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Medio pueblo en cuarentena y sin teléfono para el cribado
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Medio pueblo en cuarentena y sin teléfono para el cribado

La mitad de los vecinos de Borobia (Soria) tuvieron que confinarse por un brote de coronavirus. Una avería los dejó sin servicio de teléfono e internet durante la cuarentena

Foto: El pueblo de Banabia. (A. G.)
El pueblo de Banabia. (A. G.)

"Quédate en casa diez días, te llamaremos para ver si aparecen síntomas". ¿Y si no tengo cobertura en el móvil? Es la situación con la que se encontraron los vecinos del pequeño pueblo soriano de Borobia (240 habitantes censados), que en pleno brote de covid han permanecido ocho días sin señal de teléfono ni internet. Primero llegó la avería de la antena un lunes a causa del fuerte viento. Las malas noticias siguieron dos días después, tras detectar tres positivos y, cuando se quisieron dar cuenta, el cribado del viernes arrojó el peor de los datos: veinte positivos de 114 pruebas, que en los días sucesivos ascendieron hasta los 36 contagiados. Entre enfermos, asintomáticos y contactos directos, han tenido que confinarse en sus casas cerca de sesenta vecinos de los 120 que residen habitualmente en este municipio. La mitad.

Una semana fatídica para el pueblo, que en todo lo que va de pandemia no había registrado ningún positivo, hasta mediados del pasado mes. Por fortuna no ha habido que lamentar ningún fallecimiento, aunque hoy permanecen ingresadas seis personas, una de ellas en la UCI. Sería una historia más de cualquiera de los pueblos que han quedado marcados por el coronavirus de no ser por los problemas de comunicación que acompañaron al inicio del brote. "Para los rastreos era imposible hablar con la gente. Tenían que venir de Ólvega con la Guardia Civil buscando por las casas según las referencias que les daban", relata a El Confidencial el alcalde, José Javier Gómez, del PSOE.

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Foto: A. G.

Si ya de por sí la soledad que producen los confinamientos es una de las principales preocupaciones de los familiares de personas mayores, la imposibilidad de comunicarse durante los primeros días del brote se tradujo en el miedo a que empeorasen sin poder avisar. Algunos familiares pidieron al alcalde que se acercase a las viviendas de aquellos que viven solos y estaban confinados, sobre todo por la noche. "Me pedían por favor que fuera a su casa para ver si estaban bien y tener esa tranquilidad", confiesa el regidor, quien asocia los problemas de señal a que "pega muy fuerte el viento al estar al sur del Moncayo", lo que ocasionó la avería en las antenas.

Los problemas con el teléfono e internet afectaron de lleno a la familia de Mª Ángeles Mangano, cuyo marido y dos de sus cuatro hijas fueron los primeros casos detectados en el pueblo, aunque finalmente padecieron el virus los seis. "Los médicos intentaban localizarnos, pero fue imposible, era llamar y colgarse", relata esta madre de familia, quien reconoce que la caída de la red móvil afectó sobre todo a sus hijas, que tienen entre 7 y 17 años. "Al final buscábamos cómo entretenernos en casa, hicimos puzles, jugamos al parchís y hacíamos los deberes". La otra mitad de los vecinos, los que se libraron del confinamiento, se volcaron con los afectados, hasta el punto de que la profesora dejaba las tareas en la escalera de la vivienda de esta familia.

Mª Ángeles confiesa la "angustia e impotencia" de no poder contactar los primeros días con sus padres, que viven lejos ­ —la familia llegó a Borobia desde Cádiz hace diez años—, por lo que reconoce que prefirieron no contarles la situación para no preocuparlos. En su caso, los agentes de la Guardia Civil se personaron dos veces en la vivienda para asegurarse de que estaban bien y permanecían confinados, ante la imposibilidad del rastreo telefónico. "Han estado muy pendientes, también el alcalde y los concejales, el resto de vecinos. La carnicera llevaba los pedidos a las puertas de las personas mayores, somos como una pequeña gran familia", agradece.

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Foto: A. G.

La parte positiva de padecer el arraigado envejecimiento de la población en el medio rural de Castilla y León es que las personas mayores ya habían recibido la primera vacuna, y en Borobia viven más de 60 vecinos que superan los 75 años y varios que pasan de las nueve décadas. Aunque la convocatoria de la segunda dosis cogió al pueblo en pleno brote, los vecinos sanos trasladaron a aquellos que no tenían forma de desplazarse a Ólvega a completar su vacunación.

También tuvieron problemas en la farmacia, pues la falta de cobertura truncó toda posibilidad de utilizar la receta electrónica para entregar medicamentos. "Lo bueno es que la semana anterior la gente recogió la mayoría de medicamentos. Después con todo el mundo confinado casi no hubo movimiento, aunque alguno me trajo recetas en papel, que esas sí puede hacerlas la médica", explica la propietaria de la farmacia, Inmaculada Rodrigo. Para ayudar a sus vecinos, llegó a comprar algún medicamento en otras farmacias de Soria, sin sacar ningún beneficio económico, ante la imposibilidad de realizar pedidos en algún momento del brote. Además, su marido se compró un EPI con su propio dinero, cogió la mascarilla FFP2 y acudió a entregar los medicamentos por las casas de los contagiados.

Foto: La ministra Teresa Ribera visita el Parque de Cabañeros. (EFE)

Como ya es conocido por todos, la crisis epidemiológica va acompañada de la económica y social. Buena prueba de ello es El Rincón de Borobia, uno de los bares que ha visto cómo el volumen de clientes fue testimonial durante el brote. "Se ha recuperado un poco, porque han vuelto los mineros que hicieron cuarentena por tener contacto directo, pero la Semana Santa se ha echado a perder", relata el propietario. Explica que la gente "rehúye un poco los bares", pero recuerda que "es igual de seguro que cualquier otro sitio" mientras se mantenga la distancia de seguridad, el uso de mascarilla y el resto de recomendaciones sanitarias.

"Por desgracia ha servido para poner en evidencia los tremendos problemas que tenemos en los pueblos para mantener las comunicaciones con un mínimo de calidad en las conexiones, en pleno 2021 que estamos", lamenta el alcalde, quien desea la pronta recuperación de los seis ingresados y la vuelta a la normalidad de Borobia.

"Quédate en casa diez días, te llamaremos para ver si aparecen síntomas". ¿Y si no tengo cobertura en el móvil? Es la situación con la que se encontraron los vecinos del pequeño pueblo soriano de Borobia (240 habitantes censados), que en pleno brote de covid han permanecido ocho días sin señal de teléfono ni internet. Primero llegó la avería de la antena un lunes a causa del fuerte viento. Las malas noticias siguieron dos días después, tras detectar tres positivos y, cuando se quisieron dar cuenta, el cribado del viernes arrojó el peor de los datos: veinte positivos de 114 pruebas, que en los días sucesivos ascendieron hasta los 36 contagiados. Entre enfermos, asintomáticos y contactos directos, han tenido que confinarse en sus casas cerca de sesenta vecinos de los 120 que residen habitualmente en este municipio. La mitad.

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