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Puigdemont crea el Consell de la República, donde busca la unidad perdida
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Presidirá el Consell de la República

Puigdemont crea el Consell de la República, donde busca la unidad perdida

Ni siquiera se ha invitado a los comunes al Consell de la República, con lo que el nuevo organismo nace no solo al margen de la ley sino tambien dejando fuera a media Cataluña

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra (2i), y su predecesor, Carles Puigdemont (2d), en la localidad belga de Waterloo. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra (2i), y su predecesor, Carles Puigdemont (2d), en la localidad belga de Waterloo. (EFE)

El novelista catalán Joan Sales, autor de la novela 'Incerta glòria', escribió que “una lengua no puede vivir abstraída de la realidad”. Lo que está intentando hacer Carles Puigdemont es lo contrario, generar una política al margen de la realidad. Si en el Parlament se ha perdido la mayoría soberanista, si la unidad del Gobierno en coalición de la Generalitat está cuestionada, se anuncia una nuevo ente, aunque el mismo carezca de una mínima cobertura democrática. El último instrumento para esta 'unidad virtual' imposible en el mundo real es el anunciado ayer —en medio de la improvisación que ya es moneda común— Consell de la República, un organismo que acordará acciones políticas que, en teoría, luego serán impulsadas por la Generalitat. Es decir, supedita la Generalitat al nuevo Consell de la República presidido por el propio Puigdemont y que tendrá sede en Bruselas.

Los partidos independentistas presentarán el Consell de la República en Barcelona

Esta supeditación es teórica, como todo el invento. Ayer, ni Puigdemont, ni Quim Torra ni quien será el director del nuevo ente, Toni Comín, dieron detalles del nuevo organismo, más allá de que se presentará en el Palau de la Generalitat el próximo 30 de octubre, tres días después de la constitución del nuevo partido de Puigdemont, Crida per la República.

El Consell de la República nace cojo en muchos sentidos. Se ha adelantado en medio de una gran improvisación. Primero se anunció una cumbre por la unidad independentista, luego un encuentro entre Torra y Puigdemont y al final se quedó en una sesión de trabajo, a la que el independentismo envió representantes de segundo nivel y no acudió ningún 'conseller' de ERC. En lo que Puigdemont se esforzó mucho fue en escenificar la idea de unidad: “Presentamos una estrategia conjunta que, además, es hija de otro acuerdo conjunto, del acuerdo de investidura, que firmamos con ERC. No nos hemos desviado, ni ellos tampoco de nosotros".

Pero esta unidad no existe. La CUP se ha desmarcado y ha calificado el nuevo organismo de “simbólico”. De hecho, no existe para nada más, ni siquiera para cuestiones más inmediatas, como los Presupuestos del Estado, lo cual se ha obviado en la sesión de trabajo, ya que ERC es partidaria de apoyarlos en el Congreso mientras que Puigdemont aboga por torpedearlos. Y como no hay unidad en la realidad, hay que escenificarla en un nuevo espacio político simbólico sin precedentes, sin cobertura legal y financiado al 100% con fondos privados, según avanzan fuentes del PDeCAT. Algo así como una clase de espacio público alternativo, donde lo prometido a los votantes independentistas puede simularse sin los entorpecimientos que imponen las mezquindades de la realidad política.

Foto: Torra y Puigdemont se reunieron ayer en Waterloo con miembros de ERC y sin la CUP. (EFE)

Sobre el Consell, Puigdemont reconoce que “nace bajo la sombra de unas instituciones recuperadas tras el golpe de Estado del 155”, es decir, que el Consell cuenta con el paraguas de la Generalitat y, de hecho, se presentará en el Palau la semana que viene.

Otros precedentes

Hay otros precedentes de este tipo de espacios simbólicos que quieren operar como una alternativa a la realidad, como el Fórum Constituyente, que impulsa la Generalitat con dinero público para fijar las bases de una futura Constitución de una Cataluña independiente. Como el Consell de la República, la iniciativa se apoya desde la Generalitat; como el Consell, se conoce antes el presidente —Lluís Llach— que se detalla el mecanismo por el que se escoge; como en el caso del Consell, se cuenta solo con los partidos independentistas dejando al margen a la mitad de Cataluña que no comulga con el proyecto. Así, el Consell de la República tendrá siete miembros: tres de JxCAT, tres de ERC y un séptimo de la CUP.

La constitución del Consell de la República es paralela a la creación de Fórum Cívic Constituent, con procesos similares y paralelismos evidentes


Ni siquiera se ha invitado a los comunes al Consell de la República, según han confirmado fuentes de la formación de Ada Colau, pese a que esta formación es la que está salvando la cara del independentismo en el mundo real, en el Parlament, donde apoyaron la reprobación al Rey y donde son la única carta que le queda al vicepresidente, Pere Aragonès, para sacar adelante los Presupuestos. Pero en el mundo ideal, el independentismo se ha de mostrar sin mácula, no como ocurre en la política pegada al suelo.

Sin base democrática

Al dejar al margen a la mitad de Cataluña, este tipo de organismos ya carecería de credibilidad. Pero, además, se constituyen de arriba abajo. Del presidente a sus miembros, a la espera de que se aderecen con algún tipo de barniz democrático, del que por ahora carecen.

En teoría, el mandato presidencial del Consell de la República duraría lo mismo que la legislatura en el Parlament, según fuentes independentistas. Y se deberá renovar cuando cambie el Parlament, pero el vínculo en sí tampoco se explica. Solo se asegura que funcionará como un “Gobierno en el exilio” que operará como un instrumento de la Generalitat en el exterior para fomentar la internacionalización del independentismo. Pero ya hay una Conselleria de Exteriores, que encabeza Ernest Maragall, y tampoco se ha aclarado cómo se evitarán duplicidades o los problemas legales que supondría coordinar el ente real con el ente simbólico encabezado por un fugado de la Justicia.

El novelista catalán Joan Sales, autor de la novela 'Incerta glòria', escribió que “una lengua no puede vivir abstraída de la realidad”. Lo que está intentando hacer Carles Puigdemont es lo contrario, generar una política al margen de la realidad. Si en el Parlament se ha perdido la mayoría soberanista, si la unidad del Gobierno en coalición de la Generalitat está cuestionada, se anuncia una nuevo ente, aunque el mismo carezca de una mínima cobertura democrática. El último instrumento para esta 'unidad virtual' imposible en el mundo real es el anunciado ayer —en medio de la improvisación que ya es moneda común— Consell de la República, un organismo que acordará acciones políticas que, en teoría, luego serán impulsadas por la Generalitat. Es decir, supedita la Generalitat al nuevo Consell de la República presidido por el propio Puigdemont y que tendrá sede en Bruselas.

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