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Operación Clipper: el plan de dos hermanos para desplumar a la millonaria familia Puig
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PIDEN ENTRE 20 Y 50 MILLONES

Operación Clipper: el plan de dos hermanos para desplumar a la millonaria familia Puig

Las patentes perdidas del mechero más famoso del mundo. Una señora de 100 años en una residencia de monjas. Una vieja deuda entre familias. No es una película, es este reportaje

Foto: Fragmento de la patente del mechero Clipper registrada por Flamagás. (OEPM)
Fragmento de la patente del mechero Clipper registrada por Flamagás. (OEPM)

"Mamá, ¿por qué les tienes tanta manía a los Puig?", preguntó Josep Lluís Escribano a su madre, Rosa Gallemí, hace ahora ocho años.

La madre, que recientemente cumplió un siglo de vida en una residencia de monjas en Barcelona, le habló a su hijo de una vieja deuda contraída y nunca satisfecha con aquella familia, fundadora del que hoy en día es un imperio de la perfumería y la cosmética que ronda los 2.000 millones de euros anuales de facturación. Una familia que, aunque lejana, es la suya propia y contra la que el próximo 5 de abril se enfrentarán en el Juzgado de lo Mercantil de Barcelona.

De fondo, la autoría intelectual de un mechero superventas: el Clipper, del que se han vendido un número incalculable de unidades desde su creación en 1970. Tan icónico es el encendedor que hace tres años que forma parte de la exposición permanente del Museo del Diseño de Cataluña. Oficialmente, el creador del Clipper fue el diseñador vanguardista Enric Sardà, pero ahora esta familia pretende reescribir la historia del mechero de gas más famoso del mundo.

placeholder Mecheros Clipper, patentados por Flamagás. (Khruner)
Mecheros Clipper, patentados por Flamagás. (Khruner)

La madre se remontó a la posguerra en Barcelona, una época donde los gigantes eran aún infantes y los iconos, meros bocetos.

Doña Rosa, entonces en edad adolescente, trabajaba con su padre en Industrias Mecánicas Castelló, una empresa propiedad de su tío Francisco Castelló, un exitoso mecánico premiado en la Exposición Universal. A su vez, este era primo hermano de Antonio Puig Castelló, fundador en 1914 de la empresa de perfumes. El trato entre ambas ramas de la familia era bastante cercano y Puig le pidió a Castelló que contratara a su hijo Josep Maria para que ganara experiencia empresarial.

Pocos años más tarde, ya en los cuarenta, Gallemí se casó con un prolífico inventor llamado José Escribano y abrieron Metalúrgica Auxiliar Marroquinera o Metamar, una compañía dedicada a la fabricación de encendedores y cargas de gas, en el barrio del Poblenou. La empresa resistió hasta finales de los setenta. "En una de las crisis que hubo, el hombre decidió hacer suspensión de pagos y cerrar la empresa; a mí me nombró gerente y se jubiló", recuerda su hijo Francesc Gallemí. "Aquí se terminó la historia de los encendedores porque tanto mi hermano como yo seguimos nuestra vida", uno montando delegaciones de 'La Vanguardia' en América Latina y el otro con una empresa de tarimas y parqués.

placeholder Fotografía actual de Rosa Gallemí, de 100 años, junto al J-3500 Roni Gas, considerado el primer mechero a gas, inventado por ella. (EC)
Fotografía actual de Rosa Gallemí, de 100 años, junto al J-3500 Roni Gas, considerado el primer mechero a gas, inventado por ella. (EC)

Escribano era, según sus hijos, un hombre muy íntimo y reservado. Nunca les habló de aquellas patentes. Tras su muerte en los años noventa, en la casa no se volvió a hablar de encendedores hasta muchos años más tarde.

Parte 1: la deuda

Aquella tarde de 2014, la madre explicó a su hijo que ella y su familia prestaron a los Puig 230.000 pesetas de la época. A Josep Lluís Escribano se le iluminó la bombilla y comenzó a elucubrar cómo podrían recuperar aquel dinero. Según relata a El Confidencial, aquel préstamo se hizo en torno a 1946 con la idea de financiar la nueva sede del negocio perfumero en la calle Travesera de Gracia 9, que fue su centro neurálgico desde entonces hasta su venta en 2016 por 15 millones de euros a la inmobiliaria Corp.

El INE calcula que, desde enero de 1961 hasta enero de 2022, la variación del índice de precios de consumo ha crecido un 3.979%. Entonces... ¿a cuánto ascendería un préstamo de 230.000 pesetas realizado 15 años antes? Todas estas preguntas las tenía el hijo de Gallemí en la cabeza cuando se presentó el 2 de julio de 2014 ante Josep Maria Puig, único hijo del fundador de la saga que vive a día de hoy.

placeholder Pinche para ampliar el detalle del catálogo de mecheros de Metamar. (J. L. Escribano)
Pinche para ampliar el detalle del catálogo de mecheros de Metamar. (J. L. Escribano)

En la empresa familiar, Puig comenzó encargándose de la distribución de los perfumes y terminó presidiendo Flamagás, nacida a mediados de los sesenta. Es decir, que la señora Gallemí lo conocía bastante bien.

Sin embargo, los antecedentes no bastaron. Puig dio recuerdos a doña Rosa, pero dijo que sería difícil calcular en aquel momento el importe actual del préstamo. El hijo volvió a donde su madre con las manos vacías.

"¡Sigue igual de caradura!", respondió la madre. "Llama que quiero ir a verlo yo".

Así que pidieron una segunda cita y se presentaron días más tarde, el 29 de julio. "Mi madre con 94 años y un bastón", recuerda Escribano. Pero aquel día Puig no apareció. Madre e hijo se dieron de bruces con dos abogados. Estos, recuerda Escribano, comenzaron a decir parabienes de la familia Puig y, llegado el momento, les preguntaron: "¿Tienen el recibo de ese préstamo?".

Los abogados de Puig les preguntaron: "¿Tienen el recibo de ese préstamo?"

"Pero qué recibo, si en aquella época te dabas un apretón de manos, y más entre familia", protestó. Así que se volvieron, por segunda vez, con las manos vacías, y al llegar a casa le preguntó a la señora: "Oye, mamá, ¿dónde tienes la documentación de papá y todos los papeles de aquella época?".

Él y Francesc se pusieron a abrir cajones y empezaron a salir patentes: "¡Ostras, pero si esto es el Clipper!", se dijeron —quizá viniéndose un poco arriba— ambos hermanos.

Parte 2: las patentes

Antes de proseguir, quitemos un poco de bruma a esta historia para observarla con más perspectiva.

En primer lugar, esas patentes que los hermanos descubrieron en el cajón siempre estuvieron ahí: pueden consultarse a través del buscador de invenciones de la Oficina Española de Patentes. Rosa Gallemí Balagué tiene registradas tres patentes —dos relativas a encendedores y la otra a un estuche-polvera— y su difunto marido registró 56, algunas de ellas en colaboración con terceras personas. Algunas de ellas son claves en este proceso judicial, pues estiman que sin innovaciones como la multicarga de gas o el pionero encendedor piezoeléctrico, Flamagás jamás habría llegado adonde llegó.

Está claro que Sardà fue quien diseñó el mechero Clipper en su actual forma, pero lo que Gallemí se preguntaba es... ¿qué es realmente un mechero sino un artilugio capaz de transformar el gas en una breve llama? Según su criterio, buena parte de las entrañas del célebre encendedor les corresponderían. Por tanto, ¿a quién pertenece realmente la invención? De eso va toda esta historia.

placeholder Patente de un encendedor de bolsillo creado por Escribano. (OEPM)
Patente de un encendedor de bolsillo creado por Escribano. (OEPM)

En una declaración ante notario realizada en octubre de 2020, la inventora declara que "ha sido conocedora de que la empresa Flamagás SA, de la familia Puig, copió su patente y varias de su esposo José Escribano Sánchez relativas a su encendedor Clipper, entre otros productos". En el mismo documento, Gallemí explica que debido a su avanzada edad "faculta expresamente a sus hijos don Francesc Gallemí Escribano y Josep Lluís Escribano Gallemí para que puedan seguir la demanda en calidad de herederos testamentarios".

Hay varios aspectos más que resultan sumamente escurridizos. Un mechero como el Clipper puede contar con entre 40 y 60 innovaciones. Tanto el diseño del depósito de combustible como el mecanismo pirofórico que provoca las chispas o el conducto por el que se regula el paso de gas tuvieron que ser inventados, modificados y mejorados.

"Flamagás en los años sesenta no fabricaba, solo importaba mecheros Flaminaire desde Francia, lo que hicieron fue registrar una serie de modelos de utilidad después de las patentes de mis padres, todo es posterior a ellos y nos dimos cuenta de que todo es absolutamente copia, descarada, de los encendedores y las patentes de mis padres", afirma Escribano. Esta fue la base de la demanda que el titular del Juzgado Mercantil nº 4 de Barcelona ha admitido a trámite.

Sin embargo, demostrar, como pretenden los hermanos, que el Clipper fue una consecuencia directa del encendedor de gas Roni J-3500 creado por Rosa Gallemí en 1963 es muy complicado. Y más difícil aún calcular la indemnización que esta inventora —o sus hijos— deberían percibir si el juez les diera la razón, dado que las patentes son siempre temporales. Algunas fueron registradas casi 10 años antes de la invención del Clipper en 1970, otras, como la multicarga de gas, dos años antes.

La empresa: "Esos llevan tiempo tratando de sacar dinero de donde no lo hay"

Fuentes cercanas a la empresa perfumera insisten en que esta no es una historia de David contra Goliat. "Llevan bastante tiempo tratando de sacar dinero de donde no lo hay", explican. Añaden que llevan tiempo tratando de desprestigiar a Flamagás a través de publicaciones en redes sociales y una demanda previa que fue desestimada —según los hermanos, por defectos de forma al presentarla, según la empresa por "defectos sustantivos graves" en su redacción—, y que estuvieron a punto de demandar a uno de ellos por difamación y amenazas.

Cuestionados a este respecto, Francesc Gallemí confirma este hecho, aunque matiza que "fue por otro tema, no por las patentes". Al parecer, tras negarles la devolución de aquella deuda histórica, su hermano Josep Lluís les envió una carta "que no era procedente". Ante la posibilidad de ser demandado, este se dirigió a una comisaría de los Mossos d'Esquadra y retiró por escrito las amenazas, ante lo cual la empresa desactivó las medidas judiciales contra él. Desde Flamagás añaden que aquel procedimiento fue sobreseído "quedando claro que podría reabrirse y continuar su tramitación en el momento en el que se produjese cualquier acto susceptible de integrar una continuación delictiva, ya sea de forma directa o indirecta".

En otra ocasión, en Flamagás recibieron un burofax de esta familia que les obligó a cambiar en su página web "Clipper, el primer encendedor de plástico del mundo" a "Clipper, uno de los primeros encendedores de plástico del mundo". Los Escribano-Gallemí celebran este paso atrás de la empresa como una victoria y como la señal de que llevan razón en su cruzada.

placeholder Una de las patentes a nombre de Rosa Gallemí. (OEPM)
Una de las patentes a nombre de Rosa Gallemí. (OEPM)

En resumen, en casa Flamagás la historia de las patentes de Gallemí y su esposo, que la hizo heredera universal, se les viene atravesando desde hace años. A las fuentes consultadas no les cabe ninguna duda de que el próximo mes de abril la demanda "será desestimada", dado que la empresa catalana "ha acreditado la concurrencia de múltiples motivos que, cada uno por separado, debieran conducir inexorablemente a su desestimación". En concreto, aseguran que ni el Clipper ni los demás productos de Flamagás incorporan las características que reivindican las patentes blandidas por la familia Escribano-Gallemí, que éstas carecían de novedad y ni siquiera se acreditó que las patentes fueran concedidas.

Por último está la evidencia de que, en más de 50 años, nadie reclamó la vulneración de esas patentes. Desde la empresa de los Puig explican a este periódico que el hecho de que José Escribano y Rosa Gallemí no ejercieran reclamación alguna significa que "eran conocedores de que dichas patentes carecían de validez y que no existía infracción de las mismas" con la comercialización del Clipper.

Pero sin embargo, puede haber partido. Cuando el pasado 25 de noviembre se celebró la audiencia previa y se dispusieron las pruebas, los abogados de Flamagás insistieron en que las patentes de Gallemí y su esposo están vencidas desde hace muchos años. Pero el juez, tras valorar todas las evidencias, aceptó seguir con la demanda.

"Hay una ley que dice que puedes denunciar la copia de una patente a partir de cinco años desde que descubres que existe esta copia", dice Josep Lluís Escribano.

Parte 3: el juicio

Para su segundo intento contra Flamagás, Francesc y Josep Lluís pusieron la demanda en manos del abogado Arcadi Sala-Planell, del bufete de abogados BBS. Sobre el papel, sin embargo, es Rosa Gallemí la demandante.

Sala-Planell es optimista, pero cauto. "Se ve clarísimamente que esta empresa lo inventó todo antes y los otros se lo copiaron, pero cuando entras a un juicio nunca sabes lo que puede pasar".

En realidad, los herederos hicieron todo lo posible para no llegar a juicio: claramente buscaban un acuerdo extrajudicial con la empresa fabricante del Clipper, pero esta rechazó el ofrecimiento. No niegan que este sería, para ellos, el desenlace más deseable, incluso si tuvieran que renunciar a la autoría intelectual del famoso mechero por parte de sus padres.

"Francesc apuntaba como justa una cantidad de entre 20 y 40 millones de euros, Josep Lluís de hasta 50 millones"

"Si se pudiese llegar a un acuerdo durante el procedimiento, también nos valdría, no nos oponemos a una negociación", indica su abogado. Pero la empresa parece reacia a soltar un solo euro. Además, ¿con qué cantidad se conformarían Rosa Gallemí y sus herederos?

En diferentes conversaciones con ellos, Francesc apuntaba como justa una cantidad de entre 20 y 40 millones de euros, Josep Lluís de hasta 50 millones. Casi nada.

"Hay una vía que se utiliza en estos casos", explica Sala-Planell. "No tenemos forma de cuantificarlo porque no tenemos documentación de la parte adversa, así que se solicita al juzgado que, si dicta sentencia, declare en primer lugar que se imita el producto y más tarde que la sentencia sea estimatoria". Es decir, que tras certificar que hubo un plagio, unos peritos podrían solicitar a la empresa documentación sobre la cantidad de mecheros vendidos en los años en que la patente copiada estuvo vigente y cuantificar la indemnización.

La batalla legal será ardua. Además de las evidencias, para ellos sólidas, de las patentes, los hermanos cuentan con una carta en la manga. El testimonio de José Antonio Colell Gomà, un antiguo administrativo que trabajó como jefe de Compras en Flamagás y que podría revelar la adquisición de piezas a Metamar. En el otro extremo, temen encontrarse ante un juicio prolongado, que se extienda a lo largo de años y llegue hasta el Supremo.

Si logran su ambicioso objetivo, los hermanos tienen claro a qué destinarán en primer lugar el dinero. Preparar un avión medicalizado para sacar de España a una mujer de 100 años. "Mi madre siempre ha querido conocer el canal de Panamá", dice Francesc.

"Mamá, ¿por qué les tienes tanta manía a los Puig?", preguntó Josep Lluís Escribano a su madre, Rosa Gallemí, hace ahora ocho años.

Millonarios
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