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"¡Malditos torreznos!". El calvario de Benito Romerales para votar en sus vacaciones
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Carlos Prieto

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"¡Malditos torreznos!". El calvario de Benito Romerales para votar en sus vacaciones

Tenía un plan perfecto: amanecer en Alicante el 23-J, ir a la playa y conducir hasta Madrid para votar. Pero algo salió mal...

Foto: Foto: Reuters/Borja Suárez.
Foto: Reuters/Borja Suárez.

Mi nombre es Benito Romerales. Tengo 47 años. Trabajo en una multinacional de la alimentación. Tengo dos hijos pequeños. Llevo varias noches teniendo pesadillas sobre un tema que me obsesiona: cómo votar en Madrid el 23-J en mitad de mis vacaciones.

¿Tenía que haber votado por correo? Sí, vale, pero me dio pereza. El 23 de julio estaré de vacaciones familiares en Alicante, pero tengo un plan para votar en Madrid. Plan maestro que, por lo que sea, en mis sueños siempre sale mal. Dentro sueño:

Foto:  Un hombre sostiene sus papeletas de votación ante las urnas de la mesa en el colegio electoral. (EFE/Luis G. Morera)

07:30. 23-J. Llegó el día D. Mi mujer está hoy liada hasta la una. No problem. Me bajo a los niños a la playa y a la una y 10 estoy en ruta a Madrid. Todo controlado.

11:50. Castillo de arena.

12:13. Baño con los chiquillos.

12:33. Primer aviso a los niños: "En cinco minutos nos vamos".

12:49. Repito a mis hijos que nos vamos en tono firme.

13:01. Grito a los niños: "NOS VAMOS YA, HOSTIAS".

13:05. Agarro a mi hijo del brazo. Se zafa. Me saca la lengua. Huye. Le persigo y caigo de bruces.

13:16. Inicio una compleja negociación para evacuar a mis hijos del agua: me sacan 40 euros y un viaje a Euro Disney. Créanme: podía haber sido peor...

13:17. Saliendo del agua.

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Nacho Gallego)

13:18. ¡A mi hija le pica una medusa!

13:19. Horror cósmico.

13:20. Un socorrista atiende a mi hija mientras golpeo a una medusa con un rastrillo gritando: "¡QUE TENGO PRISA, COÑO!". Los bañistas me miran espeluznados. Me avergüenzo de mí mismo. Pido perdón.

13:22. Máximo despliegue de galenos.

13:27. Mi mujer me llama desde el apartamento. "¿Pero dónde estáis?". "¡En la guerra!", digo.

13:41. Salimos de la playa. Mis hijos se niegan a avanzar. Huelen que estoy desesperado. Les compro dos yogures helados con frutas del bosque, nuez de macadamia, nueces caramelizadas, salsa de ron, macedonia, sésamo, cereales, reno macrobiótico y 700 gramos de Kit Kat machacado. Arduas gestiones en la heladería (no exentas de tensión).

13:57. Mi mujer me releva en la calle: "¿¡Y ESTOS HELADOS!?". "Tus hijos me han engañado", digo. Asiente. Me abraza. "Huye tú que puedes", dice.

Salimos de la playa. Mis hijos se niegan a avanzar. Huelen que estoy desesperado

14:03. Llego al apartamento jadeando y tras pulverizar el récord mundial de los 1.500 metros. Busco la maleta. No encuentro la maleta. ¡DÓNDE COÑO ESTÁ LA MALETA! Jodeeeer, ¡olvidé hacer la maleta!

14:07. Meto tres camisetas y un cepillo de dientes en una bolsa del Mercadona. Me noto alterado. Voy a la cocina. Tomo tres lexatines con un trago de gazpacho. Glup glup. Mucho mejor.

14:13. Ya en el coche. Meto la ruta San Juan-Madrid. Cuatro horas y seis minutos. En tres horas y cuarto estoy ahí. Pongo Kiss FM. ¡Esto es vida! Oh, yeah.

15:16. Ya va el quinto ciclista que me cruzo. "¡Que la carretera es para los coches, Lejarreta!".

16:02. Tengo hambre. Paso por un bar de carretera con camiones aparcados. ¡Eso es que ahí se come bien! Entro.

17:04. La comida me ha sentado como un tiro. ¡Malditos torreznos! Me encuentro mal. Paro el coche. Saco la cabeza por la ventanilla. Vomito. Arranco. Menos de tres horas para que cierren los colegios electorales...

17:17. Se ha estropeado el aire acondicionado. Fuera hace 43 grados. Esto es un horno crematorio.

17:39. He adelgazado siete kilos en los últimos 30 kilómetros.

18:45. Ya en la Comunidad de Madrid. ¡Se ven las torres de la Castellana a los lejos! Sweet Home Alabama.

Foto: Correos lanza esta advertencia ante la avalancha de solicitudes de voto para las elecciones del 23-J. (EFE / Javier Cebollada)

19:01. Atasco a 26 kilómetros de Madrid. Me sudan las manos. Me hierve la sangre. ¡Quiero matar a alguien!

19:11. Parado.

19:14. El carril bus VAO va fluido, pero no puedo entrar: no tengo etiqueta cero emisiones. ¡Me cago en Al Gore!

19:21. Parado.

19:23. Tengo el cerebro licuado.

19:25. Parado.

19:26. Siento un pinchazo en el pecho. Me duele un brazo. ¿Me estará dando un infarto?

19:28. Parado.

19:31. ¡Nos movemos!

19:37. Adelanto coches en zigzag. Soy el calvo de Fast and Furious. A más de 210, los radares no saltan.

Foto: Correos confirma que se ampliarán horarios y fechas (REUTERS/Jon Nazca)

19:47. Derrapando por las calles de Madrid.

19:57. Entro en tromba en el colegio electoral. Arrollo sin querer a un tipo que asegura ser Pitingo. Va en bañador y con aletas. Dice algo de Punta Cana. No entiendo nada. Pitingo me increpa. Le ignoro. Corro.

19:58. Pillo la papeleta. La meto en el sobre. Corro.

19:59. Me acerco a la urna. Me piden el DNI. Saco la cartera. No está el DNI. ¡NO ESTÁ EL DNI! ¡ME HE DEJADO EL PUTO DNI EN ALICANTE! Me pasa toda mi vida por delante.

20:00. Trato de meter el voto en la urna, el presidente de la mesa se abalanza sobre mí, rodamos por el suelo. Viene la policía, viene la guardia civil, viene Pitingo con toda su familia. Todos me insultan. Los torreznos se revuelven en mi estómago. Solo quiero llorar tranquilo.

Mi nombre es Benito Romerales. Tengo 47 años. Trabajo en una multinacional de la alimentación. Tengo dos hijos pequeños. Llevo varias noches teniendo pesadillas sobre un tema que me obsesiona: cómo votar en Madrid el 23-J en mitad de mis vacaciones.

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