Cataluña enfila un nuevo adelanto electoral marcado por los resultados del 23-J
El previsible sorpaso de Junts a ERC en las generales obligaría a Pere Aragonès a activar el botón electoral para votar en 2024. El PSC aspira a repetir la jugada de Barcelona y que Illa sea presidente de la Generalitat
Cataluña se ha convertido en el último bastión que le queda a Pedro Sánchez de cara al 23-J. Tras perder feudos como el de Andalucía, el PSC es la única esperanza para, de cara a las generales, sumar diputados en puestos clave. El líder de los socialistas catalanes, Salvador Illa, es el barón más fuerte en estos momentos, exceptuando al díscolo Emiliano García-Page. Si el presidente tiene alguna opción de dar la vuelta a los sondeos y gobernar, es con los independentistas catalanes. Ya agitan desde Moncloa el mensaje de que con Alberto Núñez Feijóo volverá la "fábrica" de soberanistas que era Mariano Rajoy.
El argumento sirve también para cambiar la hoja de ruta de ERC. Los acuerdos con el Gobierno en Madrid le han castigado en las elecciones municipales del 28-M. Los republicanos sufrieron un fuerte varapalo al pasar a ser tercera fuerza por detrás del PSC y Junts. En las parlamentarias, el pronóstico apunta a que el partido de Carles Puigdemont también puede dar el sorpaso a los de Oriol Junqueras. En este escenario, según señalan diferentes fuentes consultadas, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, volvería a convocar elecciones. Sería la quinta vez en la que desde 2012 no se agota una legislatura en Cataluña.
Las encuestas que manejan los partidos catalanes de cara a las generales otorgan a ERC siete diputados en el Congreso, uno menos que a Junts. El PSC aportaría al resultado de Sánchez entre 15 y 17 escaños, los Comunes entre siete y ocho, el PP siete, Vox dos y la CUP, uno. Más allá de como estas cifras pueden acabar determinando la gobernabilidad de España, en clave doméstica la pérdida de la hegemonía del soberanismo por parte de los republicanos haría imposible recomponer las relaciones con Junts, con los que rompió el acuerdo de investidura.
Pere Aragonès tendría muy difícil sacar adelante los Presupuestos para 2024. En esta ocasión a Illa no le convendría rescatar a ERC, por lo que la llamada a las urnas sería la opción más plausible, según admiten fuentes republicanas. Los catalanes volverían a votar previsiblemente en la primavera de 2024 en lugar de 2025, año en el que se completaba mandato de los republicanos.
Illa tiene expectativas de volver a ganar las elecciones como en febrero de 2021. Entonces fue el vencedor en votos, pero las suma de los partidos soberanistas daba la absoluta. Hoy, desde el PSC se acaricia la idea de que un pacto, como el que ha dado la alcaldía de Barcelona a Jaume Collboni, podría hacer al exministro de Sanidad presidente de la Generalitat con los Comunes y la venía del PP.
La hipótesis aguanta sobre el papel, pero todo estará condicionado por lo que ocurra el 23 de julio. Si Feijóo gana las elecciones tendrá que negociar con los de Santiago Abascal una investidura o incluso un gobierno en función de con cuántos escaños cuente. El PP fija en superar los 150 esa "mayoría necesaria" que le permitirá no ceder sillones a Vox. Si el gallego llega a Moncloa en solitario podría apoyar a los socialistas para que no hubiese un presidente independentista, como ya se hizo en el histórico acuerdo del País Vasco para que Patxi López fuese lendakari. En esta ecuación, Pedro Sánchez tendría que haber dejado de ser el líder del PSOE.
ERC ya ha intentado un acercamiento a los de Puigdemont para volver a agitar la bandera del procés. Aragonès ha ofrecido a Junts un "acuerdo común" para exigir a Sánchez el compromiso de que se permitirá celebrar un referéndum sobre la independencia en Cataluña a cambio de reeditar el Frankenstein, si el presidente del Gobierno logra sumar con sus actuales socios. Los de Puigdemont tienen su propia hoja de ruta y marcar distancias con Moncloa les está favoreciendo. La portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, declaró hace unos días que "es clarísimo que Sánchez ha mentido a todos" para justificar su mensaje de que desconfían del socialista para darle su respaldo tras el 23-J.
El PSOE siempre ha mantenido como "línea roja" el referéndum. Incluso si Sánchez intentase un acuerdo para mantenerse en la Moncloa, fuentes socialistas advierten de que esta vez el partido sí se rebelaría. "Ya hemos pagado muy caro los indultos y la rebaja del delito de malversación", apuntan desde los territorios donde sigue pesando como una losa que haya sido la gestión del presidente la que "destrozó" a los candidatos del 28-M. Si a Sánchez le dan los números, podría intentar usar como pegamento una votación en Cataluña. Sumar ha dado a conocer esta semana que en su programa se incluirá que los catalanes voten "de alguna forma" sobre su pertenencia a España.
El tablero posgenerales recolocará a los protagonistas, pero si en algo coinciden todos los partidos es que los catalanes volverán a votar de forma adelantada como viene ocurriendo desde que estallase el procés en 2012. Solo se da por seguro que Illa será el candidato del PSC. En el independentismo hay codazos ante la mala relación entre Pere Aragonès y Oriol Junqueras, que aspiraba a ser presidente. En Junts también se espera que Puigdemont mueva el pulgar. Los Comunes tienen a Ada Colau vacante y el PP, todo por hacer.
Cataluña se ha convertido en el último bastión que le queda a Pedro Sánchez de cara al 23-J. Tras perder feudos como el de Andalucía, el PSC es la única esperanza para, de cara a las generales, sumar diputados en puestos clave. El líder de los socialistas catalanes, Salvador Illa, es el barón más fuerte en estos momentos, exceptuando al díscolo Emiliano García-Page. Si el presidente tiene alguna opción de dar la vuelta a los sondeos y gobernar, es con los independentistas catalanes. Ya agitan desde Moncloa el mensaje de que con Alberto Núñez Feijóo volverá la "fábrica" de soberanistas que era Mariano Rajoy.
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