“Llevo cuatro horas en una celda por solidaridad con los presos del Govern”
En Vic, los vecinos se encierran voluntariamente y por turnos en una prisión simulada para sentirse como los 'exconsellers' presos y 'los Jordis'
Para llegar a la plaza mayor de Vic, las esteladas van marcando el camino. No hay apenas ventana desde la que no cuelgue una bandera con la estrella o en solidaridad con los presos políticos. Pero desde el sábado, lo que más destaca en el centro de la localidad catalana, en el interior de Barcelona, es una mole de barrotes de hierro: dos jaulas donde los vecinos de la localidad se están turnando para entrar. Voluntariamente.
Quieren estar más cerca de sus líderes políticos, aunque sea sentimentalmente. “Llevo aquí cuatro horas, he venido porque me parece un gesto de coherencia y para sentir lo que están pasando ahora los 10 presos”, señala desde el interior Gloria, una técnica de calidad de metalurgia de 34 años que ha llegado a las 10 de la mañana del lunes.
Bajo el lema 'Un pueblo encarcelado', esta 'performance' es la última iniciativa de las organizaciones proindepentistas ANC y Òmnium que tiene como objetivo “que todo el mundo recuerde a los dos presidentes encarcelados injustamente [Jordi Cuixart y Jordi Sànchez] y a los ocho miembros del Gobierno catalán”. Una veintena de voluntarios ya han pasado por aquí desde que empezaron la tarde del sábado. Los únicos requisitos: ser mayor de edad y estar por lo menos dos horas. Así, tres semanas.
A Gloria ha venido a verla su marido, que la releva justo después. “El sábado, cuando se inauguró, vinimos todos y me emocioné mucho. A mi hijo mayor, de 10 años, le expliqué que iba a entrar y solo me pidió que no lo hiciera de noche. Ahí te das cuenta de lo que están pasando las familias, porque ellos no pueden elegir no estar por la noche”, cuenta Gloria.
María es su compañera en ese momento en la celda contigua: ”He venido por solidaridad y para que sepan que no están solos”. A ella ha venido a verla su hermana, que ocupará los mismos barrotes en unas horas. “Somos ocho hermanos, todos muy solidarizados con la causa. Cuatro ya nos hemos apuntado para venir”, reconoce Mercè. De manera simbólica, 10 siluetas en el techo custodian la acción, con los nombres de los 'exconsellers' que se encuentran en prisión preventiva por rebelión y los de 'los Jordis', también homenajeados por un contador con los días que llevan en prisión por sedición.
Dos barrotes falsos y un botón de emergencia
Las celdas son austeras: un catre con un saco de dormir, un calefactor, un escritorio con un lámpara y un “libro a bordo” donde cada persona que vive el encierro deja sus pensamientos y mensajes para los exmiembros del Govern, a los que se lo harán llegar. Tampoco falta una caja donde varios transeúntes dejan billetes de cinco y 10 euros.
María, que trabaja en una fundación tutelar, se ha traído un libro, pero no ha tenido ni un minuto libre para leer. “No deja de venir gente”, reconoce. Puede salir cuando quiera, tiene la llave que abre su cierre y el de su compañera, “por si pasa cualquier cosa”. Además, hay dos barrotes falsos como salida de emergencia y un botón del pánico para cada 'preso'. También cuentan con su teléfono móvil en todo momento, con el que pueden llamar a los “contactos de proximidad” que viven por la zona.
Los vecinos se acercan a ofrecernos bebida o comida, pero en el fondo no lo hacen para nosotros, sino para los presos
Los fondos para montar la representación, dicen desde Òmnium, han salido de los donativos de la gente, y unos cuantos voluntarios han fabricado todo, hasta han soldado ellos mismos los barrotes. En las más de 48 horas que lleva funcionando, no ha habido ningún incidente. “Como ves, es un pueblo que se siente cómodo con esto”, asegura Alfred, uno de los organizadores, señalando las banderas que cuelgan de cada rincón. Además, una furgoneta de los Mossos d'Esquadra vigila desde una esquina de la plaza que todo discurra pacíficamente.
“Los vecinos se acercan a ofrecernos bebida o comida, pero en el fondo no lo hacen para nosotros, sino para los presos”, cuenta a una cámara de televisión Gloria. Los turistas y vecinos observan desde las terrazas mientras toman algo al sol. La mayoría se siente orgullosa de que su ciudad acoja esta acción “Es muy positivo, hay que recordarles cada día”, comparten Isabel y Mateu. Otros, con menos arraigo, no lo ven tan normal: “Es ridículo, como todo el 'procés”, considera Christopher, un inglés que ha vivido cerca de 40 años en Cataluña.
Hasta allí se ha acercado también Joan desde una localidad vecina, preocupado, porque en esta misma plaza los martes y sábados tiene lugar el mercado municipal. “He venido a ver si afectaba a mi puesto. Por suerte no, pero sí hay gente perjudicada, a la que no se le ha consultado nada”, se queja. Desde Òmnium, aseguran que mañana y el sábado la instalación se moverá a una esquina de la plaza para no entorpecer la vida cotidiana de esta localidad, que ya ha protagonizado anteriormente otros actos por la independencia.
De momento, para este, se han apuntado hasta 200 personas de Vic, lo que les garantiza, según los cálculos de la organización, casi una semana de simulación. Pretenden estar hasta el día 10 de diciembre, cuando las dos celdas partirán a Olot, la siguiente localidad interesada en acogerlas.
Pero por hoy, Gloria y María ya han cumplido. Abren ellas mismas sus cerrojos y dejan pasar a los siguientes. “Si hace falta, volveremos”, aseguran.
Para llegar a la plaza mayor de Vic, las esteladas van marcando el camino. No hay apenas ventana desde la que no cuelgue una bandera con la estrella o en solidaridad con los presos políticos. Pero desde el sábado, lo que más destaca en el centro de la localidad catalana, en el interior de Barcelona, es una mole de barrotes de hierro: dos jaulas donde los vecinos de la localidad se están turnando para entrar. Voluntariamente.
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