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El último alcalde franquista: "Con Manuel Fraga no habría corrupción en España"
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sufrió un atentado en 2013 que destrozó el consistorio

El último alcalde franquista: "Con Manuel Fraga no habría corrupción en España"

El regidor popular de Beade, en Ourense, es el tercero del país más longevo en su cargo tras 42 años y caballero templario. "Podemos viene a destruir España, pero no lo consentiremos", sentencia

Foto: El alcalde de Beade, Senén Pousa, en el despacho del Ayuntamiento. (Laura Pazo)
El alcalde de Beade, Senén Pousa, en el despacho del Ayuntamiento. (Laura Pazo)

Del bolsillo se saca un viejo Alcatel que nunca imaginó las posibilidades de la era 3G. Pregunta si fue su móvil el que sonó y ríe con sorna a los amigos con los que comparte mesa en uno de los pocos bares de Beade, Ourense. Dice que uno de ellos le puso de tono de espera un éxito de la Quinta Estación que se solapa con el ‘Cara al Sol’ que tiene por melodía. Es un hombre de costumbres. Por cambiar, ni cambió la hora al teléfono. El alcalde de este municipio de la comarca de O Ribeiro, de apenas 500 habitantes, es el tercero de España que más tiempo lleva sosteniendo el bastón de mando: cuarenta y dos años. Y es, además, el único que no tiene complejo alguno en declararse franquista.

“Soy un demócrata, pero vengo del Franquismo. Tengo mis ideas y eso no va a cambiarlo nadie”, sentencia Senén Pousa Soto (Partido Popular), que cada día cierra las puertas de la Casa del Ayuntamiento con un llavero artesanal fabricado ex profeso con la bandera preconstitucional en un dorso y con el perfil de Franco en el otro. El nuevo edificio es un amargo recuerdo de lo que ocurrió el 7 de octubre de 2013, cuando varios presuntos miembros de Resistencia Galega hicieron volar por los aires el antiguo consistorio. “Apenas quedó el esqueleto”, recuerda Pousa, que asegura saber quiénes fueron los culpables: unos estudiantes “muy maleducados” que habían venido a vendimiar a Beade y dejaron el pabellón facilitado por el concello “destrozado”. “Eso solo sirvió para hacerle daño al pueblo”, lamenta el alcalde.

Aquel golpe dejó su oficina sin ninguna de las fotografías, libros y elementos conmemorativos que lucía del general Franco, con el que coincidió en cinco ocasiones. Ahora los guarda en casa, salvo algún documento perdido entre estanterías. "A esto no le saquéis foto", sonríe nervioso mientras se apresura a recordar en voz alta que debe reubicarlos en su domicilio. El hogar del alcalde custodia ahora el pequeño templo que tenía dedicado al generalísimo en el consistorio: botellas de vino con su rostro, bibliografía seleccionada o un enorme cuadro en traje militar. En el despacho ya no hay rastro del dictador. La parafernalia franquista dio paso a un cuadro de Felipe VI colgado de la pared y a un teléfono y un cenicero del Real Madrid sobre la despejada mesa. Por la ventana, el otoño tiñe de oro y bronce los viñedos del valle del río Avia que recorre Beade, a donde se entra y sale por la calle Caudillo.

La nomenclatura sembró discordia en la oposición, compuesta por dos concejales del PSOE, al que uno coló en las listas de Alianza Popular hace varios años. “Lo hice después de que él me lo pidiese”, recalca jocoso el alcalde. Ante una eventual demanda en los juzgados por incumplir la Ley de Memoria Histórica, la Fundación Franco ya confirmó su asistencia jurídica. Lo hace mediante un comunicado en el que recuerda el uso de personajes ‘del otro bando’, como Largo Caballero, Indalecio Prieto, Manuel Azaña o Clara Campoamor. “Menuda pieza”, añade sobre ella Senén. El alcalde se escuda en que el nombre de la calle ya estaba puesto cuando accedió al cargo en 1974. Y además: “caudillos hubo muchos”.

La Fundación Franco ya confirmó su asistencia jurídica ante una eventual demanda en los juzgados por incumplir la Ley de Memoria Histórica

“Creo que es una tontería; lo que pasó, pasó. Hace más de ochenta años y, se hiciese bien o mal, está ahí. No hay que meterse con los muertos”, concluye Pousa sobre una polémica que “abrió Zapatero”. El recuerdo del expresidente socialista le lleva a divagar sobre la ingobernabilidad del país durante los últimos meses: “todos deberían entenderse por el bien de España. Cuando veo que debaten tonterías, me pongo mal”. Lo que peor lleva es la corrupción. El caso de Rato le pilló por sorpresa. “Qué necesidad tenía con lo buen parlamentario que fue”, lamenta con decepción. “Los ladrones deberían devolver cada céntimo con intereses. Destrozaron el país”, tercia molesto.

El regidor entiende que solo hay dos partidos de gobierno, por lo que ve en la aparición de la formación liderada por Pablo Iglesias, “el que no es gallego”, una gran amenaza. “Podemos viene a destruir España, y eso no lo vamos a consentir. Mira Garzón, es un intelectual, pero a Izquierda Unida le metieron un golpe bien metido”, argumenta. En cuanto a la crisis del PSOE, reconoce que si se ve abocado a la desaparición, “mañana mismo” se pone a pedir votos para el partido.

La última misa por Franco y José Antonio

Tiene verbo fácil y animado. Los parroquianos de la taberna le recriminan entre risas que siempre es él quien monopoliza la conversación. Se sonríe y echa un trago al sabroso vino de uva treixadura elaborado en la cooperativa de la que forma parte junto a más de un centenar de socios. Lo hace en gallego, el idioma que el dictador erradicó de la vida pública y prohibió en las escuelas. Solo lo cambia para parafrasear a uno de los muchos políticos que pasaron por su vida. En José María Aznar dice tener un amigo de corazón, al que también se suma una larga terna de nombres "de todas las ideologías".

También lo son Rajoy o Núñez Feijóo (que nunca reprobaron su ideología), aunque por encima de ellos está Don Manuel. “Si fuese por Manuel Fraga no habría corrupción en este país”, mantiene sobre el que fue presidente de Galicia entre 1990 y 2005. Con él pudo llegar a ser senador, parlamentario o diputado nacional, pero confiesa que nunca tuvo “esa ambición”. “Hay muchos que llegan ahí y ni miran para ellos. Yo no quiero eso”.

En pocos días llegará al pueblo Carmen Franco, hija del caudillo y presidenta de la Fundación Francisco Franco, de la que él es miembro. La viuda del marqués de Villaverde no llegará a la misa que cada 20 de noviembre le dedicaba a su padre y a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange. “Dejé de hacer las misas, pero no por tener miedo”, advierte, tras ser amenazado por ETA. A las liturgias llegaban fieles de Ourense y la comarca, pero también miembros de Galiza Ceive o AMI (organizaciones nacionalistas) que se congregaban allí para reventar el acto.

Un año llegó al campo de la iglesia y se encontró a más de medio centenar de guardias civiles. “Pero mi coronel…’, le dije. ‘A nosotros nos mandan, alcalde”, imita con gesto de pena. “Podía haber un enfrentamiento, así que dejé de tenerlas”. El alcalde se excusa recordando que en la esquela que publicaba cada 20 de noviembre mentaba a Franco, a José Antonio y a todos los caídos. Hoy, en uno de los plataneros que conducen al templo, luce un anuncio de clases gratuitas de defensa personal.

Alcalde por hambre

Cada vez que tiene oportunidad ilumina su rostro recordando historias de sus años en la banda municipal del pueblo. “La ilusión más grande para un beadiense es ser músico”, afirma orgulloso mientras va poniendo nombre a cada uno de los miembros de la Banda Nacional, rival de la Republicana, retratados en una fotografía que cuelga de la pared de su despacho. No deja de recordar que es agricultor, pero también músico, enseñando con orgullo su carné del sindicato del espectáculo que acredita su condición de trompista.

Su cercanía al franquismo le viene ya en la sangre. El padre de Senén había trabado amistad con Calvo Sotelo meses antes de morir de un disparo en la cabeza, mientras hacía una parada en Ribadavia en un viaje a Madrid. “Un hombre de aldea, íntimo amigo de Calvo Sotelo”, silabea pausado. Años después, sus dos tíos morían en el frente de Teruel vistiendo el uniforme sublevado durante la Guerra Civil. Pero fue la necesidad lo que le condujo a tomar el bastón de mando de su pueblo.

Senén Pousa es caballero de la Orden del Temple. (L.P.)“A mi no me da vergüenza decir que pasé hambre. Siempre iba a los campamentos del Frente de Juventudes porque se comía bien. Mi trayectoria empezó ahí”, relata. En aquellos encuentros llegó a coincidir con Adolfo Suárez, entonces Gobernador Civil de Segovia. Pousa sumaba un nuevo amigo, aunque admite que nunca le perdonó haber abandonado la Unión del Pueblo Español (UDPE), de la que Senén fue miembro, para fundar la UCD. Eso sí, “el primer telegrama” que llegaba a casa de la familia Suárez “ante cualquier problema” siempre era el suyo. Dice que pudo ser alcalde ya en 1965, pero cogió las maletas a Suiza para trabajar en una fábrica junto a sus hermanos. Allí rompía el periódico obrero cada vez que se lo daban y acudió, sin pretenderlo, a un mitin de Dolores Ibarruri y Santiago Carrillo. Ya de vuelta, antes de la muerte de Franco, miembros del Movimiento Nacional le pidieron 30 firmas de su municipio para formar la UDPE. Aceptó con la condición de ser responsable en Beade. Como alcalde del municipio siguió la evolución de la UDPE hasta el actual Partido Popular, en el que también milita su nieta, actual teniente de alcalde con solo 26 años. Sin embargo, la sucesión todavía no pasa por la cabeza del regidor. "No se lo deseo, se sufre mucho", apunta.

Bajo un dossier sobre la historia clerical de Beade, firmado por el galleguista Ramón Otero Pedrayo, guarda un libro con la historia secreta de los caballeros templarios. Calcula que desde hace quince años es uno de los 300 gallegos que pertenecen a la Orden del Temple, cuya cruz de malta figura en el escudo del concello e incluso en uno de los cruceiros de la parroquia. La figura de Pousa lo cubre todo en el pequeño concello, donde consiguió el 63% de los votos el año pasado. “Nos vota hasta gente del BNG en las municipales. En 42 años de alcalde no tuve una discusión”, proclama pese a las continuas denuncias de los dos ediles socialistas.

Solo tres de cada diez vecinos tuvieron como alcalde a otro que no fuese Senén. No tiene receta para revalidar sus mayorías absolutas: “igual me llaman dictador, pero díganme por qué. Con trabajo demostré que el pueblo no se equivocó. Puedes saber más de letras que yo, pero nadie es más que nadie”. Enumera al pabellón que alberga seis equipos, las cuatro tiendas, al médico y a los caminos asfaltados que tienen de servicio los habitantes de Beade. Tras cinco décadas solo deja un consejo:

“Nunca se metan en política”.

Del bolsillo se saca un viejo Alcatel que nunca imaginó las posibilidades de la era 3G. Pregunta si fue su móvil el que sonó y ríe con sorna a los amigos con los que comparte mesa en uno de los pocos bares de Beade, Ourense. Dice que uno de ellos le puso de tono de espera un éxito de la Quinta Estación que se solapa con el ‘Cara al Sol’ que tiene por melodía. Es un hombre de costumbres. Por cambiar, ni cambió la hora al teléfono. El alcalde de este municipio de la comarca de O Ribeiro, de apenas 500 habitantes, es el tercero de España que más tiempo lleva sosteniendo el bastón de mando: cuarenta y dos años. Y es, además, el único que no tiene complejo alguno en declararse franquista.

Resistencia Galega Manuel Fraga
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