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Palabra de maltratador: "Como duerma en el calabozo, vas a salir con los pies por delante"
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Palabra de maltratador: "Como duerma en el calabozo, vas a salir con los pies por delante"

Julia —nombre ficticio— es una de esas mujeres que soporta insultos, vejaciones y amenazas por parte de su pareja. Una realidad insoportable difuminada por los casos mortales

Foto: Concentración contra violencia machista en Madrid. (EFE)
Concentración contra violencia machista en Madrid. (EFE)

Rocío, Oxana, María Ángeles... Son los nombres de algunas de las mujeres que en los últimos días han sido asesinadas por sus parejas o excompañeros sentimentales en distintas partes del país. Existencias sesgadas violentamente que muestran la cara más trágica de una lacra ante la que los partidos políticos se enrocan con discursos inanes. Las estadísticas de todo tipo no reflejan, sin embargo, la cruenta realidad que a diario viven María, Carmen, Lola o Inés. Porque seguro que alguna de los cientos y cientos de víctimas que en estos momentos están siendo insultadas, vejadas o golpeadas se llama así. Vidas atrapadas en un infierno.

Julia —nombre ficticio— es una de estas mujeres que ha sentido en sus carnes la furia de quien dijo que le amaría de por vida. Días atrás fue auxiliada por la Policía Local de Málaga porque no sabía si esa sería la ocasión en la que su esposo cumpliría la amenaza. Había llegado ebrio, como en otras ocasiones, y decidió pagar con ella su frustración y sus complejos.

La sala del 092 recibió la llamada sobre las 02:00 horas. En ella se informaba de una reyerta en un domicilio de la zona Centro de la capital malagueña. Hasta el lugar se desplazó una patrulla a cuyos componentes abrió la puerta un individuo que tenía manchas de sangre en sus extremidades, la ropa y un corte en la mano derecha. El hombre, de 44 años, les dijo que se había provocado las heridas al romper un vaso de cristal discutiendo con su esposa.

Foto: Protestas en Madrid. (Reuters)

Fuentes del citado cuerpo explicaron que los agentes se interesaron por el estado de la mujer y fue el instante en el que esta les confesó que "se torna agresivo cuando bebe". Ese día, cuando regresó a casa de madrugada, le quitó el móvil, tiró parte de su ropa por la ventana y comenzó a destrozar objetos de la vivienda. Parecido a otras ocasiones. "No la agredió, pero sí la insultó, cosa que la víctima afirmó que hacía frecuentemente" aunque estuvieran presentes los dos hijos de la pareja.

También la amenazó de muerte: "Como esta noche duerma en el calabozo, vas a salir con los pies por delante", le espetó. Ya había sido denunciado antes por un delito de violencia de género. El hombre, finalmente, fue arrestado y trasladado a un centro sanitario para que fuese atendido de las lesiones que presentaba y posteriormente fue llevado a dependencias policiales antes de ser puesto a disposición judicial.

Cuando el marido de Julia llegó a casa ebrio, le quito el móvil y tiró su ropa

Estos hechos ocurrieron el 27 de julio. La víctima pudo ver amanecer el siguiente día, pero no sabe qué ocurrirá la próxima vez que su marido enfurezca. Su caso es revelador porque ella es una de las muchas mujeres que conviven con ese maltrato silente, clandestino, ajeno a los titulares, que para el criminólogo Álvaro Botias es la base sobre la que se sostiene la espiral destructiva.

Autor de 'En clave de igualdad' —Editorial Adarve—, 'La Lucha contra la violencia de género' —Editorial Círculo Rojo— y 'Violencia sexual' —Editorial Adarve—, este experto en la materia describe una secuencia de comportamientos que encajan a la perfección con el perfil de Julia. "Todo comienza con un intento de control, una crítica a la vestimenta, el aislamiento de los círculos sociales", y "le siguen los insultos, las humillaciones y los menosprecios" como paso previo a la más que probable agresión física.

La directora del Instituto Andaluz de la Mujer, Laura Fernández, añade que esta deriva ciega a una víctima que, "en la mayoría de los casos, no es consciente de que está sufriendo violencia machista, por eso es muy importante que conozcan los recursos a su disposición para poder pedir ayuda".

La mujer que sufre violencia machista no suele tener consciencia de ser una víctima

Botias hace hincapié en que cada caso de maltrato es distinto, pero considera que hay un hilo conductor entre todos ellos: "El machismo como elemento de una construcción cultural desigual". "Una violencia estructural provocada por una situación de desigualdad y desequilibrio de poderes" que "solo afecta a la mujer por el simple hecho de serlo".

El brazo ejecutor de esta discriminación es un maltratador cuya característica común es "el objetivo de dominar y controlar a la víctima". "La agresión es algo instrumental", explica este experto, que apunta que lo que realmente persigue es "lograr la sumisión y obediencia de la mujer". "Cualquier atisbo de pérdida de control es un fracaso para él".

Fernández detalla que "en Andalucía hemos implementado un nuevo instrumento para la lucha contra la violencia de género que es la ventanilla única, en la que explicamos sus fases y cómo detectarla, tanto por parte de las mujeres como por su entorno", porque, como agrega, acabar con esta lacra "depende de cada persona".

En este ejercicio de concienciación es necesario derribar mitos, como el de las denuncias falsas. Álvaro Botias se remite a la estadística de la Fiscalía General del Estado que recoge que el porcentaje de las mismas sobre el total del 0,001 por ciento. "Seguramente habrá más, quién sabe, pero decir que es un problema es una elucubración", señala, para seguidamente mostrar su contento porque, a pesar de que las nuevas generaciones se enfrentan a fenómenos nuevos como el control digital, "veo una implicación muy superior a la que había en mi época".

Pero hasta que llegue el día en el que esta problemática social desaparezca, las cifras muestran que sigue latente, a nuestro alrededor, en nuestro bloque, en nuestro círculo próximo. Solo durante el primer semestre del año, el IAM atendió 35.556 consultas sobre violencia de género, lo que supone 10.289 más que en el mismo periodo de 2020 y un incremento del 40,72 por ciento.

Rocío, Oxana, María Ángeles... Son los nombres de algunas de las mujeres que en los últimos días han sido asesinadas por sus parejas o excompañeros sentimentales en distintas partes del país. Existencias sesgadas violentamente que muestran la cara más trágica de una lacra ante la que los partidos políticos se enrocan con discursos inanes. Las estadísticas de todo tipo no reflejan, sin embargo, la cruenta realidad que a diario viven María, Carmen, Lola o Inés. Porque seguro que alguna de los cientos y cientos de víctimas que en estos momentos están siendo insultadas, vejadas o golpeadas se llama así. Vidas atrapadas en un infierno.

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