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Antonio Franco, el periodista total
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Antonio Franco, el periodista total

Era un catalán de los pies a la cabeza, indubitable y conciliador, un hombre de izquierdas ponderado y discreto, directo y sincero. Se convirtió en una referencia de civismo, de honradez intelectual

Foto: Antonio Franco. (EFE)
Antonio Franco. (EFE)

Era un hombre optimista, pasional, divertido y un buen amigo. Se llamaba Antonio Franco Estadella y fue uno de los mejores periodistas de Cataluña -y de España- gracias a su versatilidad profesional -escribía de deporte y de política con similar solvencia- y a su capacidad de liderazgo. Nació en Barcelona en 1947 y fue el director fundador y en dos etapas de “El Periódico de Catalunya” y director-adjunto de “El País”. Estuvo hasta 2001 al pie de cañón. Un cáncer -contra el que ha peleado como un auténtico jabato- ha terminado por tumbarle. Poco antes de que se le detectase su enfermedad, aún al frente del diario que fundase con Antonio Asensio, celebré especialmente que “ABC”, diario que entonces dirigía, le distinguiese con el premio Luca de Tena a toda una trayectoria. La noche de la entrega disfrutó y nos abrazamos. Como él era grande y yo pequeño me llamaba “chiquitín”. Antes lo había recibido Joan Tapia, director a la sazón de “La Vanguardia”, gran periodista también que hoy desempeña responsabilidades editoriales en el diario que fundará el fallecido Antonio Franco. Fueron una gran pareja de directores.

Era un catalán de los pies a la cabeza, indubitable y conciliador, un hombre de izquierdas ponderado y discreto, directo y sincero. Si algo le caracterizó fue su bonhomía, su trato afable y su pasión por el periodismo. Siempre -decía- quiso ser un informador deportivo, pero se convirtió, además, en una referencia de civismo, de honradez intelectual y discutidor hábil y respetuoso. Recibió la Cruz de San Jordi y otros muchos premios jalonaron su carrera (el Ortega y Gasset, el Antonio Asensio). Su buen humor lo transmitió a forma de entender el periodismo de ironía y humor participando en el lanzamiento de revistas con un sesgo impertinente.

Si algo le caracterizó fue su bonhomía, su trato afable y su pasión por el periodismo

Antonio Franco siempre parecía un hombre feliz. Mis últimas conversaciones fueron ya hace meses. Luego me interesaba por él a través de amigos comunes. Me referían sus viajes al sur francés en donde satisfacía su afición por la gastronomía y, relajadamente, disfrutaba de largos períodos de descanso muy cerca de Burdeos. Mantenía su colaboración con “El Periódico” con artículos breves, concisos, con palabras escogidas para explicarse "sin dar el coñazo" como tantas veces me repetía. Para Antonio, la brevedad y el estilo directo eran en periodismo un valor añadido que él cultivó. Afable, sí. Pero líder, también. Lo demostró en el grupo que lideró el también fallecido Antonio Asensio; lo acreditó en su gestión de director a la que accedió muy joven, con 31 años.

El pasado día 1 de septiembre publicó su último artículo que compendia su extraordinaria personalidad y que reproduzco porque acredita que hizo de la síntesis y del buen juicio dos guías para conducirse siempre con el viento de popa. Bajo el título de "Lo más difícil todavía para la prensa" escribía esta pieza para “El Periódico”, que tiene un valor testimonial extraordinario de su persona, de su afán profesional y de la lucidez de sus opiniones:

El pasado día 1 de septiembre, Antonio Franco publicó su último artículo, que compendia su extraordinaria personalidad

“Estoy pasando unos días en Francia y he vivido aquí los momentos informativos excitantes de la llegada de Leo Messi a París, una conmoción popular transversal. Su vivencia ha superado puntualmente cuestiones objetivamente tan trascendentales como la evolución del número de muertes de la epidemia, el final inhumano al que se enfrentan centenares de miles de afganos que creyeron en la capacidad de los occidentales de, por una vez, exportar leal y eficazmente la democracia a muchos miles de kilómetros, e incluso el interés generalizado por comprobar si este septiembre regresa cierta normalización social, económica, laboral y académica tras dos años de pesadilla. Pero la comunicación, en general, y los medios profesionales en particular, ofrecen simultáneamente estos días tantas cuestiones emitidas sin digerir, sin verificar, que la avalancha de noticias es un tsunami inasumible. Muchos de quienes las ponen en circulación no pretenden engañar, aunque temo que en estos momentos ya hay una mayoría absolutísima de mensajes con datos falsos, unos deliberadamente para manipular y otros por negligencias o autoengaños.

Les explicaré una anécdota que me ha sucedido en relación al fútbol y la prensa escrita. Como el martes por la noche, final de agosto, terminaba el plazo legal para traspasar jugadores, el miércoles he ido a comprar la biblia de la especialidad, L’Equipe, para saber qué pasó con los fichajes que parecían estar materializándose cuando me fui a dormir. Y he sabido a través de páginas y más páginas de ese excelente periódico que, además de la para mí fantástica noticia de que el Mbappé no refuerza esta temporada al Real Madrid, Griezmann continuará siendo jugador del Barça. Informado de forma convincente desde el papel no he tardado sin embargo mucho en enterarme a través de la prensa digital que esto segundo no es verdad, y que otros ejemplares del mismo L´Equipe se lo estaban contando a la gente en otros puntos de Francia en sus ediciones sucesivas. La mía, por la necesidad de fabricarla pronto para llevarla a tiempo -lentamente- en camiones de carga, se quedó con 2,10 euros míos a cambio de la mentira de que Griezmann jugará otro año más en el Camp Nou.

Las carreras entre los camiones con papel y lo que viaja con la velocidad de la luz traen esas cosas, que nos ponen todavía más difícil la supervivencia de la credibilidad de los diarios de papel. Sobra soberbia al no entender, quizá, que los medios han de ceñirse a lo que realmente pueden hacer. Del mismo modo que en el nuevo universo comunicativo a través de internet podemos recibir preferentemente avisos casi en tiempo real y versiones rápidas urgentes de lo que sucede, del papel debemos esperar más bien las noticias ya contrastadas y ampliadas, los análisis reflexivos y la máxima veracidad posible. Que conste que las webs se equivocan mucho más que el papel y son menos fiables, pero acabarán haciéndolo desaparecer si ustedes, los lectores, no se reincorporan a cierta militancia interesada en la supervivencia de lo que ha significado para la humanidad lo que nos legó en profundidad Gutenberg. Para el pensamiento y también incluso para las noticias correctas sobre fútbol.”

Antonio Franco Estadella no nos pudo dejar un último legado más certero. Le despedimos con lágrimas quienes le conocimos y le quisimos.

Era un hombre optimista, pasional, divertido y un buen amigo. Se llamaba Antonio Franco Estadella y fue uno de los mejores periodistas de Cataluña -y de España- gracias a su versatilidad profesional -escribía de deporte y de política con similar solvencia- y a su capacidad de liderazgo. Nació en Barcelona en 1947 y fue el director fundador y en dos etapas de “El Periódico de Catalunya” y director-adjunto de “El País”. Estuvo hasta 2001 al pie de cañón. Un cáncer -contra el que ha peleado como un auténtico jabato- ha terminado por tumbarle. Poco antes de que se le detectase su enfermedad, aún al frente del diario que fundase con Antonio Asensio, celebré especialmente que “ABC”, diario que entonces dirigía, le distinguiese con el premio Luca de Tena a toda una trayectoria. La noche de la entrega disfrutó y nos abrazamos. Como él era grande y yo pequeño me llamaba “chiquitín”. Antes lo había recibido Joan Tapia, director a la sazón de “La Vanguardia”, gran periodista también que hoy desempeña responsabilidades editoriales en el diario que fundará el fallecido Antonio Franco. Fueron una gran pareja de directores.

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