Hablan los camioneros españoles arrinconados en Francia: "Te tiran el vino y luego te retienen 48 horas"
Los transportistas españoles se hartan del bloqueo de los agricultores franceses, que hace una semana que golpean sus vehículos, tiran su mercancía o impiden el paso. Calculan pérdidas de hasta 12 millones
Imagina ser camionero, llevar 24 horas en la carretera y que te retengan dos días, te tiren la mercancía al suelo o golpeen tu vehículo en una protesta. Figúrate que eres español y los agricultores franceses hacen todo eso para quejarse del coste del diésel, cada día más alto, o del retraso en los pagos por los subsidios europeos, que permiten respirar a los trabajadores del campo con nuevas oportunidades para financiarse. Esta historia es la de cada uno de los transportistas que hace una semana se enfrentan a múltiples dificultades para hacer llegar la mercancía a los proveedores cuando tienen que atravesar el país vecino. En su nombre habla Juan José Gil, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España, Fenadismer.
"¿Qué sentido tiene una reivindicación que se lleva por delante a un sector amigo?", se pregunta el representante de los camioneros, que se queja, sobre todo, de la "inacción" del Gobierno por no haber "llamado a consultas" a la embajadora francesa en España para pedirle que cesen los ataques. "Primero te tiran el vino y luego te retienen durante 48 horas, ¡dónde vamos a parar!", exclama. El Ministerio de Asuntos Exteriores, no obstante, ya comunicó este lunes que estaba en contacto con las autoridades galas para apaciguar las protestas.
Alabaron las declaraciones del primer ministro de Francia, Gabriel Attal, cuando prometió perseguir estos actos, aunque también aseguró que buscaría formas de acabar con la "competencia desleal" que, a su juicio, países como España o Italia ejercen sobre los agricultores franceses, con unas normas distintas y "menos laxas". Gota a gota, los transportistas ya cifran las pérdidas en 12 millones de euros, unos 600 al día desde que comenzó el conflicto.
La AP-7
Cataluña está siendo la comunidad más afectada. Las movilizaciones cortaron la autopista AP-7 en la Jonquera, provincia de Girona. La patronal de los transportistas recomendó no viajar a Francia dada la situación, aunque finalmente se reanudó el tráfico tras 24 horas de bloqueo el pasado sábado, en mitad del fin de semana. En territorio catalán, la tercera salida de la AP-7 hacia el norte llegó a acumular unos cuatro kilómetros de retenciones, o más.
"Llevamos una semana quietos y sin poder mover un dedo, mientras que en los almacenes no paran de darnos toques de atención", se queja Juan Ordóñez, un transportista de Granada cuya empresa no para de "perder dinero". Venden sobre todo a Países Bajos o Inglaterra, aunque desde que se iniciaron las protestas trajeron de vuelta a los camioneros que se quedaron atrapados y bloquearon por completo el servicio hasta nuevo aviso. Aunque los proveedores no paran de insistir, ellos tratan de alargar cuanto sea posible el retorno porque "solo ir y volver, aunque sea con las manos vacías, ya es un dinero que en estas circunstancias no podemos permitirnos", lamenta el conductor.
"Llevamos una semana quietos y sin poder mover un dedo, mientras que en los almacenes no paran de darnos toques de atención"
Otra trabajadora del sector de mercancías en Murcia —zona cero de la huerta española— prefiere no dar su nombre para no tener problemas con su empresa, pero suma su visión a estos últimos testimonios. Lo más grave está siendo el aumento de costes. "Nosotros no llevamos el producto, sino que negociamos la logística con los proveedores. Los hay con más y menos problemas: en Inglaterra cogen el desvío por Irún y no se les complica, pero desde otras zonas la cosa cambia", expone. Ocurre que muchos clientes terminan reparando en Italia para gestionar la compra: "Al final, se olvidan de nosotros", cuenta apenada esta trabajadora.
La tensión, mientras tanto, ha ido subiendo, hasta el punto que los propios agricultores españoles, desde organizaciones del campo como Asaja, ya tocan tambores de manifestaciones para el próximo jueves, 1 de febrero.
Lo confirma su presidente en Castilla-La Mancha, José María Fresneda. "Esto es insostenible y sobre la mesa hay manifestaciones en Madrid para protestar contra la subida de precios y, sobre todo, contra las dificultades para hacerse con ayudas europeas". Siguen de cerca la escalada del conflicto entre agricultores franceses —también belgas, que se han unido al boicot en la frontera— y se muestran conformes con "cualquier tipo de forma de presión", aunque no quieren especificar si apoyan o no las medidas que han escogido los trabajadores del campo en Francia.
"Somos una organización profesional y ningún discurso nos va a arrastrar, ni el de los franceses ni el de los alemanes", asegura Fresneda, que advierte: "Nadie puede negar que la cosa ha llegado al extremo". Se refiere a los requisitos que se exigen para cobrar cualquier ayuda de la política agraria europea, la PAC. Sobre todo, apunta, los de carácter medioambiental, que son "inalcanzables" tanto para ellos como "para cualquier otro agricultor del mundo".
De vuelta al presidente de los transportistas federados, Gil incide en que "no es nuevo" que los agricultores traten de conseguir beneficios a costa de "perjudicar" la labor de los transportistas. "Ya no es perjudicar, es impedir por completo" su trabajo, señala a instancias de lo que vive su compañero Juan, sin ir más lejos, que lleva una semana con sus camiones afincados en Granada. "Tenemos miedo, tenemos pérdidas y estamos hartos", manifiesta, así de determinado. Cree que las consecuencias pueden ir a más. Lo próximo será que lo ocurrido "asuste" a los inversores de otros países y busquen refugio fuera de Europa, en mercados "como el marroquí".
La opción que les queda a los conductores atrapados en la Jonquera son las carreteras alternativas, bastante más estrechas que las habituales y con rodeos que a veces pueden ser "infinitos". Además, esto incrementa el riesgo de accidente o de pérdida de mercancía, según lo que apunta Gil con base en los testimonios de sus compañeros. "Al final consiguen ese efecto mediático que buscan, que todo el mundo hable de ellos y sepa cuáles son sus reivindicaciones; pero, ¿a qué precio?", se plantea, por último, este camionero sin rumbo.
Imagina ser camionero, llevar 24 horas en la carretera y que te retengan dos días, te tiren la mercancía al suelo o golpeen tu vehículo en una protesta. Figúrate que eres español y los agricultores franceses hacen todo eso para quejarse del coste del diésel, cada día más alto, o del retraso en los pagos por los subsidios europeos, que permiten respirar a los trabajadores del campo con nuevas oportunidades para financiarse. Esta historia es la de cada uno de los transportistas que hace una semana se enfrentan a múltiples dificultades para hacer llegar la mercancía a los proveedores cuando tienen que atravesar el país vecino. En su nombre habla Juan José Gil, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España, Fenadismer.
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