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El hundimiento de Astilleros de Sevilla se convierte en el Titanic del PSOE-A
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LA JUNTA LES DA LA ESPALDA DESPUÉS DE AÑOS DE PROMESAS

El hundimiento de Astilleros de Sevilla se convierte en el Titanic del PSOE-A

Después de años de promesas y compromisos con el futuro de los Astilleros de Sevilla, la Junta ha decidido dejarlos caer. Tanto el presidente José Antonio

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El hundimiento de Astilleros de Sevilla se convierte en el Titanic del PSOE-A

Después de años de promesas y compromisos con el futuro de los Astilleros de Sevilla, la Junta ha decidido dejarlos caer. Tanto el presidente José Antonio Griñán, como el consejero de Economía, Antonio Ávila, han dicho que sólo se comprometen a dar apoyo a los trabajadores y sus familias en el caso de que vayan al paro, pero no habrá más gestiones para captar posibles empresas inversoras que se queden con la factoría. La actitud de la Junta supone un punto de inflexión, y denota el ambiente de derrota en que se encuentra el PSOE andaluz, incapaz ya de mantener las promesas con las que durante años ha tratado de alimentar a su base social, hasta el punto de que el hundimiento de Astilleros parece ser el Titanic del partido.

Las reivindicaciones de los trabajadores de Astilleros desde la última reconversión nacional tienen una épica marcada por la violencia e imágenes de encapuchados, barricadas y lanzamiento de piedras al modo palestino en un escenario que va de Cádiz a Sevilla, por lo que a Andalucía respecta. El resultado de estas acciones siempre fue un plus de protección a la masa laboral de las factorías, que llegaron a conseguir acuerdos muy por encima de los de cualquier otro trabajador cuando se echaron los cierres a las empresas. Y es esta garantía de la superprotección lo que se ha quebrado con la actitud que ahora demuestra la Junta con los Astilleros de Sevilla. Griñán los deja morir y abandona a una base sociolaboral en la que se apoyado el PSOE-A durante décadas.

La última compra, una operación política

Fundados en 1953, los Astilleros de Sevilla se salvaron de milagro en la reconversión a la que obligó la UE en 1995, aunque sufrieron una grave dentellada en su masa laboral, que pasó de 1.200 a 730 trabajadores. Sin embargo, la evolución de la factoría apuntaba a un declive progresivo, hasta el punto de que en 2006 fue adquirida por los propietarios de Astilleros de Huelva, una empresa mediana en el sector, que con ello se echó al cuello la soga que terminó con el cierre de esta última.

De hecho, la compra de los Astilleros de Sevilla por los de Huelva fue una operación política auspiciada directamente por el PSOE, sometido a una fuerte presión sindical, que les prometió a los empresarios onubenses todo tipo de apoyos para que pudieran engullir a la factoría sevillana. Las promesas no se cumplieron y el mercado hizo el resto. Cerró Huelva y la empresa sevillana cae ahora después de un tiempo sometida a proceso concursal.

Los trabajadores no se explican cómo habiendo tres buques pendientes en cartera los Astilleros se cierran. Sin embargo, las restricciones en la financiación impiden que la empresa siga viva. La Junta no ha hecho nada por ayudar a que se abra el grifo, y la factoría necesita 50 millones con urgencia y 150 más pronto que tarde.

Zoido pide que se potencie el Puerto

La desaparición de Astilleros, en cualquier caso, es un duro golpe para la economía sevillana, que en los últimos años está sufriendo las consecuencias de la crisis de una manera especialmente significativa. Y, por otra parte, el cierre de Astilleros agrava el problema del Puerto sevillano, sumido hoy en una reivindicación empresarial que pasa por realizar un dragado al que se oponen conservacionistas y organismos relacionados con Doñana por el impacto que una obra así podría tener en el entorno del Parque Natural.

Consciente de este problema añadido, el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, le ha pedido a la Junta que reflote Astilleros y ponga en valor el Puerto de la capital, y no ha encontrado respuesta. La psicología de la derrota que recorre tanto el Gobierno andaluz como al partido que lo sostiene, las “manos caídas” a las que se refería Felipe González, parecen impedir cualquier reacción como la que necesita una empresa del nivel de Astilleros, cuyos trabajadores, encerrados hoy, prometen convertirse en unos de los principales problemas de la campaña electoral socialista en Andalucía.

Después de años de promesas y compromisos con el futuro de los Astilleros de Sevilla, la Junta ha decidido dejarlos caer. Tanto el presidente José Antonio Griñán, como el consejero de Economía, Antonio Ávila, han dicho que sólo se comprometen a dar apoyo a los trabajadores y sus familias en el caso de que vayan al paro, pero no habrá más gestiones para captar posibles empresas inversoras que se queden con la factoría. La actitud de la Junta supone un punto de inflexión, y denota el ambiente de derrota en que se encuentra el PSOE andaluz, incapaz ya de mantener las promesas con las que durante años ha tratado de alimentar a su base social, hasta el punto de que el hundimiento de Astilleros parece ser el Titanic del partido.