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Testigos del caso de los niños del vertedero, a la Policía : "Le han cortado hasta los dedos"
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Los interrogatorios en comisaría

Testigos del caso de los niños del vertedero, a la Policía : "Le han cortado hasta los dedos"

Fernando y Ángel tenían 17 y 11 años cuando hallaron sus cadáveres. Los investigadores creen que murieron por accidente, pero el caso acumula testimonios que refuerzan la tesis del asesinato

Foto: Una mujer llora la muerte de los menores. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Una mujer llora la muerte de los menores. (EFE/Rodrigo Jiménez)

"No sé cómo le van a reconocer, le han cortado hasta los dedos". Este es uno de los testimonios que arrojan incertidumbre en torno a la muerte de Fernando y Ángel, los dos primos de 17 y 11 años de edad que aparecieron muertos en diciembre en un vertedero de Toledo. La Policía da por resuelto el caso, cree que fallecieron por accidente al quedarse dormidos en un contenedor. Pero medio año después del suceso, la familia rechaza esa tesis. Sostiene que fueron asesinados y apuntan a la familia de Lucía, una joven que estuvo casada con el mayor de los primos. Fernando y Ángel se escaparon para ir a verla a su casa y nunca regresaron. La investigación recoge las declaraciones ante la Policía de los principales protagonistas y testigos protegidos que refuerzan la versión de la muerte violenta.

Lucía, la ex de Fernando

Lucía declaró en su casa ante los agentes. Contó que el 10 de diciembre acudieron a su domicilio los familiares de Fernando y Ángel. Ese fue el día que desaparecieron los menores. Fueron los padres de los menores y una tía. Lucía no recuerda la hora, pero sí que era ya de noche. Narró que entraron "a la fuerza" y que llegaron a "descolgar la puerta del marco". Dice que la agarraron a ella y a su hermana y las sentaron en un sillón. "De forma muy agresiva e intimidante" preguntaron por Fernando. La respuesta que les dio la joven es que no sabía nada de ellos, que no habían contactado con ella y que les avisaría en caso de tener noticias.

Los dos chicos seguían sin aparecer y sus familiares regresaron de nuevo a los pocos días. Estaban "muy agresivos", la culpaban de la desaparición y de no querer desvelar su paradero. Lucía insistió en que no sabía nada y que de haber querido seguir la relación con Fernando, no le habría dejado. "Miraron por todas las habitaciones en busca de los primos", relató Lucía. Sostiene que le pegaron a ella y a su hermana y que gritaron para que fuera la policía en su auxilio. Finalmente se marcharon y la amenazaron si contaba algo de esta visita.

En su interrogatorio, la joven quiso dejar claro una cosa que los agentes recogieron así en el acta de la declaración a la que ha tenido acceso El Confidencial: "Quiere dejar claro y de manifiesto que en ningún momento Fernando se puso en contacto con ella y que no lo vio el día que desapareció junto a su primo, ni ese día ni en los días posteriores. Que el último día que ha tenido contacto con Fernando fue el día que terminó la relación, hace ya cuatro o cinco meses".

Cristopher, el padrastro

Fernando y Lucía se casaron dos años antes de la ruptura. Como manda el rito gitano, él estuvo una semana viviendo en la casa familiar de ella. Allí estaba Cristopher. Es un joven de 26 años que mantiene una relación sentimental con Trinidad, la madre de Lucía, aunque hay gente de su entorno que pone en duda este vínculo. Cristopher prestó declaración ante los agentes el 21 de diciembre en el Hostal Los Gavilanes de Toledo. Dijo que su relación con el joven era "cordial" y negó que existiera ningún conflicto entre familias ya que estuvieron de acuerdo en la separación. Declaró que no tenía constancia de que Fernando hubiera estado merodeando por su casa esos días y que al otro niño desaparecido ni siquiera le conocía.

placeholder Familiares y allegados de los menores durante el entierro. (EFE)
Familiares y allegados de los menores durante el entierro. (EFE)

Cristopher no pudo confirmar o desmentir las visitas de los familiares de los chicos que relató Lucía porque dijo que en esos momentos no estaba en la casa. En su interrogatorio, los investigadores le preguntaron por un teléfono móvil que acaparó su interés en el caso. Se trata de un Nokia de color blanco que la hermana de Cristopher entregó voluntariamente a la policía de Toledo después de la desaparición de Fernando y Ángel.

El padrastro de Lucía explicó que de vez en cuando recoge cosas del Punto Limpio, cerca del cementerio de Toledo, y que un día encontró ese teléfono. Contó que decidió regalárselo a su hermana porque ella no tenía móvil y negó que el aparato tenga nada que ver con los menores. Su hermana "al oír las noticias que los menores no tenían teléfono, se imaginó que ese teléfono podía ser de ellos, por eso se lo entregó a la Policía".

Testigos protegidos y el teléfono móvil

Una mujer declaró voluntariamente como testigo en febrero y su testimonio, prestado en la comisaría de Villa de Vallecas de Madrid, arroja luz sobre lo sucedido con ese teléfono Nokia de color blanco. Cristopher le entregó el celular a su hermana, pero le pidió que no se lo dijera a Trinidad, su pareja sentimental y madre de Lucía. Según este relato, Trinidad no quería que nadie tuviera ese teléfono. La hermana de Cristopher lo guardó en casa de su madre y el teléfono permaneció encendido y bloqueado. El 22 de diciembre de 2022 hizo uso del terminal y una familiar le advirtió de que ese teléfono era de Fernando, uno de los desaparecidos.

El móvil tenía un golpe característico y lo identificó porque conocía al joven de una reunión familiar que realizaron en una ocasión. Automáticamente, la hermana de Cristopher le devolvió el regalo y su respuesta fue que lo podían tirar al río porque él tampoco lo quería. La hermana optó por entregárselo a la Policía. Según su entorno, Cristopher tiene problemas mentales, alcoholismo y depresión.

Trinidad, la madre de la joven

Trinidad es la madre de Lucía y la pareja de Cristopher. Prestó declaración ante la Policía el 27 de diciembre en el Hostal Los Gavilanes. Contó que el 11 de diciembre aparecieron en la puerta de su casa "cuatro personas de etnia gitana", entre ellos el padre de Fernando. Le preguntaron si había visto "a los niños". Dijo a los agentes que la relación de su hija con Fernando duró seis meses de los cuales una semana estuvo viviendo con ellos en su casa, en Toledo. Aquel día "no hubo amenazas" de la otra familia, "todo fue de manera cordial". Su hija Lucía estuvo presente en esa conversación y "comentó que no había visto a Fernando y no había tenido contacto con él". La chica añadió que "desde que se dejaron" no ha vuelto a tener contacto con Fernando "ni de vista ni por teléfono". Testigos del caso lo desmienten.

Trinidad fue más allá y declaró que su hija "no sale de casa" desde que dejó aquella relación. La madre de Lucía no estaba cuando se produjo la segunda visita, pero se enteró por "las vecinas" y por su hija de que "un grupo numeroso de personas de etnia gitana" se había presentado allí "de manera violenta, amenazando con armas de fuego". "Este grupo entró sin consentimiento" y pegaron a Lucía. Estas personas acudieron porque decían saber que Fernando estaba en el domicilio, buscaron por todas las plantas del bloque. Trinidad desmintió a su pareja y dijo que Cristopher sí estaba en la casa en ese momento.

En el caso constan al menos dos declaraciones del entorno de Trinidad, Cristopher y Lucía que aumentan las dudas sobre la muerte de Fernando y Ángel. El 24 de enero, acudió a declarar una mujer a la comisaría de Policía Nacional de Tudela (Navarra). Dijo tener relación con una persona que conoce la realidad del bloque de pisos donde vive Lucía y su familia. Comentó que la cuenta de Cristopher en TikTok alberga vídeos suyos con su hijastra Lucía "con la que tiene una estrecha relación, apareciendo frecuentemente en actitud festiva, bebiendo cerveza, abrazándose en actitud extrañamente cariñosa pidiendo 'un nuevo marido'".

Un topo en el bloque de vecinos

Les dijo que el padrastro de Lucía fue apartado de su propia familia porque disparó a un allegado y le dejó en silla de ruedas. "Al parecer sufre esquizofrenia", apuntó esta testigo. Según su fuente, Cristopher amenazó a otros vecinos como uno al que llaman el Nano, un menor de edad con "capacidades especiales" por un problema con su coche. En sus vídeos de TikTok aparece también "con cuchillos sucios simulando sangre, realizando cánticos carcelarios y manipulando el cuchillo erráticamente". La testigo afirmó que Fernando "había estado en otras ocasiones en Toledo buscando a la joven Lucía, en alguna reconciliación" y que la última vez fue Trinidad la que recibió a los primos desaparecidos en su casa, pero les pidió que se marchasen a petición de Lucía. A la joven le molestaba "la contumacia" con la que Fernando se negaba a aceptar la ruptura.

Según este relato recogido por la Policía de Tudela, los dos menores se alojaron en casa de la madre de Christopher, en la misma planta del edificio, pero tampoco les dejó quedarse mucho tiempo. Pasaron entonces a casa de "dos vecinas, amigas íntimas de Trinidad, que son pareja entre ellas". Viven en la planta superior del bloque. La testigo dijo a los uniformados que Trinidad confesó en el edificio que Fernando y Ángel estaban todavía en su casa cuando sus familiares acudieron a buscarlos por primera vez: "Lo ocultó para evitar tener problemas y, sobre todo, porque Fernando seguía enamorado de Lucía, y el día que desaparecieron, se había escapado de sus propios padres en el Híper Usera para verla".

placeholder Miembros de la Policía durante las labores de búsqueda en el vertedero de Toledo. (EFE)
Miembros de la Policía durante las labores de búsqueda en el vertedero de Toledo. (EFE)

Sobre por qué Fernando iba en compañía de su primo pequeño Ángel, la testigo explicó que el mayor tiene una discapacidad "que le impedía leer y escribir". "Por eso reclamó la ayuda de Ángel de quien su entorno manifiesta que era un niño muy inteligente para su edad que siempre andaba con su primo y le orientaba". También ofreció información sobre el motivo por el que Lucía rompió con su marido: "El matrimonio era excesivo para una Lucía que a su temprana edad tenía abierto a través de redes sociales un abanico más amplio y atractivo para ella. Sin embargo, Fernando seguía enamorado a pesar de las infidelidades, incluso de la desaprobación de ambas familias, que no venían con buenos ojos las desviaciones respecto de las estrictas tradiciones gitanas".

"Me ha buscado la ruina"

La frase más reveladora de cuantas pronunció esta testigo de Tudela, se la atribuye a una de las dos mujeres que acogieron a los menores de 17 y 11 años de edad. Así figura en el acta de la declaración policial: "Una de las chicas emparejadas habría manifestado en voz alta el día 21 de diciembre con motivo de la aparición e identificación positiva de Fernando 'no sé cómo lo van a reconocer, si le han cortado hasta los dedos', quedando implícita la nota de mutilación". La testigo añadió que su fuente del bloque de pisos le contó que "cuando se deshicieron del cuerpo de Fernando, este se hallaba envuelto en una manta".

Antes de marcharse, esta señora les pidió a los agentes que su nombre no trascendiera. Dijo temer posibles represalias contra ella o contra su familia ya que, según advirtió, "la comunidad gitana" está haciendo sus propias investigaciones en paralelo a las de la policía y "desaprueba filtrar datos a las autoridades".

Esta batería de testimonios incluidos en el caso lo completa el que prestó voluntariamente en la comisaría de Villa de Vallecas una persona que dijo haber escuchado "una fuerte discusión" entre Trinidad, Cristopher y Lucía el 10 de diciembre, la fecha en la que desaparecieron los menores. Según contó, en un momento de la riña escuchó gritar al padrastro de Lucía: "Me ha buscado la ruina". Esta persona confirmó que "Fernando ha estado anteriormente en el domicilio de la madre de Lucía en más de una ocasión". La familia de los menores fallecidos insiste en que se siga investigando el caso en el Juzgado porque no aceptan que la muerte de Fernando y Ángel fuera accidental como sostienen los investigadores policiales.

"No sé cómo le van a reconocer, le han cortado hasta los dedos". Este es uno de los testimonios que arrojan incertidumbre en torno a la muerte de Fernando y Ángel, los dos primos de 17 y 11 años de edad que aparecieron muertos en diciembre en un vertedero de Toledo. La Policía da por resuelto el caso, cree que fallecieron por accidente al quedarse dormidos en un contenedor. Pero medio año después del suceso, la familia rechaza esa tesis. Sostiene que fueron asesinados y apuntan a la familia de Lucía, una joven que estuvo casada con el mayor de los primos. Fernando y Ángel se escaparon para ir a verla a su casa y nunca regresaron. La investigación recoge las declaraciones ante la Policía de los principales protagonistas y testigos protegidos que refuerzan la versión de la muerte violenta.

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