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De la lealtad y eficiencia de Alfonsín a la expectativa de Villarino
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De la lealtad y eficiencia de Alfonsín a la expectativa de Villarino

Alfonsín sugirió al Rey su relevo hace dos años. Una vez logrados los objetivos previstos, el jefe del Estado le hace consejero privado de la Casa y pone a su frente a un transversal y prestigioso diplomático, Camilo Villarino

Foto: Camilo Villarino, nuevo jefe de la Casa del Rey. (EFE/Ángeles Visdómine)
Camilo Villarino, nuevo jefe de la Casa del Rey. (EFE/Ángeles Visdómine)
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Hace dos años, Jaime Alfonsín (Lugo, 18 de agosto de 1956) expuso al Rey las razones por las que, a su entender, debía comenzar a pensar en su relevo. La relación entre ambos, que data de 1995, cuando el hoy jefe de Casa asumió la jefatura de su secretaría personal siendo Príncipe de Asturias, nombrado a sugerencia de Manuel Pizarro a Juan Carlos I, trasciende la propia confianza en la persona que gestiona la estructura administrativa que apoya el ejercicio de la jefatura del Estado. Sin tapujos: Alfonsín siente por Felipe VI un afecto personal indeclinable y el monarca le corresponde con similar sentimiento. Esta confianza recíproca ha permitido que la conclusión de su misión en la Zarzuela haya sido una decisión perfectamente calculada.

En 2022, Jaime Alfonsín escrutó el horizonte. Lo peor de la crisis protagonizada por el rey emérito, Juan Carlos I, había pasado. El ministerio fiscal archivó las diligencias indagatorias prejudiciales sobre los comportamientos financieros del padre del Rey en marzo de ese año. El riesgo de una querella ante la Sala Segunda contra Juan Carlos I se volatilizó. El monarca abdicado en 2014, además, se comprometió con su hijo, mediante carta que se hizo pública ese mismo mes, a instalarse definitivamente en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), mantener su vida en la mayor de las privacidades y regresar a España de cuando en vez, como así ha sucedido. Como hombre ingobernable, no ha sido siempre coherente con ese compromiso, pero se ha mantenido dentro de unos márgenes manejables.

La crisis de Juan Carlos I

Los términos de la situación del emérito quedaron claros, más aún después de la conversación personal con Felipe VI en mayo de 2022. El trabajo de engrase, de consejo y, en último término, de ejecución de las decisiones del Rey quedaron en manos del jefe de su Casa, que es el responsable de la interlocución del Gobierno, para lo que su estatuto jurídico-administrativo le confiere la categoría de ministro. Y aunque la gestión de la crisis provocada por Juan Carlos I no ha concluido, sí lo han hecho los episodios más delicados. Todos ellos, incluido el de su expatriación en agosto de 2020, le han correspondido a Jaime Alfonsín, cuyo buen sentido, discreción, adhesión incondicional a la Corona y su capacidad jurídica (pertenece al cuerpo de Abogados del Estado) y política han servido a la Institución con una lealtad y con una entrega plenas. No puede obviarse que el cumplimiento de estas tareas le ha granjeado a Alfonsín algunas amarguras: la inquina del propio Juan Carlos I y la incomprensión crítica de determinados sectores monárquicos.

La reforma de la Casa

Interpretando la voluntad del Rey, Jaime Alfonsín ha profesionalizado la Casa firmando convenios con la Abogacía y la Intervención del Estado; ha incorporado funcionarios de distintos cuerpos de la Administración en la Zarzuela y ha abordado medidas tales como la reducción de los miembros de la familia real o el código deontológico de los empleados de la Casa; ha introducido normas de transparencia respecto a los regalos, donaciones, testamentarias y percepciones de la familia real; y articuló la arriesgada y eficaz declaración pública del patrimonio del Rey en abril de 2022. La web de la Casa (www.casareal.es) se rediseñó y amplió sus contenidos, que son permanentemente actualizados. En abril de 2022, la Casa del Rey se reestructuró mediante Real Decreto del Consejo de Ministros para incorporar todas estas normas al ordenamiento jurídico.

En junio de 2022, la Casa firmó un convenio con el Tribunal de Cuentas para la auditoría externa de sus cuentas anuales. Todo ello en coordinación con los gobiernos, primero de Rajoy y luego de Sánchez.

Foto: Jaime Alfonsín, junto a los Reyes. (Getty)

No obstante, no ha sido hasta los pasados meses de noviembre y diciembre cuando el Rey consideró que debía aceptar la sugerencia de Alfonsín. Al que retuvo a su lado hasta que la Princesa de Asturias iniciase su formación castrense y jurase la Constitución el 31 de octubre de 2023, asegurando así la continuidad de la monarquía parlamentaria, y hasta que quedase resuelta la investidura del nuevo presidente tras las elecciones de julio de 2023. Las rondas de consultas del Rey para proponer la candidatura a la presidencia del Gobierno, previstas en el artículo 99 de la Constitución, han exigido del monarca una delicadeza institucional extraordinaria, mucho más con la fragmentación parlamentaria que se produjo en España prácticamente al mismo tiempo que su proclamación, en 2014.

Desde 2015, el jefe del Estado ha conducido diez rondas de consultas, todas ellas complejas. Quizás ninguna tanto como la que condujo a la investidura fallida de Núñez Feijóo y a la exitosa de Pedro Sánchez. Al punto de que, por primera vez, la Casa del Rey —es decir, Jaime Alfonsín— motivó en breves pero cuidadas notas explicativas la decisión de Felipe VI. Nadie como él para esa tarea, tanto por su experiencia y formación jurídicas, como por su capacidad para leer la situación política y social. Bregado en la adversidad, al igual que Felipe VI, Jaime Alfonsín estuvo así en todos los escenarios de la vida del Rey: su matrimonio con la Reina Letizia, la abdicación de su padre y su proclamación ante las Cortes Generales el 14 de junio de 2014, los hitos del proceso soberanista catalán que exigieron el pronunciamiento del jefe del Estado el 3 de octubre de 2017 y el radical cambio político en España a partir de 2018, con la primera moción de censura constructiva que prosperó y que cesó a Rajoy y dio la presidencia del Gobierno a Pedro Sánchez.

Camilo Villarino, transversal y prestigioso diplomático

En todos estos hitos, y en la interlocución con el Gobierno —no fue fácil ni con el del PP entre 2014 y 2018 ni tampoco con los del PSOE, con las dos últimas coaliciones—, Jaime Alfonsín ha sido una permanente garantía de certidumbre y solvencia. Los resultados están ahí como balance de su gestión: deja la Casa con la figura de Felipe VI y de su hija, Leonor de Borbón y Ortiz, Princesa de Asturias, en porcentajes de aceptación y adhesión populares sin precedentes (por encima del 70%). Alfonsín, en resumen, ha sido un auténtico patriota que por vocación de servicio ha sacrificado una carrera profesional en la abogacía ya promisoria en su juventud. Era del todo entendible, y previsible, que después de tan intensa labor, el Rey haya atendido la sugerencia de Alfonsín de ser relevado.

Treinta años al lado del Rey y en estas circunstancias, y ya con 67 años, Jaime Alfonsín será consejero privado del jefe del Estado y colaborará con su sucesor hasta su relevo efectivo en el mes de febrero: el diplomático Camilo Villarino Marzo (Zaragoza, 1964), en la actualidad jefe del Gabinete del Alto Representante de la Unión Europea para los Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Villarino es un alto funcionario con una dilatada carrera. Y un hombre transversal que ha sido jefe de Gabinete del ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de Rajoy, Alfonso Dastis (2016-2018), ostentó el mismo cargo con Josep Borrell, cuando fue responsable de la política exterior en el primer Gobierno de Sánchez (2018-2019), y en el segundo, con la ministra Arancha González Laya (2020-2021). Sobreseído en 2022 de cualquier responsabilidad en el denominado caso Gali, el actual ministro de Exteriores no autorizó su nombramiento de embajador de España en Rusia, como propuso González Laya.

Camilo Villarino tiene una gran experiencia internacional y una significativa capacidad de interlocución institucional y política

Camilo Villarino es considerado como un funcionario con un perfil técnico, gran experiencia internacional, en asuntos europeos en general y de la Unión en particular, y con una significativa capacidad de interlocución institucional y política. Mantiene una cordial relación con Jaime Alfonsín, que se mantendrá a su lado durante un tiempo prudencial, en torno a un mes. Se da como segura la continuidad en la Zarzuela del secretario general de la Casa, el teniente general Domingo Martínez Palomo (1954), nombrado para el cargo el 27 de junio de 2014. También seguirá al frente de la comunicación de la Zarzuela Jordi Gutiérrez (Barcelona, 1959), nombrado el 25 de junio de 2014. Seguirá, igualmente, el jefe del Cuarto Militar del Rey, el general Emilio Gracia Cirugeda (1959), nombrado en diciembre de 2020. Según dispone el artículo 65.2 de la Constitución, "el Rey nombra y releva libremente a los miembros civiles y militares de su Casa".

Este año 2024 se cumplirán los diez de la proclamación de Felipe VI (19 de junio de 2014) y los veinte de su boda con la Reina (22 de mayo de 2004), así como la progresión de la formación castrense de la Princesa de Asturias. El ambiente político, polarizado, requiere de la Corona un especial equilibrio en su función de moderación y arbitraje institucional, pero también en la defensa de la integridad del Estado, en línea con el mensaje de Navidad de 2023 de Felipe VI, cuya redacción coordinó Jaime Alfonsín, un hombre que queda como decisivo para la historia de la monarquía parlamentaria y constitucional de España.

Hace dos años, Jaime Alfonsín (Lugo, 18 de agosto de 1956) expuso al Rey las razones por las que, a su entender, debía comenzar a pensar en su relevo. La relación entre ambos, que data de 1995, cuando el hoy jefe de Casa asumió la jefatura de su secretaría personal siendo Príncipe de Asturias, nombrado a sugerencia de Manuel Pizarro a Juan Carlos I, trasciende la propia confianza en la persona que gestiona la estructura administrativa que apoya el ejercicio de la jefatura del Estado. Sin tapujos: Alfonsín siente por Felipe VI un afecto personal indeclinable y el monarca le corresponde con similar sentimiento. Esta confianza recíproca ha permitido que la conclusión de su misión en la Zarzuela haya sido una decisión perfectamente calculada.

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