Felip Puig alerta de una “campaña política” para destruirle “desde más allá del Ebro”
El hecho de que sea amigo íntimo de Jordi Pujol Ferrusola y de que este hubiese sido socio de su hermano Jordi Puig añade un morbo especial hacia el consejero
El caso Pujol comienza ya a tener su efecto dominó. El consejero de Empresa y Empleo, Felip Puig, compareció este martesante la Comisión de investigación conocida como Comisión Pujol y alertó de una campaña para destruirle políticamente a través de informes policiales que incorporan falsedades y mentiras. Son informes, dijo, “de fuerzas venidas de másallá del Ebro, a través de acusaciones infundadas”.
En parte, no le falta razón al consejero. Su fecunda trayectoria (lleva casi 27 años trabajando en cargos políticos) no le ha supuesto grandes procesos, aunque sí le ha puesto en el ojo del huracán en más de una ocasión. El hecho de que sea amigoíntimo de Jordi Pujol Ferrusola y de queéste hubiese sido socio de su hermano Jordi Puig, añaden un morbo especial al consejero, que como político pasó por todos los cargos imaginados: portavoz parlamentario, secretario de organización, secretario general adjunto y secretario general de Convergència Democràtica (CDC), el mayor partido de Cataluña.
Puig afirmó, en una comparecencia de tres horas, que “hoy por hoy, creo la versión de Jordi Pujol sobre la fortuna en Andorra. Si algún juez demuestra lo contrario, probablemente cambiaría de opinión”. Y prometió que nunca ha tenido intereses empresariales con ningún miembro de la familia Pujol ni siquiera con sus hermanos Jordi y Oriol Puig. “Con Jordi Pujol Ferrusola, algunas veces le he ayudado y otras me ha ayudado él desde una perspectiva personal, pero nunca desde una perspectiva política o financiera”. Reclamó, sin embargo, que los familiares de altos cargos puedan hacer negocios con la Administración “en condiciones de igualdad y transparencia objetiva”.
Lo cierto es que en varias ocasiones, el aroma de la corrupción se ha dejado sentir cerca de Puig. Durante su etapa, se produjo el llamado Caso del 3%: varios empresarios afirmaron que se veían obligados a pagar una comisión a cambio de tener adjudicaciones de obras públicas para rehabilitación de viviendas. Esas adjudicaciones se realizaban desde el Instituto Catalán del Suelo (Incasol). Y quien cobraba el dinero era José María Penín, familiar lejano del propio Puig.
El consejero, sin embargo, dejó claro que “jamás he sido imputado ni he padecido una inspección fiscal”. Respondió a todas las preguntas de los diputados de la comisión, con mayor o menor precisión, pero se defendió atacando. “Han llegado a decir en informes que hice ir a la Policía Autonómica a llevar bolsas de dinero a mi domicilio particular, lo que es radicalmente falso”, se quejó.
“No tengo dinero en paraísos”
Le recriminó al incisivo Marc Vidal (ICV): “Veo en usted una intencionalidad de destrucción política, porque no hay ni una sola prueba que se pueda contrastar. Jamás ha habido una instrucción judicial que me haya citado, no tengo segundas ni terceras residencias ni tengo dinero en paraísos fiscales. Y sólo fui a Andorra cinco o seis veces a esquiar. No tengo depósitos de dinero fuera de mi país. Y eso que me los han buscado desde hace años”, le recriminó al diputado.
Puig está bajo sospecha, en parte, porque su hermano era el socio de Jordi Pujol Ferrusola. Ambos hicieron y deshicieron durante muchos años. Según Felip, su hermano consiguió su primer trabajo gracias a Pujol Ferrusola y luego fueron socios hasta 1999, aunque le mantuvo alquilado un despacho al hijo del expresidente hasta el año 2009. Su información era errónea. Los dos Jordis fueron socios hasta muy entrado el siglo XXI.
Y, por si fuera poco, ambos cobraron comisiones por una operación inmobiliaria: la de la urbanización de la zona de la plaza Europa de Hospitalet, en la entrada de Barcelona desde el aeropuerto. La adjudicación de la urbanización fue realizada en el año 2003, siendo Felip Puig consejero de Obras Públicas. ¿Sabía que su hermano y su amigo íntimo sacaban tajada del tema? Él sostiene que no. “Para adjudicar esas obras había hecho un consorcio con el Ayuntamiento de Hospitalet. La adjudicación fue fruto de una decisión consorciada y siempre después de ver los informes previos”. A este respecto, enfatizó que “no he sido favorecedor de los negocios de nadie” y que “no tengo la percepción de que alguien se haya aprovechado de mi relación”.
Su amigo Jordi Pujol Ferrusola hizo más negocios: en el año 2002, invirtió en una empresa 700.000 euros para construir un vertedero. Tras esa inversión, consiguió en un tiempo récord el permiso. El papeleo corrió a cargo del entonces consejero de Medio Ambiente que se llamaba Felip Puig, aunque el permiso definitivo ya fue concedido por su sucesor (él había pasado a Obras Públicas), Ramon Espadaler. Acto seguido, Pujol Ferrusola vendió su inversión por cinco millones de euros a FCC. “Poner 700.000 euros y sacar 5 millones es feo, señor conseller”, le afeó el republicano Oriol Amorós. Puig dijo que conoció el pelotazo “años después”.
Incluso, referente a la información desvelada por El Confidencial sobre la utilización de sedes oficiales para negocios particulares de su amigo reconoció que “algunas de las personas “ a las que hacía referencia la información habían estado en su Departamento, pero las cambió durante su mandato. Sin embargo, señaló que no tuvo conocimiento de que se hicieran “reuniones en sedes oficiales, al menos mientras yo estuve. Y no hubo información privilegiada ni tráfico de influencias”. Los despachos eran utilizados por Jordi Pujol Ferrusola, que en aquellos momentos hacía pingües negocios con Jordi Puig.
La oscura inversión
Puig respondió también de un oscuro episodio en el que intentó comprar una casa a través de la compañía de un subastero. Fue en el 2009. Al año siguiente, dijo Felip Puig, “no me vi con corazón de asumir más gastos” y deshizo la operación. El subastero le pagó más de 101.000 euros y santas pascuas. “Ese dinero lo declaré en mi IRPF”, adujo el conseller. Pero afirmó no saber que era el mismo subastero que había dejado casi 900.000 euros a otro hermano suyo, Oriol Puig. “Yo sólo sé lo que hice yo. Ignoro quién más puede haber trabajado con su empresa”. Lo cierto es que los Puig cobraron sus inversiones y apenas dos o tres meses después el subastero se declaró en concurso con unas deudas de más de 30 millones de euros. El resto de inversores están esperando a cobrar.
Su nombre también salió en la Operación Manga, que investiga una supuesta red de tráfico de influencias en el ámbito municipal. En este caso, Puig afirma que, como máximo responsable de CDC, recibió la visita de un empresario y se limitó a ponerlo en contacto con cargos de CDC en ayuntamientos por si les podían interesar sus servicios.
Asimismo, se refirió a la reciente acusación del francés François de Seroux, un oscuro intermediario (en realidad, había sido un eficaz colaborador de su hermano Jordi Puig), quien dijo a la Policía que el consejero le había pedido una mordida del 5% en un negocio que quería realizar para remodelar el Port Vell de Barcelona. El consejero ha interpuesto ya una demanda de protección del honor que posteriormente se convertirá en querella.
En la declaración de ese empresario se adivina la peculiar manera de hacer de la Policía española, ya que no le acusa directamente de pedirle dinero, sino con insinuaciones. Además, dice que sólo se vio con él una vez en su despacho oficial y en compañía de otro alto cargo de la consejería, mientras que el empresario asegura que se vio con el conseller en dos ocasiones. La Policía recoge el testimonio de Seroux, pero no el del consejero o el de la consejería. Así pues, la gran preocupación de Puig, hoy por hoy, es la guerra sucia iniciada contra él. Reconoció que le debe haber investigado la Policía, Hacienda, Antifraude, agencias de detectives, “intuyo que el CNI”, pero subrayó que “nadie me ha podido poner en evidencia”.
El conseller de Empresa y Empleodejó patente que “sólo se pueden entender algunas informaciones bajo el prisma de una campaña política. Hayuna gran facilidad para calumniar y se realizan informes policiales que luego no se confirman y que dejan manchada mi honorabilidad. Lo lamento por lo que me toca y no entiendo que utilicen mentiras parea realizar una destrucción mediática que lleva a una instrumentalización política”. Se abre ahora un periodo en el que pueden iniciarse nuevas investigaciones sobre el conseller. Al menos, dos temas más pueden acabar convertidos en sendos informes de los cuerpos policiales que le han seguido los pasos hasta ahora. El efecto dominó no ha hecho más que empezar.
El caso Pujol comienza ya a tener su efecto dominó. El consejero de Empresa y Empleo, Felip Puig, compareció este martesante la Comisión de investigación conocida como Comisión Pujol y alertó de una campaña para destruirle políticamente a través de informes policiales que incorporan falsedades y mentiras. Son informes, dijo, “de fuerzas venidas de másallá del Ebro, a través de acusaciones infundadas”.
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