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Los psicólogos ante el drama: "Vinieron buscando a sus familiares y se fueron sabiendo que estaban muertos"
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EN LA ZONA CERO DEL DOLOR

Los psicólogos ante el drama: "Vinieron buscando a sus familiares y se fueron sabiendo que estaban muertos"

Hablan especialistas que atendieron a familiares y allegados de quienes vivieron el infierno en las discotecas de Murcia. La coordinadora de Emergencias de Cruz Roja manejó a un equipo de 20 personas

Foto: Inés perdió a su hijo en el incendio durante la celebración de un cumpleaños. (Reuters/Eva Manez)
Inés perdió a su hijo en el incendio durante la celebración de un cumpleaños. (Reuters/Eva Manez)

Murcia aún no despierta de una de las mayores tragedias que recuerda. La ciudad continúa inmersa en el drama tras el incendio que arrasó dos salas de música, Teatre y Fonda. El suceso ha dejado 13 muertos. En el pabellón de deportes de la ciudad, donde el domingo se atendió a los familiares y allegados de quienes estuvieron esa noche en el lugar de la tragedia, llegó a desplegarse todo un dispositivo de emergencias. Trabajadores, policías, miembros de la investigación o voluntarios de ONG siguieron minuto a minuto el estado de estas personas. Y, sobre todo, su atención psicológica.

Luis Pérez Molina tiene 65 años y está entre los profesionales que velaban por la estabilidad emocional de las víctimas. Este voluntario de Cruz Roja en Murcia, una de las organizaciones que coordina la ayuda, asistió como psicólogo a los allegados de afectados por el fuego en las discotecas de Las Atalayas, el polígono donde están las discotecas y otras salas de ocio.

Foto: Familiares de los fallecidos en el incendio que afectó a La Fonda y otras discotecas. (EFE/Marcial Guillén)
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Luis vive en Yecla, a casi 80 kilómetros de Murcia, pero el mismo domingo recibió un aviso por el incendio. Junto a otra compañera —también psicóloga y voluntaria—, cogió el coche hasta la capital. Llegaron al pabellón y allí atendieron de primera mano a familiares, conocidos y amigos de los desaparecidos tras el incendio en las salas de fiesta. En total, a lo largo del día pasaron por allí más de un centenar de personas, según apuntan desde la Dirección de Emergencias de Cruz Roja. Unas 14 familias.

La culpabilidad

Él forma parte del ERIE psicosocial (los equipos de respuesta inmediata que usa la ONG para las emergencias) y, junto a otros cuatro psicólogos del servicio, cinco en total, estuvo atendiendo a las personas que llegaron buscando a quienes no podían localizar. "Vinieron preguntando por sus familias, pero se fueron sabiendo que estaban muertos", sentencia este voluntario tras escuchar el testimonio de las personas que en adelante atravesarán un duelo por esta pérdida. Él llevó el caso de una de las familias más golpeadas por la tragedia y lo que percibió fue un gran sentimiento de culpa en todos ellos.

placeholder Miembros de Cruz Roja acompañan a los allegados de las víctimas o desaparecidos en el interior del pabellón deportivo este domingo tras el incendio. (Cedida)
Miembros de Cruz Roja acompañan a los allegados de las víctimas o desaparecidos en el interior del pabellón deportivo este domingo tras el incendio. (Cedida)

"Lo más sorprendente es que suelen llegar calmados. Hubo horas enteras en las que el ambiente en el pabellón era de absoluta complicidad y silencio", rememora el psicólogo. A su juicio, lo atribuye a ese "pequeño hilo de esperanza" que les queda cuando aparecen pensando que solo buscan a un desaparecido. Que, tarde o temprano, esa persona volverá a casa o descolgará el teléfono. En la mayoría de los casos, el domingo no ocurrió esto. "Aunque nosotros, como profesionales, estemos preparados para recibir este tipo de impactos emocionales, depende mucho de cómo tú te encuentres a nivel anímico, porque cada situación es diferente", resuelve.

Al final, casi todos piensan: "¿Y si mi hijo aparece?", como dice Luis, para evocar la duda más frecuente entre sus pacientes. Las horas transcurrieron tratando de establecer relaciones "más plásticas" con las que distraer a las familias, para que olvidaran el drama que podría llegarles. Sin embargo, muchos de ellos, y como expresa el psicólogo, "se preguntan todo el tiempo si no deberían haber ido a esa fiesta, si tendrían que haber vuelto antes a casa o si no era mejor advertir a su allegado que era mejor otro plan para la noche".

La duda que asoló a los familiares: "¿Y si mi hijo vuelve a casa?"

No es el único desplazado al epicentro del dolor tras el incendio. La directora del servicio de Emergencias de Cruz Roja en Murcia y responsable de las actuaciones de sus trabajadores y voluntarios en el pabellón, María José Vera, apaga el modo avión de su teléfono tras una entrevista en televisión. Atiende a El Confidencial desde su móvil un día después de clausurar el dispositivo temporal que habilitaron en el pabellón. A las 10 de la noche, cerraron sus puertas y todos —también las familias— volvieron a casa. En total, calcula ella misma, fueron "unas 20 personas" las que estuvieron atendiendo con la organización desde la primera línea.

Había cinco psicólogos, entre ellos Luis, además de otros trabajadores sociales, socorristas auxiliares, enfermeros o personal sanitario... También algunas ambulancias, o agentes de policía y miembros de la investigación con quienes se compartía información que pudieran ofrecer las familias: la ropa que llevaba el desaparecido, si tenía tatuajes, algún rasgo característico... Así se avanzaba con las pesquisas a la vez que se atendía a los más afectados. Destaca, al igual que el psicólogo consultado, la "actitud y predisposición de las familias" para colaborar con la investigación y mantener la calma en unos momentos "muy duros".

Murcia aún no despierta de una de las mayores tragedias que recuerda. La ciudad continúa inmersa en el drama tras el incendio que arrasó dos salas de música, Teatre y Fonda. El suceso ha dejado 13 muertos. En el pabellón de deportes de la ciudad, donde el domingo se atendió a los familiares y allegados de quienes estuvieron esa noche en el lugar de la tragedia, llegó a desplegarse todo un dispositivo de emergencias. Trabajadores, policías, miembros de la investigación o voluntarios de ONG siguieron minuto a minuto el estado de estas personas. Y, sobre todo, su atención psicológica.

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