El lugar donde PP y PSOE ponen juntos los carriles bici: "No somos Copenhague, pero casi"

"Somos el único municipio de toda la provincia de Castellón que va a contar con una red específica dedicada a los ciclistas y que tiene vocación de conectar con todos los barrios, porque la movilidad es un tema que nos preocupa de forma especial".

Esto lo dijo el exalcalde del Partido Popular de la ciudad de Castellón Alberto Fabra en 2008. Desde entonces, han pasado 15 años, cinco legislaturas y cambios en las formaciones políticas del Ejecutivo municipal. Pero hay un factor urbanístico y relativo a la movilidad que, aunque con matices, los equipos que han pasado por el Consistorio, incluido el actual desde mayo de 2023, tienen claro: hay que apostar por los carriles bici. Esta ciudad explica el extraño caso de cómo PP y PSOE han caminado de la mano para que la ciudad vaya sobre dos ruedas. Y cobra especial relevancia si se tiene en cuenta el tono y discurso que se utilizaron en torno a esta cuestión en otros municipios en los pasados comicios.

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En la campaña electoral de mayo, los carriles bici entraron en juego en mítines y discursos para atraer la intención de voto. El espectro más cercano a la derecha hizo hincapié en que implantar este tipo de movilidad traería consecuencias, como el aumento del tráfico en los centros urbanos. Ciudades como Elche, Valladolid y Gijón lo tuvieron claro: hay que defender a los conductores de vehículos privados, a los que estas infraestructuras entorpecen el paso. El partido que más se empeñó en esta cuestión fue Vox, quien mantiene que la movilidad en bicicleta es producto del izquierdismo woke. Paradójicamente, Vox está dentro del actual equipo municipal de la ciudad valenciana.

"No es algo ideológico, sino generacional, como el reciclaje", opina el concejal

Tras el 28-M, el Partido Popular se hizo con la alcaldía tras ocho años de gobiernos socialistas —con Amparo Marco al frente— y delegó la cartera de familias a la formación de ultraderecha. ¿Y qué ocurrió? Que se ampliaron otros 500 metros de carril, sumándose a los 88,5 kilómetros de estas infraestructuras urbanas con las que ya cuenta la ciudad. A Castellón de la Plana le gusta la bici. El actual concejal de Movilidad, Cristian Ramírez, sostiene que el uso de la bicicleta "no es algo ideológico, sino generacional. La gente joven está más abierta a otros debates, como pueden ser la movilidad sostenible o el reciclaje". Y si la ciudad hace uso de esta forma de movilidad, ¿qué sentido tiene no continuar con ella?

"Ahora estamos estudiando qué zonas pueden requerir más carriles y en cuáles apenas se usa. Además, estamos elaborando el pliego para el nuevo contrato de bicis públicas", explica. Se refiere a Bicicas, el servicio de bicicletas de Castellón, con más de 50 paradas repartidas por la ciudad. ¿Dónde está la clave del éxito? Por un lado, la alta presencia de jóvenes —especialmente en torno a la Universidad Jaume I— y, por otro, la idealidad del terreno, por ser completamente llano.

Tras la inicial puesta en marcha de los carriles bici por parte del Partido Popular, los socialistas continuaron el legado. La zona centro se acotó directamente como ciclocalle para priorizar la bicicleta y al peatón en su conjunto. Y el levantamiento de carriles se potenció por las circunvalaciones que rodean la ciudad, la universidad y los barrios más cercanos a la costa. Cuando se pregunta a fuentes socialistas si recuerdan alguna disputa por esta cuestión en los últimos años, tardan en responder. Solo el hecho de que haya que pensar indica que la movilidad ciclista no es un gran objeto de discusión. "Antes, el problema era que los carriles estaban pintados de blanco y sobre la calle, no en la carretera", confiesa.

Ramírez, concejal actual de Movilidad, defiende que juegan con la suerte de que "no son novatos". Considera que esta alternativa ha sido un éxito en Castellón porque se ha hecho muy poco a poco y estudiando con precisión las zonas donde serían útiles: "Esto es para la ciudadanía, y hay que escucharles. Los vamos a ampliar, pero si los vecinos no lo quieren en un barrio, habrá que quitarlo. Hay que habilitar la movilidad de la zona. La gente más mayor usa el autobús y no el carril. De hecho, este último perjudica el paso del bus. Entonces, en ese caso, hay que saber qué opinan los residentes y saber qué es lo que ellos prefieren".

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Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la ciudad de Castellón de la Plana cuenta con una población de 171.000 habitantes y una edad media de 45 años. La franja de entre 15 y 64 años alcanza el porcentaje mayoritario, un 66% del total de los residentes. Teniendo en cuenta que la población joven hace un uso mayoritario de este servicio, la utilización de estos recursos públicos variará en función de la zona residencial en la que se ubiquen. "Por eso hay que escuchar a los vecinos. Hay sitios donde la población es más envejecida y ese carril bici no se usa, por eso no tiene sentido tenerlo ahí. La clave está en que sea funcional", continúa el concejal.

Desde el Club Ciclista Zona de Azahar de Castellón, llevan años trabajando "mano a mano" con el ayuntamiento para fomentar este tipo de alternativa. "Hicimos bastante presión para que se hiciera un parque ciclista con presupuestos participativos y al final lo conseguimos", señala uno de los fundadores del club. Su reflexión es la siguiente: a raíz del levantamiento del parque, los chavales empezaron a interesarse por el ciclismo profesional. Y esto terminó fomentando, también, que se normalizara el uso de la bici en el día a día. Pero a diferencia de otras ciudades (en Elche, por ejemplo, las disputas entre ciclistas y Administración son constantes), en Castellón pasa lo contrario. "Ningún problema. Antes estaba el PSOE y ahora el PP, y siento que los técnicos siempre trabajan para tener una movilidad eficiente y punto", continúa este portavoz. Por ello, confían también en proyectos como Aula Ciclista para impartir esta metodología en los colegios.

Desde hace 12 años que se fundó el club, "Castellón ha cambiado mucho, en el buen sentido". Según sus cálculos, estiman que cualquier ciudadano puede llegar a una estación de bicis a menos de 200 metros de su domicilio. "No somos Copenhague, pero estamos en ello".