Acogida vs. adopción: tres claves para entender el caso del 'príncipe de caramelo'
Tras casi cuatro años en régimen de acogimiento preadoptivo con una familia de Valencia, el pequeño vuelve con su madre a Asturias frente a la oposición de la familia de acogida
“¿Cómo ha podido pasar?”. Joan tiene ahora cuatro años, pero cuando crezca y le cuente su historia a sus amigos se encontrará la pregunta que muchos se hacen al conocer su historia. Joan ha crecido en Sueca (Valencia) llamando ‘papá’ a Albert y ‘mamá’ a Rosa, aunque hace unos días conoció a la otra mujer a quien también tiene que llamar ‘mamá’, María José, a quien una sentencia reconocesu derecho a recuperar la custodia de su hijo biológico, hasta este momento en estado de preadopción con la familia valenciana.
Batalla judicial
“Es de llevarse las manos a la cabeza, nadie entiende cómo ha pasado”, lamentan desde los Servicios Sociales del Principado de Asturias. María José dio a luz cuando tenía 15 años y estaba tutelada por la Administración. Según su versión (y según la sentencia de la Sección 4 de la Audiencia Provincial del Principado), el mismo día del año 2012 que nació su hijo se lo quitaron. El pequeño se quedó otros siete meses en la región, en un centro distinto al que se encontraba su madre.La sentencia confirma que hubo una solicitud por parte de la madre para reunirse con Joan en el mismo centro, así como otra en la que solicitaba el aumento de las visitas. Medio año después, en enero de 2013, se decide incluir al niño en el sistema de Acogimiento Preadoctivo en base a un informe de julio de 2012 en el que la psicóloga de la Sección de Centros de Menores indica “la falta de consciencia respecto a las necesidades del menor, sus dificultades emocionales, que en sí mismas no serían motivo de crítica para tal tarea de cuidado, su falta de aceptación de ayuda y la falta real de apoyos familiares”.
Curiosamente, y según la magistrada que firma el documento, a lo largo de este tiempo sí hubo informes contrarios que daban fe del avance de María José, dejando atrás comportamientos negativos. De hecho, la jueza precisa que“sorprende que a pesar de solicitar ayudas y asumirculpas por conductas disyuntivas, no se le hubieren procurado los medios para alcanzar esas actitudes y aptitudes que insistentemente dice la Administración que le faltan, para posteriormente tras su éxito o fracaso haber tomado una decisión”.
Pero, además, el caso de María José desvela un serio conflicto de intereses. Y es que ella era menor cuando se convirtió en madre, por tanto también estaba amparada por la Ley del Menor. La jefa de la Sección de Centros de Menores reconoció este hecho en una carta dirigida a la madre en la que explica que “esta Administración no puede defender el derecho legítimo del niño a tener unos padres y no crecer en un centro y tu derecho como madre a tener relación, aunque sola […] motivos por los que no tienes capacidad de asumir su crianza”. Además, la funcionaria añadió que“también cabe la posibilidad […] de que no recurras, al entender que lo mejor para tu bebées tener unos padres que le puedan dar todo”.
“Desde que entran por la puerta, les quieres”
“Tienes que mentalizarte de que no es tuyo”. Son las palabras de Elena, una mujer de mediana edad asturiana que desde hace dos años forma con su marido una familia de acogida para Cruz Roja. Habla mientras forra los libros de uno de los pequeños que tiene ahora a su cargo, que con seis años empieza Primaria. “Desde el primer momento que entran por la puerta, les quieres”, confiesa al explicar su experiencia.
Precisamente, uno de los puntos en los que más hincapié hace la Cruz Roja a la hora de preparar a estas familias es el momento del adiós. “La nena que tenemos ahora se va a adopción, ya nos lo han dicho. Y bueno, cuesta. Pero es como tiene que ser”, comenta Elena, quien conoce el dolor de decir adiós a niños de otros tan bien como el dolor de decir adiós a un hijo propio.
Entre sus obligaciones como padres de acogida está el acudir a las citas semanales para que los menores vean a sus padres. “Nosotros siempre tenemos que ser positivos. Ahora, además delbebé, tenemosa un niño de seis años a quien le explico que su mamá está haciendo cursillos para aprender a ser mamá”. Y tablas no le faltan, pues desde 2014 se ha hecho cargo de tres menores. “Con los padres del primer niño mantenemos aún relación, pero no lo haría más. Ves cosas que tú harías de otro modo, pero es que sus padres son ellos”.
Acogida vs. adopción
Aunque parezca obvio, acogida y adopción no son lo mismo. “Y hay que remarcarlo bien”, insisten fuentes cercanas a los Servicios Sociales del Principado. “Es muy difícil encontrar familias de acogida. La gente se encariña con el niño y luego no quiere despedirse”, lamentan al tiempo que hacen memoria.
Cruz Roja también poneel foco en esta confusión.Carlos Chana, responsable del Programa de Infancia en Dificultad Social, insiste en que el horizonte que persiguen desde hace 26 años en la organización “es que el niño vuelva con su familia”. “La acogida es un compromiso de colaboración ciudadana para compensar el desamparo del niño y que esté en familia”, declara, “pero no hay que tener falsas expectativas, estos niños vienen con una mochila emocional que a veces no hace las cosas fáciles”.
De hecho, Chana fija uno de los requisitos para que una familia pueda entrar en su red de acogida en que “la motivación no sea la adopción”. “Tenemos que conocer muy bien su historia familiar, la historia de la pareja”, explica, a la vez que lanza un recordatorio a las comunidades autónomas: “En ocasiones, las cosas no se han hecho bien, esto es una colaboración y la Administración debe responder a todas las necesidades del niño, emocionales yeconómicas. A veces, por falta de apoyos, las familias se hacen cargo del menor de tal manera que se podrían confundir las cosas”.
La ley es clara. Hasta que un juez no firma una sentencia, aunque el menor esté en un núcleo familiar en fase de acogida preadoctiva, la adopción no es completa y sigue sin ser su hijo. Su tutela la mantiene la Administración Pública y su nombre y apellidos son los que sus progenitores biológicos, o uno de los dos, inscribieronen el Registro Civil.
Si bien es cierto que hay muchas sombras en su historia, desde por qué acabó siendo tutelada por la Administración a cómo se quedó embarazada mientras estaba en el centro, parece que la 'omertá' ha caído en las instituciones asturianas respecto a este tema, del que nadie quiere hablar. Lo único que se sabe con certeza es lo que recoge la sentencia, que María José empezó a litigar contra el Estado con 15 años y ha vuelto a abrazar a su hijo con 19, y que además de sus lágrimas están las de Albert y Rosa, quienes esperan una resolución favorable del Tribunal Supremoparaqueles devuelva la custodia de Joan, quiencon la ley en la manonunca llegó a sersu hijo.
“El problema está claro: se le quitó un bebé a una menor y hay que saber si se hizo bien y si puede recuperarlo”, resumen desde los Servicios Sociales. Un planteamiento simple que no parece tener fácil solución, ya que, como reconocen,“la justicia tiene unos ritmos que nada tienen que ver con los de un niño”.
“¿Cómo ha podido pasar?”. Joan tiene ahora cuatro años, pero cuando crezca y le cuente su historia a sus amigos se encontrará la pregunta que muchos se hacen al conocer su historia. Joan ha crecido en Sueca (Valencia) llamando ‘papá’ a Albert y ‘mamá’ a Rosa, aunque hace unos días conoció a la otra mujer a quien también tiene que llamar ‘mamá’, María José, a quien una sentencia reconocesu derecho a recuperar la custodia de su hijo biológico, hasta este momento en estado de preadopción con la familia valenciana.