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El día que Juan Carlos I se subió a un Falcon y puso un pangolín en su Maybach de 495.000€
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la historia de su primera foto con Corinna

El día que Juan Carlos I se subió a un Falcon y puso un pangolín en su Maybach de 495.000€

El Rey emérito hizo un viaje relámpago a Alemania el 2 de febrero de 2006 para elegir el color y la decoración interna de un coche regalado por el grupo Daimler AG que tuvo que devolver cuatro años después

Foto: El Rey emérito firma en el libro de honor de Maybach. (El Confidencial)
El Rey emérito firma en el libro de honor de Maybach. (El Confidencial)
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El diario alemán 'Bild' publicó en abril de 2012, días después del accidente de Juan Carlos I en Botsuana, una de las primeras fotografías del monarca con Corinna. La imagen ha sido reproducida desde entonces centenares de veces, pero la historia que se esconde tras ella no se ha contado nunca.

El 2 de febrero de 2006, el Rey se subió a un Falcon del Ejército del Aire en el aeropuerto militar de Torrejón de Ardoz para volar rumbo a Stuttgart. En el aeropuerto de la ciudad alemana estaba esperándole su entonces amante. La instantánea de 'Bild' se tomó justo después de que Juan Carlos I descendiera la escalerilla del Falcon y mientras caminaba por un alfombra roja y recibía honores militares. Detrás, a unos cinco metros de distancia y con un traje claro de chaqueta, aparece Corinna siguiendo sus pasos.

placeholder Imagen de 'Bild' en la que se ve al emérito y a Corinna. ('Bild')
Imagen de 'Bild' en la que se ve al emérito y a Corinna. ('Bild')

El viaje era privado y no fue incluido en la agenda oficial de Zarzuela. Casa Real no informó del desplazamiento hasta que el Rey emérito fue fotografiado por periodistas de Stuttgart en un acto relacionado con el Mundial de Fútbol que Alemania iba a acoger el siguiente verano.

Con todo, el motivo del desplazamiento no tenía nada que ver con el fútbol. Juan Carlos I viajó ese día a Stuttgart para elegir el color y el equipamiento interno de su nuevo coche, un Maybach 57 S, uno de los automóviles más exclusivos del mundo, con un precio de venta en concesionario a partir de 495.000 euros. El monarca pasó la mayor parte de la jornada en las instalaciones de Maybach, perteneciente al gigante Daimler AG, en la ciudad alemana. El Confidencial ha accedido ahora a imágenes inéditas de esa visita.

placeholder El Meybach 57S y muestras de tapicería con las que personalizar el coche.
El Meybach 57S y muestras de tapicería con las que personalizar el coche.

El entonces jefe del Estado había comunicado previamente a los directivos de la multinacional automovilística su interés por conseguir uno de sus nuevos coches. Maybach llevaba desde los años cuarenta sin poner un nuevo coche en el mercado. El 'holding' propietario de Mercedes decidió reintroducir la marca en el segmento del lujo para competir con fabricantes como Rolls-Royce y Bentley, y convertir el 57 S en su carta de presentación. En pleno lanzamiento del modelo, Juan Carlos I podía actuar como uno de sus mejores embajadores.

Se trataba de un vehículo de 5,7 metros de largo, con un motor de 6.000 centímetros cúbicos y 612 caballos de potencia, y una aceleración de cero a 100 kilómetros por hora en cinco segundos. Su consumo en ciudad llegaba a 24 litros/100 km. Su habitáculo interior era tan grande que los ocupantes de los asientos traseros casi podían recostarse como si estuvieran tumbados en una hamaca, y contaba con todo tipo de comodidades.

Juan Carlos I dio un pequeño discurso a sus anfitriones y firmó en el libro de honor de Maybach, como puede verse en una de las instantáneas publicadas por este diario. Aunque la visita era privada, el monarca viajó acompañado del jefe en ese momento de la Casa Real, Alberto Aza. También estuvo presente Shahpari A. Zanganeh, la consultora 'de confianza' de Juan Carlos I que unos años después sería contratada por el consorcio español del AVE a La Meca. En otra fotografía, se ve al Rey conversando con Zanganeh en presencia de Aza.

placeholder Alberto Aza, Shahpari A. Zanganeh y el Rey emérito. (El Confidencial)
Alberto Aza, Shahpari A. Zanganeh y el Rey emérito. (El Confidencial)

Tras sus palabras y la firma en el libro de honor, Juan Carlos I trasladó a los responsables de Daimler AG sus preferencias para su nuevo coche. El jefe del Estado se decantó por una carrocería de color azul oscuro y encargó que el interior se decorara con apliques de madera y plata. Maybach recurrió al escultor británico Patrick Mavros, uno de los orfebres más cotizados del mundo, para satisfacer ese deseo del monarca. Mavros elaboró piezas especiales para recubrir la consola delantera del vehículo y también creó ceniceros para la parte posterior.

Con todo, la joya más valiosa del escultor fue colocada en la palanca de cambios del vehículo. Maybach encargó a Mavros un pangolín y no lo hizo solo por razones estéticas. Se trata de un animal sagrado para muchas tribus africanas, que está reservado o simboliza al jefe o rey del grupo. La marca alemana consideró que no había ninguna decoración más apropiada para un coche que sería conducido por el rey de España. Mavros vende en su página web pangolines como el elegido para el Maybach por unos 11.000 euros, un importe superior al de algunos automóviles del mercado.

placeholder Pangolín que eligió el emérito para su Maybach.
Pangolín que eligió el emérito para su Maybach.

A última hora de aquel 2 de febrero de 2006, tras degustar una cena con un selecto grupo de autoridades e invitados, Juan Carlos I y sus acompañantes pusieron fin a la visita privada trasladándose de nuevo al aeropuerto de Stuttgart para subirse en el Falcon del Ejército del Aire y emprender el camino de vuelta a Madrid. Los gastos del desplazamiento fueron sufragados por los presupuestos generales del Estado.

Los directivos de Daimler AG entregaron el coche terminado a Juan Carlos I en Barcelona en mayo de ese mismo año, aprovechando la entrega de los premios Laureus del deporte en la Ciudad Condal. El monarca se desplazó al circuito de Montmeló a recoger las llaves del vehículo. El entonces presidente del grupo Mercedes, Dieter Zetsche, le entregó personalmente el automóvil. Allí mismo, el monarca lo probó por primera vez dando unas vueltas al trazado del circuito de carreras. Después lo incorporó a su flota de vehículos privados del Palacio de la Zarzuela.

placeholder El Rey emérito, durante la cena, con un selecto grupo de autoridades. (EC)
El Rey emérito, durante la cena, con un selecto grupo de autoridades. (EC)

El plan de Daimler AG era regalarle el vehículo de forma definitiva con la esperanza de que la imagen de Juan Carlos I impulsara sus ventas. El jefe del Estado llegó a barajar que se hiciera cargo del vehículo Patrimonio Nacional para no tener que asumir los costes de matriculación, mantenimiento y seguro con su asignación presupuestaria. Sin embargo, según fuentes próximas a la operación, el monarca decidió finalmente que el coche le fuera entregado en un régimen de cesión temporal y que Maybach afrontara todos esos gastos. El coche únicamente era conducido por Juan Carlos I, pero este solo tenía que preocuparse de que su depósito tuviera siempre gasolina.

Maybach aceptó inicialmente esas condiciones. Sin embargo, tres años después, la situación se volvió insostenible para la marca por los elevados costes que suponía. La apuesta por el rey de España y el resto de campañas publicitarias en las que se embarcó el fabricante alemán tampoco dieron el rédito esperado. Su objetivo era vender 2.000 unidades al año, pero solo llegó a unas 150, muy lejos de sus competidores directos.

placeholder Shahpari A. Zanganeh (i), en un momento de la cena en Alemania.
Shahpari A. Zanganeh (i), en un momento de la cena en Alemania.

En 2010, según las fuentes consultadas, Maybach reclamó formalmente a Juan Carlos I que les devolviera el 57 S. La petición provocó un profundo enfado del monarca, que ya había interiorizado que ese coche formaba parte de su patrimonio privado, igual que otros automóviles de lujo que habían pasado por sus manos y que había traspasado luego a amigos y empresarios a cambio de elevadas sumas de dinero sin que llegaran a aparecer en ninguna relación de activos del Estado. El monarca no tuvo más remedio que desprenderse del coche. El regalo duró al menos cuatro años. Aún faltaban dos años para que el Rey se cayera en el safari de Botsuana, se publicara la fotografía del aeropuerto de Stuttgart y su reputación comenzara a desmoronarse.

El diario alemán 'Bild' publicó en abril de 2012, días después del accidente de Juan Carlos I en Botsuana, una de las primeras fotografías del monarca con Corinna. La imagen ha sido reproducida desde entonces centenares de veces, pero la historia que se esconde tras ella no se ha contado nunca.

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