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Carod-Rovira pide a los 'indignados' que "se meen" en España
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TACHA AL MOVIMIENTO DE “ANTICATALÁN”

Carod-Rovira pide a los 'indignados' que "se meen" en España

La venganza es un plato que se sirve frío. Eso parece desprenderse de la ofensiva de los independentistas catalanes contra el movimiento 15M y los indignados.

Foto: Carod-Rovira pide a los 'indignados' que "se meen" en España
Carod-Rovira pide a los 'indignados' que "se meen" en España

La venganza es un plato que se sirve frío. Eso parece desprenderse de la ofensiva de los independentistas catalanes contra el movimiento 15M y los indignados. Algunos dirigentes soberanistas mantuvieron desde el principio una cuidadosa cautela sobre las protestas y sobre la acampada en la Plaza de Cataluña de Barcelona. Pero tras los incidentes de esta semana frente al Parlamento catalán, un puñado ha aprovechado para cargar sobre la supuesta españolidad del movimiento. No perdonan que se prohibiesen las banderas en las acampadas y que cada uno efectuase las comunicaciones, realizase las intervenciones en las asambleas y escribiese las pancartas en el idioma que prefiriese.

Los incidentes del pasado miércoles, cuando los grupos radicales intentaron impedir la entrada de los diputados al Parlamento catalán fue la guinda del pastel. El independentismo aprovecha ahora el descrédito provocado por los incidentes para cargar contra los indignados. El mensaje subliminal desprendido de esta ofensiva es que el españolismo es el causante de esta situación. Primero fue el diputado independentista Alfons López Tena el que arremetió contra los violentos: se negó a contestar a una pregunta en castellano alegando que había sido insultado en esta lengua cuando intentaba entrar en el Parlamento.

El ex vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) las pasó canutas en la calle, cuando fue zarandeado por algunos vociferantes exaltados. Además, le arrojaron agua, le escupieron y le robaron los apuntes que llevaba para el pleno. Al final, pudo acceder al recinto del Parque de la Ciudadela en un furgón policial. “Todas las personas que había alrededor, todas sin excepción, todos los insultos, los hacían en esta lengua que usted quiere que hable ahora”, dijo en catalán al periodista que le interpeló. Y añadió, refiriéndose a los insultos: “Podían haber sido en mandarín, pero no eran en mandarín; podían haber sido en catalán pero no eran en catalán. Eran en español. A partir de aquí, que cada uno saque sus propias consecuencias”. Y destapó el tarro de las esencias cuando cuestionó el origen de los violentos. Al haber sido insultado en castellano, subrayó que “la primera cosa, sería preguntarnos de dónde ha venido esta gente. Evidentemente que puede haber catalanes, pero también es evidente que puede haber gente de fuera que esté haciendo turismo de vamos a divertirnos un poco por la calle”.

La dureza de Carod-Rovira

Pero por si eso no fuera suficiente, este viernes ha sido el ex líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y ex vicepresideNte del Gobierno, Josep Lluís Carod-Rovira, el que arremete contra los españolistas indignados en un artículo de opinión que semanalmente publica en el diario Nació Digital. “Los indignados españoles han ocupado plazas de España y, en un gesto de internacionalismo inusitado, también de los Països Catalanas. Plantaron aquí sus tiendas, pintaron sus pancartas mayoritariamente en castellano y se expresaron públicamente en este idioma”, critica Carod. Y añade: “Ja toca prou els pebrots que algú ocupi el centre simbòlic del país (Ya toca bastante los cojones que alguien ocupe el centro simbólico del país) como para que, además, tengamos que soportar con normalidad insultos como los que hemos podido ver y leer estos días por parte de los llamados indignados. Han hecho servir los jardines públicos como urinario, han pintado el monumento al Presidente Macià y han dado una imagen del país marginal, chabacana y basta”.

El ex vicepresidente catalán lanzaba también un torpedo a la línea de flotación del movimiento 15M: “¿Qué credibilidad tiene la indignación de una gente la mitad de la cual está contra el derecho a la autodeterminación? ¿Cómo se ha de entender que Falange Española se haya adherido formalmente a las concentraciones? ¿Es cierto que entre los indignados, al lado de mucha gente joven y de buena fe hay algunos infiltrados que son agentes del CNI y que tienen como objetivo dar internacionalmente la imagen negativa al mundo que se está dando de Cataluña? ¿Cómo se han de entenderlas muestras de rechazo a las banderas catalanas, estelades (independentistas) y al uso del catalán (en Ca-ta-lu-ña) que se han producido en el centro neurálgico de la capital catalana?”. Lo que omite el dirigente independentista es que no sólo se prohibieron banderas catalanas, sino cualquier tipo de bandera o siglas de partidos para evitar la instrumentalización política que pudiera hacerse del movimiento.

Ajeno a este detalle, Carod zanja el tema diciendo que los españoles tienen todo el derecho a indignarse. “Pero si quieren hacerlo, lo mejor es que no se equivoquen en el mapa y se manifiesten, se indignen, se meen, piten, griten e insulten allí donde les correpsonde: en su país. Este internacionalismo progre, que va de apátrida, de nacional, de cosmopolita, cuando se expresa en el marco de una nación no normalizada políticamente, no hace más que el juego al nacionalismo dominante: el español. Basta, pues, de complicidades ingenuas y de hacer el tonto con esta indignación de pacotilla”.

La venganza es un plato que se sirve frío. Eso parece desprenderse de la ofensiva de los independentistas catalanes contra el movimiento 15M y los indignados. Algunos dirigentes soberanistas mantuvieron desde el principio una cuidadosa cautela sobre las protestas y sobre la acampada en la Plaza de Cataluña de Barcelona. Pero tras los incidentes de esta semana frente al Parlamento catalán, un puñado ha aprovechado para cargar sobre la supuesta españolidad del movimiento. No perdonan que se prohibiesen las banderas en las acampadas y que cada uno efectuase las comunicaciones, realizase las intervenciones en las asambleas y escribiese las pancartas en el idioma que prefiriese.

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