Euforia socialista ante la perspectiva de desalojar a Feijóo de la Xunta de Galicia
Gonzalo Caballero, líder del PSdeG, se prepara para desafiar en 2020 al PP de Feijóo impulsado por los excelentes resultados de abril y mayo
Que en Galicia gobierne un partido que no sea el PP es prácticamente una anomalía. Desde que Manuel Fraga ganó las elecciones de 1989, el único paréntesis lo representó el bipartito que presidió el socialista Emilio Pérez Touriño entre 2005 y 2009. La perspectiva que han abierto las dos últimas elecciones, que han brindado la primera victoria de la historia del PSdeG sobre los populares, ponen a la formación que lidera Gonzalo Caballero ante la perspectiva de recuperar la Xunta, un hecho que ha desatado una euforia apenas reprimida en las filas socialistas. A un máximo de 14 meses para las autonómicas, Caballero se prepara ante una eventual victoria que hace un año parecía una quimera.
Es el PSdeG un partido instalado en permanentes crisis, que devora secretarios generales y portavoces parlamentarios a velocidad de vértigo. Los dos años que en octubre cumplirá Caballero al frente de la formación constituyen uno de los períodos más largos de estabilidad que ha atravesado, subido a la ola de la moción de censura que apeó a Mariano Rajoy y de la victoria electoral de Pedro Sánchez en las generales del 28 de abril. En esos comicios, los socialistas gallegos pusieron fin a 37 años de hegemonía de los populares. Sumaron 77.282 votos más que el PP, al que superaron en casi cinco puntos (32,12% frente a 27,39%). Nunca había caído tan bajo en Galicia el partido que fundó Manuel Fraga, acostumbrado a tener apoyos superiores al 50%.
Es el PSdeG un partido instalado en permanentes crisis, que devora secretarios generales y portavoces parlamentarios a velocidad de vértigo
Un mes más tarde, en las municipales, el partido de Feijóo recuperó el primer puesto, con 502.460 votos (8.840 más que los socialistas) y un porcentaje del 33,35% frente al 32,76% del PSdeG. Pero fue una victoria amarga, porque constató la pérdida de la única alcaldía que le quedaba en las siete ciudades gallegas, la de Ourense, y si conservó la diputación de esa provincia, la única que le queda, fue gracias al controvertido pacto con la Democracia Ourensana de Gonzalo Pérez Jácome. "Estos no son los resultados que queríamos", asumió Alberto Núñez Feijóo en la noche electoral.
Feijóo es precisamente una de las claves en las disparadas expectativas de los socialistas. Tras haber negado que se presentaría a un tercer mandato, ahora mantiene la incertidumbre sobre si aspirará al cuarto. Y aunque en sus declaraciones públicas viene amagando con que sí lo hará, en su partido son poco optimistas. Más efectivo como candidato que como líder de partido –el PP gallego no ha dejado de perder cuota desde que Feijóo está al frente–, el tirón del presidente de la Xunta es el principal y casi único argumento de los populares para tener esperanza.
Gonzalo Caballero, mientras, se prepara pacientemente para el asalto a la presidencia. No ha tenido prisa para entrar en el Parlamento de Galicia, al que ahora accede gracias a las renuncias de los diputados que cambian el escaño por responsabilidades en los ayuntamientos. Se estrenará como presidente de grupo en el período de sesiones que se inicia en la segunda semana de septiembre, con importantes debates por delante a corto plazo como los del Estado de la Autonomía –el último de la legislatura– o el de los Presupuestos, además de las sesiones de control de cada pleno que facilitan el cara a cara entre Feijóo y los portavoces.
Antes de entrar en el Parlamento, Caballero quiso despedirse de forma ordenada de sus obligaciones académicas. Profesor Titular del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo, el secretario general terminó este mes de julio un curso que compatibilizó con las tareas orgánicas, que ha ejercido a tiempo parcial. Una vez finalizado se acogerá a una excedencia, aunque mantendrá un vínculo con proyectos de tesis doctorales y la colaboración que mantiene con otros profesores universitarios en proyectos en España y Estados Unidos. El PP le ha acusado de retrasar su ingreso en la Cámara autonómica por temor al enfrentamiento con Feijóo, mientras el PSdeG –que trabaja con la hipótesis de que no habrá adelanto electoral– apela a la suficiencia de un año para visualizar a su actual líder.
El PP ha a Gonzalo Caballero de retrasar su ingreso en la Cámara autonómica por temor al enfrentamiento con Feijóo
Mientras el PP debe solventar la cuestión de la candidatura, Caballero la ventiló en unas primarias exprés, convocadas el pasado otoño y en las que se proclamó oficialmente aspirante a la presidencia de la Xunta, después de que no se presentara ningún rival. Los únicos conatos de contestación interna quedaron sellados hace tiempo. De un lado, el alcalde de Vigo, Abel Caballero, hace meses que dejó atrás las hostilidades. Hace 11 años rivalizaron por el PSOE local, y después lo hicieron al apoyar candidatos distintos para la secretaría general o por la confección de listas electorales. Pero eso es pasado, y ahora ambos políticos –tío y sobrino– tratan de exhibir una relación cordial. El otro frente que amenazaba la paz de Gonzalo Caballero era Ourense, donde el exsecretario general Pachi Vázquez y algunos afines organizaron candidaturas en las municipales para rivalizar con las socialistas. El fracaso de esa operación ha consolidado al líder del PSdeG.
La volatilidad de la política en los nuevos tiempos es el único freno a la euforia de los socialistas, que son conscientes de que en 14 meses pueden pasar muchas cosas, y todavía más si en noviembre hubiera nuevamente elecciones generales. Con todo, y agarrado a unas municipales que dejaron en sus manos tres de las cuatro diputaciones provinciales y cinco de las siete principales alcaldías, Caballero se declara ya "en condiciones" de vencer al PP en las autonómicas, y "heredero" de los dos únicos presidente de su partido que ha tenido la Xunta.
Lo hizo a principios de julio, en una Escuela de Verano del PSdeG ideada precisamente para formar a sus cuadros para ganar el Gobierno gallego. Un centenar de dirigentes del partido participaron en la cita, que trata de transmitir naturalidad ante las excelentes perspectivas electorales. "Estamos en condiciones de darle a Galicia el mejor gobierno de prosperidad cuando Feijóo quiera convocar elecciones, para conectar con la mayoría social que no quiere resignarse a un diagnóstico en blanco y negro", manifestó en la inauguración el líder de los socialistas gallegos.
A favor de Caballero juega también la crisis de En Marea, ya dividida formalmente en el grupo parlamentario y con nulas posibilidades de reeditarse en las autonómicas, en las que Podemos, Esquerda Unida y las mareas municipales están llamados a formalizar algún tipo de alianza. Al PSdeG no le conviene un hundimiento que le deje sin socios, como tampoco un enfrentamiento entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tan duro que allane el discurso del PP de la incompatibilidad entre las izquierdas. Salvando esas circunstancias, los socialistas gallegos disfrutan de su recobrada tranquilidad y esperan noticias de Feijóo.
Que en Galicia gobierne un partido que no sea el PP es prácticamente una anomalía. Desde que Manuel Fraga ganó las elecciones de 1989, el único paréntesis lo representó el bipartito que presidió el socialista Emilio Pérez Touriño entre 2005 y 2009. La perspectiva que han abierto las dos últimas elecciones, que han brindado la primera victoria de la historia del PSdeG sobre los populares, ponen a la formación que lidera Gonzalo Caballero ante la perspectiva de recuperar la Xunta, un hecho que ha desatado una euforia apenas reprimida en las filas socialistas. A un máximo de 14 meses para las autonómicas, Caballero se prepara ante una eventual victoria que hace un año parecía una quimera.