El narcovecino al que nunca pillaron: cae 'El Burro', un pez gordo de Arousa con línea directa en Colombia

No veremos una segunda parte de Fariña en la ficción. Pero en la vida real, las rías de Galicia siguen produciendo capítulos y protagonistas de una trama criminal de tráfico de drogas con décadas de arraigo en la ría de Arousa y un poso de impunidad social ante el vecino que también es narco, con el eterno miedo a señalar.

El último ejemplo de un presunto narcovecino que vive cómodamente en su pueblo, sin que se hayan podido probar sus conexiones mafiosas, ocurrió esta semana con la detención de Juan Manuel Vidal Padín, alias ‘El Burro’, en Vilagarcía (Pontevedra). Es un pez gordo, veterano y bien conectado. Un capo que se les había escurrido varias veces por falta de pruebas incriminatorias y que prueba que la Operación Nécora de 1990 no queda tan lejos.

Las tramas de hoy contienen conexiones derivadas y heredadas de las de aquellos históricos narcos como Sito Miñanco, Laurenano Oubiña o Los Charlines, a los que relevó una nueva hornada de capos —más discretos, pero con idéntico arraigo a la tierra— para seguir cocinando el viejo negocio de desembarcar fardos e introducir la droga en la península por la costa gallega, de las Rías Baixas a la Costa da Morte. Y es en este capítulo donde los investigadores señalan a personajes como El Burro, El Pastelero, (O.R.I) o Los Lulús, hermanos que tienen su base de operaciones en la zona de Muxía.

Hace muchos años que la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía Nacional tenía el nombre de Vidal Padín en la parte alta de la pizarra como uno de los supuestos capos de la droga gallega con línea directa con los grandes clanes productores de Colombia, a donde va y viene con frecuencia por sus vínculos matrimoniales. Estaba bajo el radar, al menos, desde 2006 y fue investigado en múltiples ocasiones. El Burro siempre estaba tintineando en el radar, pero las pruebas se escurrían y no habían podido echarle el guante. Hasta ahora.

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Vidal Padín, de 54 años, no tenía antecedentes en España y fue arrestado la mañana del martes 9 en su localidad natal, Vilagarcía de Arousa, donde tiene un gran chalé y gestionaba casi una decena de negocios de todos los palos, desde el marisqueo al sector inmobiliario, pasando por las reparaciones náuticas y la gestión de residuos alimentarios. El Burro cayó en un gran operativo conjunto entre la Udyco de la Policía Nacional, USESIC de la Guardia Civil (Equipos contra el Crimen Organizado) y el Servicio de Vigilancia Aduanera (AEAT), dirigido desde el Juzgado número 1 de Vilagarcía que se mantiene abierto y bajo secreto de sumario.

Está ligado a la aparición en marzo del 2023 de un narcosubmarino en la parroquia arousana de Vilaxóan, a escasos metros de las naves de una de sus empresas, donde supuestamente pudo alojar la droga antes de moverla.

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Vidal Padín declaró el jueves en sede jucidial tras más de 48 horas bajo arresto, investigado por un posible delito de contrabando, informaron desde el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). Quedó en libertad con cargos y la obligación de personarse cada 15 días en el juzgado. La cifra de detenidos en el marco de este operativo antidrogas en Vilagarcía —el segundo en pocos días en Galicia— asciende ya a seis personas. Así lo confirmó el delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, entre ellos un residente en Fuerteventura.

En este último operativo en Galicia, los agentes se incautaron de tres lanchas —una de ellas en construcción— de las que estas redes criminales se sirven para alijar la droga en alta mar y llevarla a tierra para descargar los fardos. "La respuesta de las Fuerzas de Seguridad es altamente satisfactoria", valoró Blanco. No obstante, la otra lectura es que estos grandes operativos dan la medida del potencial financiero y logístico de estas redes y de la cantidad de droga que sigue entrando por Galicia. Según la Fundación gallega contra el Narcotráfico, la cocaína tiene un precio de mercado mucho más bajo de lo normal porque hay mayor oferta.

El eje entre Canarias y la costa occidental de África (Senegal) también ha entrado en la ecuación de la droga conexión Galicia, señalan a El Confidencial desde Vigilancia Aduanera, que en febrero interceptó una embarcación con cuatro toneladas de cocaína y piloto de Cambados, concretamente uno relacionado con Sito Miñanco.

Dos operativos en 7 días

El despliegue de medios de Policía, Guardia Civil y Vigilancia Aduanera estos días en Vilagarcía ha sido intenso y extenso. Los agentes registraron la vivienda de Vidal Padín, las naves y anexos de sus empresas, Entre ellas, Hermanos Vidal Padín SL, la firma de comercio al por mayor de pescado y marisco de Vilaxoán, —donde figura como Administrador único— y que en 2023 contaba con 10 empleados y un capital social de 4,4 millones.

Precisamente fue en la parroquia de Vilaxoán, a escasos metros de sus naves, donde en marzo de 2023 salió a flote un curioso artefacto que probaba el enorme potencial logístico y económico de estas redes de traficantes. Era el narcosubmarino Poseidón. Tardaron en reflotarlo para comprobar lo que se esperaba. Estaba completamente vacío y limpio de cocaína, pero tenía capacidad para alijar de 3.000 a 6.000 kilos, apunta Vigilancia Aduanera. Sospechan que El Burro tuvo un papel nuclear en esa maniobra.

De aquel hallazgo. —y de dos narcolanchas de gran caballaje en las playas de Ribeira (A Coruña)— salieron hace más de un año los hilos que fue desenmarañando la UDYCO para asestar dos golpes en pocos días al narcotráfico en Galicia. El primero, la semana pasada, con siete detenidos y tres en busca y captura. El segundo, esta semana con la ansiada detención de El Burro.

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Antes del Poseidón, otro narcosubmarino (semisumergible) había logrado arribar a Galicia desde Suramérica a la ría de Aldán (Pontevedra) en 2019. Le llamaron El Che. Viajó casi un mes cruzando el Atlántico capitaneado por un vecino de Vigo y dos tripulantes más con 3.000 kilos de cocaína dentro. La estrecha vigilancia de la AEAT sobre este tipo de embarcaciones -de obligado registro- y el control sobre el combustible y motores, ha obligado a los narcotraficantes a tirar de ingenio y chequera para fabricárselas ellos mismos.