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El miedo y la Policía impiden al secesionismo tomar la jornada de reflexión
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transcurrió con un 'quiero y no puedo'

El miedo y la Policía impiden al secesionismo tomar la jornada de reflexión

Los ciudadanos parecían haberse tomado el ejercicio democrático de las urnas en serio. Y si las normas están para romperlas, este sábado no fue el mejor día para demostrarlo

Foto: Policías antidisturbios disuelven a los participantes en la manifestación convocada por los CDR este sábado en Barcelona. (EFE)
Policías antidisturbios disuelven a los participantes en la manifestación convocada por los CDR este sábado en Barcelona. (EFE)

La jornada de reflexión fue algo más parecido a una jornada de trabajo para el independentismo. Pero no pasó de un 'quiero y no puedo'. La intención era demostrar que las calles son de los activistas independentistas. Y que no existen normas democráticas que no se puedan retorcer o desobedecer. Pero el independentismo fracasó. La asistencia a las concentraciones de Tsunami Democràtic fue exigua. No hubo concentraciones multitudinarias. Unos cuantos miles de personas (7.000 según la Guardia Urbana) en la 'zona cero' de las protestas de Barcelona es un fracaso sin paliativos, máxime cuando tenían como reclamo la actuación de varias decenas de los mejores grupos musicales de la comunidad y, además, era fin de semana; es decir, un día no laborable para la mayoría de la gente. Pero los ciudadanos parecían haberse tomado el ejercicio democrático de las urnas en serio. Y si las normas están para romperlas, este sábado no fue el mejor día para demostrarlo.

Sin embargo el experimento del sábado, aunque con poco público, sirvió para probar los engranajes de la nueva plataforma política que maneja, desde Waterloo, Carles Puigdemont: el Tsunami Democràtic. Según reconocían sus responsables, durante la tarde de ayer esta plataforma recibió "más de 1.000 ataques coordinados contra la App". Es más, los independentistas afirman que han "podido comprobar que estos ataques han tenido la connivencia de las grandes teleoperadoras españolas". Y se ufanaban de que han "aguantado gracias al apoyo internacional y a la experiencia" y continuaban: "Han gastado muchos recursos para atacarnos. El test de hoy nos sirve para el lunes y todo lo que vendrá". Toda una declaración de intenciones sobre el 'apretón' que preparan los activistas en las calles a partir del 11 de noviembre.

Los antidisturbios bloquean el paso a los manifestantes en Barcelona.

Tsunami considera un éxito la jornada porque hubo "actividades políticas, culturales y festivas en más de 400 municipios". Y lanza una advertencia: "Queríamos hacerlos reflexionar [a los españoles]: mientras no haya diálogo, continuará la inestabilidad. Los conflictos políticos solo se pueden resolver políticamente".

Para la plataforma digital, esta jornada de reflexión sirvió para tres cosas: primero, se hicieron "las primeras pruebas en tiempo real y en el espacio público de la aplicación de Tsunami. El instrumento de movilización está a punto"; segundo, la plataforma permitirá votar el 10-N y no interfiere en las elecciones; y tercero, el 11-N comienza otra gran ofensiva contra el Estado español.

Salvados por los titulares

Los actos de este sábado, pues, fueron el aperitivo de los que se esperan la semana que viene. Los propios organizadores de Tsunami reconocen que "la jornada ha servido de test para las jornadas de acciones que comienzan el lunes". Ante el bajón postelectoral, los dirigentes independentistas tienen previsto inyectar adrenalina en las venas del soberanismo y preparan tres jornadas de intensidad callejera la semana próxima: del lunes al miércoles. Ya advertía Tsunami este viernes que "ha de ser un 11-S de tres días", es decir, una Diada por triplicado. Animaba, incluso, a pedir un día de fiesta en el trabajo para arrimar el hombro, siempre que se estuviese dispuesto a viajar por el territorio y a dormir fuera.

placeholder Un hombre se acerca a los antidisturbios que frenan a los manifestantes en Barcelona. (Reuters)
Un hombre se acerca a los antidisturbios que frenan a los manifestantes en Barcelona. (Reuters)

A Tsunami y al independentismo solo les salva una cosa: los titulares de prensa. "El titular depende de nosotros", decía este sábado Àngel, un activo militante soberanista. La frase recuerda al famoso dicho "que hablen de mí, aunque sea mal". Y resume a la perfección la filosofía del independentismo. Esa frase fue incluida por el conocido activista en uno de sus múltiples mensajes de este sábado, jornada de reflexión. "Pensad que este domingo todos los medios de comunicación del mundo hablarán de España. ¿Cuál es el relato que nos interesa: victoria del PP o del PSOE o que el Estado no tiene el control efectivo de su territorio para garantizar unas elecciones homologables? Los observadores abren docenas de incidencias". Por tanto, "el titular depende de nosotros". La vuelta a la internacionalización del discurso es la única conclusión que el soberanismo sacó de la jornada de reflexión.

El relato de los círculos más radicales del independentismo es estremecedor. "La clave es no normalizar la situación, que cuando las noticias expliquen las elecciones españolas por todo el mundo, muestren un país con conflicto, de lo contrario todos pensarán que el pueblo ha hablado y que el Gobierno de España es legítimo", aseguraba Àngel. De eso se trata. Ya repitieron por activa y por pasiva, desde la Generalitat hasta la cúpula de Junts per Catalunya (JxCAT), pasando por la CUP y por entidades como la ANC y Òmnium, que es preciso no caer en la normalidad. "Es que no hemos de normalizar nada, si no estamos acabados", respondía otra militante muy activa.

Lo cierto es que las previsiones que se habían hecho fueron modificadas sobre la marcha: los círculos extremistas aflojaron en sus pretensiones

Lo cierto es que las previsiones que se habían hecho fueron modificadas sobre la marcha. Alertados de que la interferencia en las elecciones de este domingo podía acarrear no solo problemas legales para muchos activistas, si no el hundimiento de la imagen internacional del independentismo, los círculos extremistas aflojaron en sus pretensiones.

Informe de los Mossos y orden del fiscal

Los Mossos d’Esquadra tenían conocimiento de que algo se cocía. Un informe de la Brigada de Información de la Policía Autonómica catalana llegó a la Fiscalía Superior de Cataluña el pasado 6 de noviembre, documento en el que se advertía de que determinados grupos preparaban "actos tendentes a dificultar el normal desarrollo del procedimiento electoral, que podrían llevarse a cabo los días 9 y 10 del presente mes de noviembre".

Los Mossos detallaban la información adelantada por El Confidencial de que "a la vista de las convocatorias realizadas por determinadas plataformas para el día 9 de noviembre y de los hechos violentos que se vienen produciendo en Cataluña en las últimas semanas, podría producirse la noche previa a la jornada electoral la ocupación por grupos más o menos numerosos de personas de los locales destinados a servir como centros de votación, con la consiguiente perturbación del normal desarrollo de la jornada electoral".

placeholder Un manifestante se encara con un policía durante la manifestación convocada por los CDR. (EFE)
Un manifestante se encara con un policía durante la manifestación convocada por los CDR. (EFE)

Ante ello, el fiscal jefe, Enric Bañeres, ordenó en el decreto que los Cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, si se producen las ocupaciones de colegios electorales, "deberán analizar las circunstancias concurrentes en cada caso, valorando datos como el número de personas congregadas, la actitud o conducta de las mismas, si portan armas o instrumentos susceptibles de ser usados como tales, la hora en que se produce la concentración y su proximidad a la de la apertura de los colegios electorales y constitución de las mesas, la falta de explicación a su presencia en ese lugar y hora".

Esa valoración policial "puede evidenciar de forma inequívoca que su presencia en el lugar tiene como finalidad perturbar o impedir el normal desarrollo de la jornada de votación del 10 de noviembre". Y, si así fuese, deberán "llevar a cabo las actuaciones necesarias para poner fin a la actividad delictiva desarrollada e identificar a los responsables y, en su caso, a su detención, restituyendo y asegurando así el normal desarrollo del proceso electoral". Ante la presión policial, los círculos más radicalizados levantaron el pie del acelerador.

La jornada de reflexión fue algo más parecido a una jornada de trabajo para el independentismo. Pero no pasó de un 'quiero y no puedo'. La intención era demostrar que las calles son de los activistas independentistas. Y que no existen normas democráticas que no se puedan retorcer o desobedecer. Pero el independentismo fracasó. La asistencia a las concentraciones de Tsunami Democràtic fue exigua. No hubo concentraciones multitudinarias. Unos cuantos miles de personas (7.000 según la Guardia Urbana) en la 'zona cero' de las protestas de Barcelona es un fracaso sin paliativos, máxime cuando tenían como reclamo la actuación de varias decenas de los mejores grupos musicales de la comunidad y, además, era fin de semana; es decir, un día no laborable para la mayoría de la gente. Pero los ciudadanos parecían haberse tomado el ejercicio democrático de las urnas en serio. Y si las normas están para romperlas, este sábado no fue el mejor día para demostrarlo.

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