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BED, el club valenciano que propone sacar a las bibliotecas del siglo XIX
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BED, el club valenciano que propone sacar a las bibliotecas del siglo XIX

Abren bibliotecas en puntos inesperados y tienen una máxima: el modelo centrado únicamente en el libro ha dejado de funcionar

Foto: Varias personas disfrutan de uno de los espacios creados por BED. (Cedida)
Varias personas disfrutan de uno de los espacios creados por BED. (Cedida)

Se hacen llamar BED, por Biblioteca Expandida Deslocalizada. Una primera declaración de intenciones. Son una especie de club, de misión, y aunque no llevan antifaz ni cachivaches, se dedican a señalar al elefante en la habitación… de las bibliotecas. ¿Por qué casi todo en estos espacios sucede como siempre si su contexto ha cambiado por completo? Uno de sus fundadores, el bibliotecario y músico Néstor Mir, tomó una excedencia hace justo un año de su puesto en la Biblioteca Pública de Valencia para centrarse en transformarlas.

Foto: Grabado de 1876 que recrea el incendio de la Biblioteca de Alejandría

Son palacios del pueblo, tomando el título de la obra del sociólogo Eric Klinenberg. Son espacios —definen— donde “ejercer nuestro derecho a la ciudadanía, aprender las claves de la democracia participativa y construir comunidad a través del conocimiento. ​Vivimos en la sociedad del exceso de información, de la saturación de imágenes. Los ciudadanos necesitamos lugares donde encontrarnos y aliarnos para aprender a separar el grano de la paja. Las bibliotecas públicas ofrecen esa oportunidad”. Pero, en cambio, por aquí pasea el elefante: “Están diseñadas con criterios del siglo XIX”.

Desde su experiencia como insiders, concluyeron que el modelo ya no funcionaba: “Están pensadas alrededor del libro como objeto contenedor del conocimiento y en el estudio en silencio como método de aprendizaje. Como mucho se organizan actividades puntuales para el fomento de la lectura que claramente no están alcanzando a aquellos que más lo puedan necesitar”. La popularización de la Wikipedia fue el primer gran aviso: “Ya no hay enciclopedias en las bibliotecas, las han retirado, nadie las consultaba. Existen muchas maneras diferentes de aprender, no sólo estudiando en un lugar silencioso: a través de la conversación, a través de la acción, del movimiento, aprender haciendo. Ahora descubrimos nuevas recetas de cocina viendo vídeos a través de Internet, seguimos tutoriales interactivos, tenemos herramientas fabulosas en nuestros bolsillos a las cuales difícilmente extraemos todo su potencial”.

placeholder Varias personas disfrutan de una de las iniciativas de BED. (Cedida)
Varias personas disfrutan de una de las iniciativas de BED. (Cedida)

Pero el nuevo rumbo no pasa (solo) por digitalizar, sino por modificar las propias coordenadas de lo que hasta ahora entendíamos por biblioteca. En su manifiesto, una visión: “Transformar la biblioteca pública en un lugar que cree comunidad, donde se siga ofreciendo acceso universal al conocimiento y para que se supere la concepción ‘libraria’ del servicio. Que las bibliotecas públicas dejen de girar alrededor del libro y empiecen a girar alrededor de las necesidades de su comunidad. También pensar en ellas como espacios de inclusión social, de creación colectiva, ya sea tecnológica o analógica, de debate, de diálogo”.

El otro fundador de BED es el arquitecto Javier Molinero, habitual agitador de espacios en Valencia que conoció a Néstor Mir mientras aquel dinamizaba la biblioteca de la calle Hospital y éste acudía cada martes por la tarde con sus hijos. Un bibliotecario se acercó para consultarle si podía preguntarle a sus hijos si querían formar parte de un club de lectura. A partir de esa conversación, algo había nacido.

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Mir comienza a viajar a Montreal y a preparar su tesis sobre un nuevo modelo de bibliotecas. Molinero le acompaña en una de las últimas visitas. Estudian los nuevos espacios de la ciudad canadiense, bibliotecas de barrio concebidas como enormes enclaves para el encuentro: “… zonas de gradas, zonas de juego infantil, áreas para adolescentes, talleres de fabricación, instrumentos musicales en préstamo, iniciativas lideradas por artistas locales para trabajar en común, bancos de semillas y por supuesto una colección actualizada de libros (que se pueden devolver las 24h de cada día a través de buzón exterior), con ordenadores portátiles y tablets accesibles”. Entonces se preguntan: ¿por qué estas nuevas bibliotecas son de esta manera y en Valencia no han cambiado?”.

“Yo sabía, porque Néstor me lo había contado y por los numerosos ejemplos existentes en revistas de arquitectura, que una revolución había transformado el concepto bibliotecario en gran parte del mundo occidental”, explica Molinero, “pero hasta que no lo vi por mis propios ojos en Montreal no fui consciente de lo fácil y cercano que lo tenemos. Que no sólo es posible aquí en Valencia, sino que además tenemos los conocimientos y las herramientas para lograrlo. No hay nada que nos impida tener bibliotecas del siglo XXI, la ciudadanía está preparada, sólo falta el impulso de la administración”.

placeholder Biblioteca creada por BED. (Cedida)
Biblioteca creada por BED. (Cedida)

Más allá de la teorización, aplican sus fórmulas. Si en 2018 hicieron un primer experimento con una biblioteca temporal en La Marina de Valencia (“transformamos la antigua tienda de merchandising de la Copa del América en una biblioteca expandida deslocalizada, durante un mes escaso, en medio de una zona de ocio nocturno”), en 2021 comenzaron a concebir nuevos puntos tomando nota de aquel mes de prueba: descubrimos algunas de las carencias que teníamos. La principal virtud es que no toda la gente echa de menos los libros en papel (sólo los teníamos en formato electrónico) y aprendimos que es un error que fuéramos nosotros (entonces el colectivo Bibliotecaries Salvatges) los que decidiéramos el contenido y la programación”.

En los últimos meses han implementado su modelo en la biblioteca Joan de Timoneda del barrio valenciano de Beniferri y en el Centre del Carme. Laboratorios ciudadanos que se han adaptado a las necesidades del público: si en Beniferri hay talleres de cuidados de plantas, costura creativa, cocina colectiva y los nuevos usos de los dispositivos móviles han sido las actividades más habituales, en el Centre del Carme los encuentros sobre procesos creativos o las clases regladas se han llevado la palma. “Muchas cosas, incluso simultáneas… y casi sin libros”.

El elefante saliendo de la biblio.

Se hacen llamar BED, por Biblioteca Expandida Deslocalizada. Una primera declaración de intenciones. Son una especie de club, de misión, y aunque no llevan antifaz ni cachivaches, se dedican a señalar al elefante en la habitación… de las bibliotecas. ¿Por qué casi todo en estos espacios sucede como siempre si su contexto ha cambiado por completo? Uno de sus fundadores, el bibliotecario y músico Néstor Mir, tomó una excedencia hace justo un año de su puesto en la Biblioteca Pública de Valencia para centrarse en transformarlas.

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