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La lucha de una madre coraje para que su hija pueda ir al colegio con su perro guía
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el animal detecta sus crisis epilépticas

La lucha de una madre coraje para que su hija pueda ir al colegio con su perro guía

Marisa, la madre coraje, lucha para que la perra Dora que detecta los ataques de epilepsia de su hija pueda acompañarla al colegio en Fuengirola y así volver a estudiar

Foto: Dora, la labradora de Patri. (A. de la Gama)
Dora, la labradora de Patri. (A. de la Gama)

Dora, la labradora de Patri, es una cachorra de nueve meses que es capaz de detectar los ataques de epilepsia que le dan a su dueña. La niña quiere volver a normalizar su vida como una alumna más que desea asistir al colegio para seguir aprendiendo, pero sus constantes ataques de desorientación se lo impiden si no va acompañada de Dora.

La labor inconmensurable de Marisa Jiménez, su madre, y la buena de Dora, que aún es un bebé y sigue siendo adiestrada altruistamente por María Vera, va a conseguir que la pequeña pueda asistir a lo largo del curso 2016/2017 dos horas diarias al instituto Eduardo Janeiro de Fuengirola. Jiménez es una luchadora nata. Nos cuenta que su niña “tiene un tumor raro, hay muy pocos casos en el mundo y sobre él no hay apenas investigación”. El cáncer devino metástasis y su hija se quedó sin poder ir al colegio, teniendo que recibir los últimos años clases a domicilio, menos una hora a la que asistía al instituto.

Marisa no se atrevía ese tiempo a dejarla sola en el centro ni un minuto. “Es imposible. ¿Qué pasa si Patricia necesita ir al baño o sufre una de sus crisis epilépticas continuas? Ahora soy yo, su madre, quien tiene que pasar esa hora al día en la secretaría del instituto para atender sus necesidades. Pero si pudiera ir acompañada de su perrita de asistencia médica, Dora, no ocurriría nada”.

“Desde el centro me dicen que, en caso de que viniese un monitor para ayudar a Patricia, no sería solo para ella. Con lo cual, si en el momento de necesitar ayuda no está cerca, ¿de qué le sirve? Su perra es quien mejor la puede ayudar. Dora lleva más de nueve meses de entrenamiento para dar atención continua y vigilancia a niños con la dolencia de Patricia”. Así que con esta teoría y el tesón que caracteriza a Marisa, un buen día cogió las armas de internet para combatir el mal de su niña. Abrió Change.org e inició una recogida de firmas en la plataforma.

En Andalucía, la figura del perro de asistencia no está regulada, como sí es el caso de Madrid o Cataluña

Solo en las dos primeras jornadas, 24.000 personas firmaron para que Dora pudiera acompañar a Patri al colegio. Días más tarde, Patricia Alba, la delegada de Educación de Málaga, recibía a Marisa Jiménez para informarle de que no habrá problema para que su hija vaya con la perra al instituto a partir del nuevo curso.

Dora, suave y peluda

Gracias a este permiso de la delegación de Educación, a partir del próximo septiembre Patricia asistirá dos horas diarias al instituto Eduardo Janeiro acompañada de la perra Dora, que en la actualidad sigue un adiestramiento exhaustivo en Torremolinos. Patricia ya no puede vivir sin ella y sube a verla siempre que puede. Desde que la acarició por primera vez ya no puede desprenderse de ella y está deseando que se instale definitivamente en su casa. A partir de agosto, según adelanta su entrenadora, María Vera, Patri ya podrá convivir con su particular 'cuidadora'. Marisa está feliz de que ese día llegue: “Seremos uno más en la familia, Dora es una bendición para nosotros. Ahora duerme conmigo Patri, pero en cuanto llegue Dora, será la que esté en su cama”.

En Andalucía, la figura del perro de asistencia no está regulada, como sí es el caso de Madrid o Cataluña. Marisa apostilla que “no existe una normativa específica andaluza que regule la asistencia del alumnado a los centros educativos acompañado de perros de asistencia. Sin embargo, los perros guía sí están permitidos”. Marisa solo conoce un caso más como el de su hija, en Jaén, “que también solicita que su hija tenga una monitora de apoyo, ya que necesita vigilancia en todo momento a causa de la desorientación y las crisis epilépticas”. Es por eso que Marisa continúa aún su lucha.

“No voy a parar las firmas. Quiero que cambie la normativa. No quiero que se le conceda esta ayuda necesaria solo a mi hija. Quiero que se autorice el acompañamiento tanto de perros de asistencia médica como de perros de terapia para todos los niños con enfermedades que lo necesiten. Un perro de terapia es capaz de detectar desde una crisis epiléptica a una bajada de azúcar. Es increíble lo que pueden ayudar”, añade.

Dora llegó a la vida de Patricia gracias a María Vera, una mujer solidaria y altruista que lleva 18 años trabajando con canes, los últimos de ellos gracias a la empresa que ella creó, K9 Málaga. Sabedora de que “un perro puede detectar el cáncer de próstata, como se hace en la Comunidad Valenciana, ayudar a niños con parálisis cerebral, autismo, e incluso a los diabéticos; y en cuanto se apruebe la Ley Contra la Violencia de Género, se preparará a perros para ello”. De hecho, uno de los casos que ha tratado de forma altruista es el de Patri y Dora.

“El primer caso que tuve era el de una niña de Mijas a quien le daban ataques epilépticos, lo que le provocada caídas, y me llegó al corazón. Antes de cada crisis, la niña suda y el cuerpo desprende feromonas. Logré que el perro detectara ese olor y ladrara para avisar a la madre antes de la caída". Desde entonces, Mulan, que así se llama el labrador negro que adiestró, ya es el cuidador de Laila de por vida.

Un perro puede detectar cáncer de próstata, ayudar a niños con parálisis cerebral, autismo y a los diabéticos

Cuando Marisa conoció la historia de Mulan se puso en contacto con María, quien dejó a su disposición a Dora. En el extranjero le pedían entre 20.000 y 40.000 euros por un perro con esas características. No podían conseguirlo, así que se pusieron "a trabajar con Dora, que cubre todas las expectativas”. Esta amante de los animales trabaja tanto a domicilio como en parques caninos. Su labor consiste en el adiestramiento, la obediencia básica del perro y correcciones de conductas de todo tipo. “A Dora la tendremos que reciclar cada cierto tiempo para que canalice bien la conducta con Patricia”, explica.

La enfermedad de Patri

Hace cinco años le detectaron una lesión cerebral. Contaba con seis años y comenzó entonces un calvario de clínicas, hasta que en el Hospital Costa del Sol le encontraron una lesión cerebral. Enseguida la operaron y su vida cambió al no poder realizar la mayoría de actividades cotidianas. Cuando fue mejorando, empezó a acudir una hora al instituto, acompañada de su madre. “Mi hija siempre fue muy lista, hacía ballet y era muy viva. Ahora hay que tener mucha paciencia con ella, ya que te puede preguntar lo mismo muchas veces. Pero ahora es feliz”. Hace un año, dejó la silla de ruedas y fue ella misma la que le pidió a la madre ir al instituto porque se aburría en casa. “Ahora ha vuelto a reír, pero hay que seguir incentivándola y esta perra le ha devuelto la ilusión”. Patri ya mira mochilas para el nuevo curso.

Dora, la labradora de Patri, es una cachorra de nueve meses que es capaz de detectar los ataques de epilepsia que le dan a su dueña. La niña quiere volver a normalizar su vida como una alumna más que desea asistir al colegio para seguir aprendiendo, pero sus constantes ataques de desorientación se lo impiden si no va acompañada de Dora.

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