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En Canarias desaparece más gente que en ningún otro sitio: las historias detrás del drama
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"no vivo, sobrevivo"

En Canarias desaparece más gente que en ningún otro sitio: las historias detrás del drama

La fecha más lejana de esta lista es el 8 de febrero de 1981. Entre los nombres más conocidos: Yéremi Vargas, Sara Morales, Tomás Gimeno o la pequeña Anna Gimeno Zimmermann

Foto: Familiares de desaparecidos, en una manifestación en Gran Canaria. (EFE/Elvira Urquijo A.)
Familiares de desaparecidos, en una manifestación en Gran Canaria. (EFE/Elvira Urquijo A.)

Menores, jóvenes, adultos y mayores. Basta echar un vistazo a SOS Desaparecidos en Canarias para ver que hay 78 personas, con distintos perfiles físicos, rasgos y procedencia en paradero desconocido. La fecha más antigua en la que alguno de ellos desapareció es el 8 de febrero de 1981, mientras que la más reciente de estos días. Entre los nombres, Yéremi Vargas, Sara Morales o Tomás Gimeno y la pequeña Anna Gimeno Zimmermann.

Sin embargo, las cifras aumentan prácticamente cada semana. Canarias, según el último informe anual de personas desaparecidas elaborado por el Ministerio del Interior y el Centro Nacional de Desaparecidos en 2022, alcanzó las 5.101 denuncias registradas por desapariciones, lo que se traduce en 1 de cada 5 de las que se interpusieron en nuestro país. Se trata de la comunidad autónoma con mayor número de denuncias, siendo Las Palmas la provincia que más registró, con 4.230 personas desaparecidas. Curiosamente, esta provincia es, tras Cádiz, la que más denuncias activas tiene con 664.

Tenía 39 años y una vida difícil marcada por una homosexualidad criticada por su entorno en La Orotava, Tenerife. A Jose Antonio Martín se le diagnostica en 2013 un trastorno bipolar y, tres años después, el 5 de junio de 2016, su rastro desaparece tras quedar a tomar un café con su novio. Su coche apareció 28 días más tarde, aparcado al borde de un precipicio en la entrada de un túnel transitado de la Isla, pero sin nada que le llevara a él.

Foto: Ithaisa Suárez, madre de Yéremi Vargas. (EFE/Ángel Medina G.)

Conchi Martín, su hermana, afirma que desde ese día dejó de vivir para sobrevivir. "Desde un principio, creyeron que su desaparición fue voluntaria y ni vecinos ni autoridades quisieron ir más allá", asegura. De hecho, fue tal el abandono que sintió que recuerda con dolor cómo en el coche de su hermano aparecieron colillas en el suelo "y nadie las analizó porque, estoy segura que, de hacerlo, se hubiera sabido quién le acompañó aquel día o si se subió con alguien más".

El desamparo administrativo y el apoyo de las autoridades asegura que es nulo, incluso afirma que se rieron de su familia. "La Guardia Civil nos llama tiempo después para llevar helicópteros y escaladores a la costa donde encontraron el coche y, después de estar horas y cogernos una insolación, mi madre y yo, no apareció ni un agente. Al día siguiente, quien llevaba el caso y nos había avisado, nos llamó mentirosas", lamenta.

Conchi está en un sinvivir constante porque asegura pararse "hasta con los indigentes a los que les cojo de la mano porque se me parece a la de mi hermano y, al comprobar que no, les pido perdón y me voy". "Hemos barajado distintas hipótesis, pero creo que mi hermano está enterrado en un jardín de un domicilio que nunca han ido porque, según la Policía, he visto muchas películas. Esa persona tenía relación estrecha con mi hermano y, en su jardín, hay restos siempre de cal y moscas", concluye.

"Tengo la certeza de que en la búsqueda se hizo todo lo que se pudo, pese a que se perdieron pruebas importantes como el rastreo de su móvil"

La situación se complica en islas no capitalinas, como en La Palma, cuando el 11 de mayo de 2017, en Los Llanos de Aridane, Alejandro Martín desaparece un día como otro cualquiera con 26 años, dejando atrás a un hijo de corta edad. Dos días después, hallan su coche en una finca sin haber sido forzado, sin llaves, abierto y con su cartera en el interior. María del Mar Pérez, su madre, comparte la angustia diaria de vivir pegada a un teléfono o a un golpe en la puerta que le dé un aliciente de encontrar a su hijo. "Tengo la certeza de que en la búsqueda se hizo todo lo que se pudo, pese a que se perdieron pruebas importantes como el rastreo de su móvil", afirma. Además, hace referencia a que el coche no se analizó hasta varios días después y se contaminó ese escenario.

"Cuando voy a poner la denuncia, al día siguiente a no saber de él, no me la quieren recoger porque dicen que fue una desaparición voluntaria y se perdió tiempo que era fundamental, mínimo 36 horas, donde nadie investigó", lamenta. "En ese momento actúas por impulso, no sabes el protocolo que tienes que seguir porque nadie nos prepara para una situación así", añade.

Esta madre pide que se agilice la burocracia a las familias de desaparecidos. "Nosotros no tenemos más que una denuncia, un papel que no nos sirve para trámites de bancos o ayudas a percibir", comenta. Y es que la declaración de ausencia en nuestro país se puede hacer a partir del segundo año de desaparición y la de fallecimiento tras los 10. Mientras, y hasta que la persona cumpliera los 100 años de edad, se sigue dando por desaparecido activo.

Foto: Desactivan la búsqueda de Naiara. (SOS Desaparecidos)

"Laberintos legales que no sabes cómo resolver". Así califica María del Mar la documentación que, en algunos casos, alcanzan los 5.000 euros a pagar porque "cada vez que se hace la declaración, ha de pagarse al juez y ha de publicarse, por lo que hay familias que no lo pueden costear y pedimos que se abarate y se simplifique, no tenemos más que ese papel para justificar nuestra situación".

Piden más medios

Una petición de las familias y de SOS Desaparecidos. Santiago Martín es el coordinador de esta Asociación en las Islas y reconoce que el motivo de las desapariciones es "difícil de conocerlo, aunque con un territorio fracturado geográficamente, rodeadas por mar y con abundante vegetación, encontrar a personas desaparecidas se complica muchísimo". Martín critica la falta de coordinación entre recursos para ayudar a las personas que están sufriendo alguna enfermedad mental con riesgo de desaparición. "No hay un grupo especializado para atender esta problemática social ni tampoco hay una unidad a donde poder remitir a una familia para recibir ayuda cuando se encuentran con un caso de desaparecidos", recalca.

Todo ello en una comunidad autónoma donde las cifras siguen siendo preocupantes y donde solo piden tres cosas para intentar revertir esta situación: la incapacitación temporal de los desaparecidos con problemas de salud; la geolocalización rápida de sus teléfonos móviles y la creación del concepto de desaparecidos de larga duración.

Menores, jóvenes, adultos y mayores. Basta echar un vistazo a SOS Desaparecidos en Canarias para ver que hay 78 personas, con distintos perfiles físicos, rasgos y procedencia en paradero desconocido. La fecha más antigua en la que alguno de ellos desapareció es el 8 de febrero de 1981, mientras que la más reciente de estos días. Entre los nombres, Yéremi Vargas, Sara Morales o Tomás Gimeno y la pequeña Anna Gimeno Zimmermann.

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