Gobierno de las islas a declararla, en agosto del año pasado, como plaga. Este insecto nocivo se fija sobre la tunera (una especie de cactus) y le produce clorosis (amarillamiento por la pérdida de clorofila) y necrosis (la muerte de los tejidos vegetales) en las pencas y frutos de la planta, debilitándola y provocando su caída hasta causarle la muerte.

En Lanzarote ya había otra cochinilla, la Dactylopius coccus, que posee la Denominación de Origen Protegida (DOP) y se le conoce como Cochinilla de Canarias. El archipiélago es el único territorio europeo donde se usa este insecto para su comercialización a través de la extracción del colorante natural ácido carmínico. En 2020 eran menos de 200 hectáreas las dedicadas al cultivo de la cochinilla clásica de Lanzarote, con posibilidad también de recolectar higos picones para su salida a mercados foráneos, sobre todo a Tenerife. A día de hoy, rozan malamente las 10 hectáreas y casi 50 agricultores en activo.

Foto: Tlaxcal.

En la isla conejera la detección de la cochinilla mexicana supuso el inicio del fin a una fuente de ingresos con más de 200 años de historia y con un trabajo totalmente artesanal que mantenía uno de los paisajes más conocidos del Archipiélago. Las zonas que más lo están sufriendo son las localidades de Guatiza y Mala, en Teguise, donde en el siglo XIX, en 1870, se llegaron a recoger hasta tres millones de kilogramos de este parásito.

placeholder Uso de la cochinita en prendas artesanales. (L. M.)
Uso de la cochinita en prendas artesanales. (L. M.)

"El paisaje estaba mal, ahora es dantesco"

Pedro Juan González es el presidente de la Cooperativa Agrícola de Guatiza y Mala, y nada optimista con la situación del sector en la Isla. "Estamos resistiendo con lo heredado, pero entre que cada vez cuesta más comercializarla, la falta de agua y la cochinilla invasora, han acabado con todo lo que teníamos", comenta.

La cochinilla se puede guardar en torno a 20 o 30 años, aunque pierde su calidad y González estima que aún muchos conejeros conservan en sus casas "más o menos 50.000 kilos esperando darle salida". "La última vez que recuerda la Cooperativa vender fue 19.000 kilos en 2010, a raíz de ahí, no hay más constancia", señala.

Foto: El ministro de Política Territorial, y expresidente de Canarias, Ángel Víctor Torres. (EFE/Kiko Huesca)

"Hay fincas que van a desaparecer porque la plaga nueva mexicana desplaza a la otra, que no afectaba a la planta, y la mata", lamenta. Asimismo, hace alusión a las medidas adoptadas por el Gobierno de Canarias para su control y admite que "no funcionaron las dos actuaciones que hicieron porque hay tantas hectáreas abandonadas que se extendió a cultivos sanos y no veo solución más allá de que se acabe con todo y volver a comenzar".

Falta de motivación

González es claro: "Algo hay que hacer con el paisaje y a las autoridades no le interesa porque parte de la culpa la tienen ellos y no controlar la situación". Alude a la ausencia de ayuda a los jóvenes agricultores, que son el relevo generacional, y no ven atractivo un mercado que, además, carece de agua: "Tal es el abandono al que estamos sometidos, que Lanzarote era pionera en la desalación y ahora ni tenemos agua en casa".

placeholder Paisaje de Lanzarote con tuneras. (L. M.)
Paisaje de Lanzarote con tuneras. (L. M.)

La cochinilla canaria, como también se le conoce, tiene mercado internacional aunque, en los últimos años, Perú, Chile y Etiopía han industrializado la recolecta y han abaratado unos precios (10-15 dólares) a los que, difícilmente, puede competir Lanzarote con trabajo manual (70 dólares). A eso, añade González, hay que incluirle una especulación que no se controla porque "en Europa hay intermediarios que compran cochinilla aquí cuando el precio comienza a bajar y la venden en otros países sin que puedas hacer nada".

"El origen de que la Dactylopius opuntiae esté en Canarias puede recaer en toda la gente que trae de recuerdo tuneras atraídas por la variedad que hay y, a lo mejor con ello, viene un resto de la cochinilla invasora", aclara Juan Cazorla, biólogo de la Asociación Milana que lucha por la recuperación del parásito en Lanzarote.

Foto: Una de la momias estudiadas. (A. Marrero)

Este biólogo explica que solo se saca el colorante de la hembra: "La cochinilla tiene un ciclo de tres meses, se reproduce poniendo de 500 a 1.000 huevos, en su mayoría hembras, quedándose estas en la tunera comiendo. Cuando están gorditas, se procede, por parte del agricultor, al traslado a otra planta y, a partir de este momento, tarda entre 60-70 días en alcanzar la madurez necesaria para proceder a su recolección". Asimismo, el parásito no se mata, se seca para sacarle el extracto que teñirá.

En función del color que se quiera obtener, varía sus cantidades, por lo que Cazorla especifica que "en uno muy concentrado, como el violeta o el rojo intenso, se utiliza 100 gramos de cochinilla en un litro de agua, sin embargo, para el rosa palo, serían 10 gramos en un litro". Además, la cochinilla sobrante se puede volver a usar y aprovechar hasta en 3 o 4 lavados.

Admite que "de la cochinilla no se vive" pero desde la Asociación que pertenece se elaboran proyectos "para fomentar y dar a conocer los beneficios de la tunera, mantenerlas limpias y sanas e intentar aprovechar este bicho que, pocas veces, se ve uno tan productivo".

En 2010 se detectó por primera vez en La Palma y, 9 años después, continuó su expansión en Tenerife. En 2020 llegó a Lanzarote y en 2023, a Gran Canaria. La cochinilla basta del carmín o silvestre (Dactylopius opuntiae) llegó a Canarias procedente de México para quedarse y obligar al Gobierno de las islas a declararla, en agosto del año pasado, como plaga. Este insecto nocivo se fija sobre la tunera (una especie de cactus) y le produce clorosis (amarillamiento por la pérdida de clorofila) y necrosis (la muerte de los tejidos vegetales) en las pencas y frutos de la planta, debilitándola y provocando su caída hasta causarle la muerte.

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