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La ruinosa cosecha de la cereza alicantina agita el fantasma de la despoblación
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AGRICULTURA

La ruinosa cosecha de la cereza alicantina agita el fantasma de la despoblación

Agricultores y cooperativas se quedan sin poder exportar ante la baja producción y lanzan un SOS. La producción se concentra en el interior de la provincia, en pequeños municipios

Foto: Imagen de archivo de una caja de cerezas. (EFE/Abel Alonso)
Imagen de archivo de una caja de cerezas. (EFE/Abel Alonso)

Nada ha ido a favor de las Cerezas de la Montaña de Alicante este año. La catastrófica temporada se cerrará en unos días y el Consejo Regulador estima que la producción apenas llegará al millón de kilos. El colmo de esta cifra es que es un mal dato por cuarto año consecutivo para centenares de cooperativistas localizados en las comarcas del interior de la Marina Alta y la de El Comtat, ambas en el norte de la provincia. La cereza temprana, que se empieza a recoger en mayo, era la primera en viajar hasta los mercados europeos y, en este ejercicio, apenas rebasará las fronteras valencianas.

La Indicación Geográfica Protegida Cerezas de la Montaña de Alicante es la tercera zona de producción en España a gran distancia del Valle del Jerte y de Aragón. Sin embargo, su valor no se mide en el territorio alicantino solo por su volumen —antes de la pandemia se llegaron a alcanzar los tres millones de kilos—, sino que se han convertido en un elemento clave de la economía y la geografía local. Son poblaciones del interior con menos de 1.000 e incluso 500 habitantes.

“Perder la actividad agrícola es un drama, porque tiene un efecto paisajístico, ambiental y de despoblación”, subraya Ramón Espinosa, secretario técnico de Asaja Alicante. La asociación agraria no oculta su honda preocupación por una situación que “no es comparable a la de otros cultivos”.

La singularidad de la cereza de secano, propia de esta zona, viene determinada porque la mayoría de sus productores están adscritos a pequeñas cooperativas de municipios como Vall de Gallinera —formado por ocho núcleos urbanos y un total de 557 habitantes— o Planes. Sus propietarios tienen este cultivo como segunda actividad y el arado de las hectáreas permite la conservación de bancales en un área de alto valor paisajístico. De hecho, es un reclamo turístico y ese nexo ha servido para frenar, en cierta forma, el problema de envejecimiento y despoblación de estos pueblos del interior de la provincia.

Sin exportaciones

Para el presidente del Consejo Regulador y productor en Planes, Hilario Calabuig, la situación es “más que desastrosa”. “El consumo de cereza en la Comunidad Valenciana es alto y prácticamente toda la producción se ha quedado para mercado interno. Respecto al año anterior, estaremos de media en un 50% menos”. El Consejo fija unas previsiones de un millón de kilos o un poco más, porque se tiene esperanza en que la recogida de la denominada cereza de tardío o de regadío no sea tan ruinosa.

placeholder Campaña para ayudar a los productores de cereza en Alicante.
Campaña para ayudar a los productores de cereza en Alicante.

Las Cerezas de la Montaña de Alicante se asientan sobre 1.732,53 hectáreas, aproximadamente, repartidas en más de una treintena de localidades de Alicante y dos de Valencia. Se cultivan tanto en áreas de secano, como en la que vive Calabuig, como en regadío —comarca del Vinalopó—. Cuenta con nueve plantas de envasado y está compuesta por 317 socios. Son escasos los grandes productores y mayoritarios los particulares que se agrupan alrededor de cooperativas.

La IGP existe desde 1991. Hilario Sánchez tiene 49 años y asegura que desde pequeño recoge y cuida los cerezos de su familia. Esa es otra de las particularidades. Una de sus principales preocupaciones es el “abandono progresivo” de tierras. “La gente se va a ir. Se pierde el encanto. Se pierde el cortafuegos que somos los agricultores. Se pierde”, expone.

Foto: Un comerciante sostiene varias naranjas. (EFE)

Entre las pérdidas, este año también está la Festa de la Cirera (Fiesta de la Cereza, en valenciano). La baja producción ha dejado sin celebración a una de las localidades, pues se iban turnando, en la que se unía tierra, fiesta y cultura.

Las inclemencias meteorológicas de los cuatro últimos años se han cebado con el interior de la Marina Alta y El Comtat. Lluvias torrenciales y otros fenómenos han terminado por quebrar árboles de 40 años. Pero el tiempo no ha sido menos clemente con el Vinalopó, y Vicente Molina, propietario de una de las empresas familiares de Villena dedicada a la industria de este fruto, explica que el calor de junio “tampoco ha ayudado”.

Foto: La comisaria Kyriakides y el ministro Planas. (EFE) Opinión

Molina y Azorín es una empresa con más de 100 trabajadores en temporada. Su producción quedará con toda probabilidad en la mitad de la del año pasado. “Francia e Italia han tenido mucha producción y antes que nosotros, así que no exportaremos”, dice, aunque su tono es más positivo porque reconoce que “no ha ido tan mal como en el interior”. “Puedes encontrarte con un año de lluvias, heladas o calor; pero con las tres a la vez, es raro y esos tres factores se han dado”.

Económicamente, salvará el año. “Cambiamos dinero”, apunta Vicente Molina; pues, a diferencia del perfil que representa el presidente, su empresa es productora y distribuidora, lo que implica que entran en juego las inversiones de maquinaria.

Un seguro anticereza

Los seguros son un campo complicado que, a todos los productores de cereza, independientemente de su tamaño y fórmula, frustra. Esta pyme familiar sufre, además, los problemas derivados de la falta de una cobertura adecuada; pero su situación no es tan límite como la que se vuelve a dar, de nuevo, en la zona de secano.

placeholder Cerezo en flor. (EFE/Andy Rain)
Cerezo en flor. (EFE/Andy Rain)

Desde Asaja y el Consejo Regulador, aseguran que el problema deriva de la ausencia de un seguro que se ajuste a este mercado. “Estamos en una situación excepcional. No podemos dejar caer a las cooperativas. Es importante ayudar a estas estructuras societarias”, reclama Ramón Espinosa. La propuesta de la organización agraria es un “miniplan estratégico”. “Merece la pena. Ellos aportan mucho al paisaje, al medio ambiente y al turismo”, añade.

Enesa, la entidad de seguros agrarios, es pública; pero su gestión se ha convertido en privada, según denuncia Asaja, y ha dejado fuera a muchos agricultores por un “un efecto perverso” en cobertura y aseguramiento. En este sentido, el presidente del Consejo Regulador habla de una inmediata consecuencia: “No se asegura, porque no sale a cuenta”. Calabuig apunta a que el seguro cubre una media de 17-20 céntimos por kilo de cereza. “La verdad es que no se ajusta”, en referencia al sistema de protección vía franquicia que marca una máxima de producción.

Foto: Manifestación de agricultores y ganaderos en Burgos. (EFE)

Al final, la desesperación y el desánimo ganan frente a las trabas. Tanto Espinosa como Calabuig han pedido ayuda a la Conselleria de Agricultura y, en principio, se está trabajando en una línea de ayuda por las especiales circunstancias. Ambos esperan que se concrete en breve y que se puedan salvar algunos.

Apadrina un cerezo

Mientras el reloj corre en su contra, el Consejo Regulador ha lanzado con Tesoros del Mediterráneo, una plataforma 'online' alicantina, una campaña de SOS. La iniciativa se puso en marcha de manera altruista hace unas semanas y, desde entonces, ya se han apadrinado 25 cerezos. La iniciativa busca visibilizar la grave situación que vive el fruto y, para subsanarla, propone que se pueda comprar un kilo de cerezas de la cosecha de 2023.

Foto: El cambio climático amenaza a la agricultura (Fuente: iStock)

Por otra parte, propone apadrinar un cerezo por unos 60 euros al que le pondrá una placa con el nombre de quien se sume a la iniciativa y la próxima temporada recibirá parte de la cosecha de ese árbol. Xavi Más, responsable de Tesoros del Mediterráneo, alicantino y con casa en Vall de Laguart, al conocer las noticias de la pésima temporada decidió ayudar desde la tienda 'online' y agencia al sector. Ahora la página SOScereza quiere ser una fuente de ingresos para salvar la próxima cosecha o, al menos, mitigar el daño de cuatro años de malos resultados.

Nada ha ido a favor de las Cerezas de la Montaña de Alicante este año. La catastrófica temporada se cerrará en unos días y el Consejo Regulador estima que la producción apenas llegará al millón de kilos. El colmo de esta cifra es que es un mal dato por cuarto año consecutivo para centenares de cooperativistas localizados en las comarcas del interior de la Marina Alta y la de El Comtat, ambas en el norte de la provincia. La cereza temprana, que se empieza a recoger en mayo, era la primera en viajar hasta los mercados europeos y, en este ejercicio, apenas rebasará las fronteras valencianas.

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